Uno de los aspectos que más preocupa a la gente es la educación. En España, el paro juvenil está en el 50%, lo que hace evidente que la formación en España no funciona bien.
Desde 1990, se han hecho 4 reformas educativas. Empezó el PSOE de Felipe González con la LOGSE. El PP de Aznar la reformó y aprobó la LOCE. Cuando Zapatero llegó al gobierno, promulgó la LOE. Y ahora que el PP lo lidera Rajoy, han impulsado la LOMCE. Una cada nueva ley cada nuevo gobierno, lo que hace imposible la aplicación de ninguna de ellas. No da tiempo ni a implantarlas.
Lo más terrible de todo es que el debate en torno a las leyes ha sido siempre sobre 2 aspectos que no deberían comportar conversaciones de más de 5 minutos.
El primer debate; religión o ética. Pasamos meses con debates como si debemos explicar que los gays son personas normales o unos pobres enfermos. Así estamos todavía… ¿Tenemos que dar educación sexual a los niños o esperar a que lo descubran en la cola para tomar la pastilla del día después?
Que el debate lo centre si hay que tratar a los gays como enfermos o no es ridículo u obviarán el asunto, como ha hecho Wert. La respuesta a estas preguntas es tan obvia, que no merece ni un debate de 5 minutos. Patético.
El segundo debate que abre cada vez las reformas educativas, nos afecta del todo. Es inevitable que los políticos españoles discutan si el estado central debe forzar o no a que se dediquen más horas al castellano en Catalunya. Tanto da que las demandas de los padres no pasen de unas decenas en medio de una enorme presión mediática y jurídica. Tanto da que la libertad que los padres tienen para escoger las horas que dedican sus hijos al resto de asignaturas sea nula. Tanto da que el nivel de castellano demostrado por los niños en Catalunya sea, según el ministerio, tan alto como el del resto de niños españoles.
Otro debate que se debería resolver en menos que lo que tardas en tomar el café matutino. Los niños aprenden castellano y la inmersión permite que el conocimiento del catalán sea bueno incluso allí donde no hay demasiado uso social.
España está atrapada en estos dos debates. Una Catalunya independendiente no pondría en cuestión la lengua. Tampoco nos pasaríamos el día con discusiones sobre si hay que tratar a los gais como apestados. Esas ideas, que representa el PP y Unió son en Catalunya muy minoritarias. Lo veremos en las elecciones.
Una Catalunya independiente tendría la oportunidad de debatir sobre lo de verdad importante; ¿Por qué nuestros jóvenes no son capaces de encontrar trabajo cuando acaban sus estudios? ¿Qué metodología requiere la formación de nuestros hijos en este mundo tan incierto y cambiante? ¿Qué recursos serían necesarios para llevarlo a cabo?
De paso, también liberaríamos a España de este pesado debate sobre la lengua catalana en el colegio. A ellos, quizás también les beneficiará…
El debate sobre la educación se ha de centrar en por qué nuestros hijos no salen preparados cuando acaban su formación. Y en por qué tenemos uno de los índices de fracaso escolar más altos del mundo. Liberarnos de estos dos pesados debates quizás nos dé espacio para hablar de estos temas, mucho más importantes.
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