Ha pasado algo más de 1 mes desde las elecciones catalanas. Los resultados dan una mayoría de partidos favorables a la independencia y una mayoría aplastante a favor del derecho a decidir.
En un primer momento, se hizo una lectura errónea desde las oligarquías de Madrid creyendo que los resultados indicaban que la gente no quería independencia. Desde mi punto de vista, también se hizo (y se mantiene) una lectura equivocada desde el catalanismo: la victoria pírrica de Mas deja el proceso en una situación tremendamente compleja.
Por un lado algunas personas han hecho movimientos que se están interpretando que tienen el objetivo de ocupar la silla de Mas desde el propio CDC. Incluso hay movimientos que algunos han acertado a llamar «hacer un Aguirre». Es algo que pasa en todos los partidos.
Pero a esos movimientos «normales» hay que sumar que Duran i Lleida parece dispuesto a utilizar UDC para descarrilar el proyecto de Mas. Sería interesante un día hablar de lo que pasa dentro de Unió, mucho más independentista que su líder. Pero es un tema que yo personalmente no conozco lo suficiente.
En ERC los movimientos, al menos, no han trascendido. Pero estoy seguro de que las bases apretarán en cuanto la tijera que ponga a funcionar. Está demasiado instalado en el imaginario colectivo que esto de recortar es pura ideología. Con independencia de si es cierto o no, les va a ser muy duro que alguien que era independiente hace sólo año, tome las riendas de ERC y mantenga un pacto con CiU.
Por si fuera poco, hay una base de empresarios y periodistas, eso que llamamos sociedad civil por no llamar élites, que no lo ven claro y harán todo lo que esté en su mano por frenarlo. No quieren democracia. No sea que el pueblo discrepe de su punto de vista.
Y ahí los tenemos. Todos sabemos quienes son. Y también de dónde vienen. ¿Los Lara? ¿A esos tenemos que escuchar? O la familia Godó. ¿Analizamos el currículum de las dos sagas mediáticas más importantes del país? Digno de estudio el cambio radical de línea editorial de La Vanguardia. Y algunos mitos de nuestra historia personal como Alfons Quintà, hoy editor de El debat, un medio digital absolutamente enfrentado al govern.
El caso de Quintà también es de análisis. Uno de los fundadores de El Pais, tilda a TV3 de «soviética». Insinúa, si no dice abiertamente, que TVC es sectaria. Pero, ¿saben quién fue el primer director de la cadena? Él mismo. Así que debió sembrar la semilla. ¡Ah! Esos a los que llama sectarios, esos a los que acusa sutilmente de ladrones son los que le pusieron en el cargo.
Y conste que esas acusaciones no empezaron después de dejar TV3. Tampoco después de dirigir El observador, un medio auspiciado por uno de los hombres fuertes de Pujol, Lluis Prenafeta. No, antes de su etapa en TV3 ya había realizado una serie de artículos en los que acusaba a Pujol de ladrón por el caso Banca Catalana. Curioso sectario Pujol que, tras llamarle ladrón, te da la dirección del medio de propaganda justo en su creación, cuando se sientan las bases. Y eso que el caso Banca Catalana da para unos cuantos libros.
Por cierto, sentado sobre la base que TV3 es la herramienta de propaganda del nacionalismo (la crosta que diría aquel) le preocupa mucho el tamaño de la tele catalana. Dice que tiene unos pocos empleados más que un portaviones. Pero, en cambio, no le he leído nunca que con la plantilla de TVE se puedan llenar varios de esos barcos.
Ya sabemos quiénes son. Heredan el espíritu de Cambó, que vendió el país financiando la guerra de Franco. Siempre han sido poderosos y ponen una dificultad más en el camino. Puede que la más grande de todas.
Lanzarse a la epopeya de una independencia con el medio escrito más importante en contra, con una TV3 que siendo líder sólo representa un 14% de la audiencia, con el Cercle de Economía trabajando básicamente en contra (aunque no todos, sí muchos de ellos) se hace difícil. Tanto que me resulta hasta demasiado épico.
Tienen todo el derecho del mundo a luchar por lo que creen. Por supuesto. Pero no a base de insinuaciones e insidias falsas. No a base de desligitimar nuestras instituciones. Hace unos días dije en twitter a unos amigos que veríamos brillar rayos C cerca de la puerta de Tannhäuser, en referencia al final de Blade runner. Y si no, al tiempo.
Cuando dije hace unas semanas que veía difícil que se celebrara el referendum ya pensaba en este tipo de cosas. Poco a poco se van concretando. Los riesgos son enormes pero, aún así, la lucha merece la pena. Y, además, no tenemos otra opción.