Hace ya algo más de 1 semana de los resultados de las elecciones catalanas. Ahora ya sabemos que CiU tiene menos apoyo del que tenía y que el gran triunfador de la noche fue ERC. Que por primera vez en toda la historia, la primera y la segunda fuerza política han presentado un programa por la independencia. Y que, a pesar de ello, el españolismo se siente triunfador.
Después de las alegrías que se llevó el unionismo, en mi opinión equivocadas, por el tortazo que se pegó CiU, las caras ya no tienen la sonrisa inicial. ¿Por qué? Pues porque aunque la aritmética diga otra cosa cosa, la realidad es que sólo hay un pacto posible y que, además es poco probable.
CiU no puede pactar con el PSC. El PSC necesita rehacerse. Lleva 10 años en caída libre y, en realidad, corre un severo riesgo de pasar a un ostracismo eterno. La crisis alimentará que sus votantes migren a ERC entre aquellos que quieren más nación, a IC aquellos que quieran más izquierda, y a Ciutadans aquellos que quieran más España.
Tampoco puede hacerlo con el PP. El grado de beligerancia ha sido muy alto. Si ha habido un partido que ha insistido de malas maneras en toda la porquería que vertió El Mundo sobre CiU ha sido el PP, tanto desde Barcelona como desde Madrid.
Así que la única opción es ERC. En cierto modo, la sonrisa inicial del unionismo se ha quedado algo congelada. Por eso el ministro Margallo ha pasado de hablar de cáncer a pneumonía (nota al margen quede lo lamentable que es llamar a una opción democrática como cáncer, lo que demuestra que son calificativos no exclusivos de la caverna mediática extremista). Menos grave, pero grave al fin y al cabo.
Es cierto, a mi me cuesta creer que haya referendum. Quizás lo haya porque intuyo en Junqueras unas formas poco propias de los políticos, pero en malas condiciones (demasiado deprisa, demasiado poco pensado). Eso sería peor para los independentistas que el hecho de que no se haga.
Explica Toni Soler en su artículo semanal en el diario Ara que lo inteligente sería generar unas condiciones que hagan inevitable votar sí. Pone el ejemplo de la transición, donde votar en contra de la constitución, donde no tuvimos más remedio que votar a favor de cosas desagradables, era casi tanto como apoyar la dictadura.Eso no evita que haya elementos esperanzadores para el independentismo. Que el mundo visualice el partido de gobierno y el primer partido de la oposición son fuerzas independentistas tiene una fuerza enorme. Si en vez de emperrarse en querer correr mucho, se dedican a construir estado, las cosas podrían ser diferentes.
El problema es que, como expliqué la semana pasada, el pacto es altamente inestable. A pesar del tono constructivo de Junqueras. Dudo que Junqueras tenga fácil convencer a sus bases de lo que pretende. Y también parece que Duran y Unió están volviendo a modificar el discurso.
Y ese es el segundo temor del PP. Si la Generalitat no tiene estabilidad suficiente o sucumbe a las intenciones de la izquierda de disminuir la reducción del déficid, España entera sufrirá las consecuencias en los mercados. La victoria moral del unionismo le puede salir cara. Su sonrisa se ha congelado.