Por fin se acabó la campaña. Hoy disfrutaremos de la tranquilidad que nos da a los votantes el absurdo día de reflexión y mañana los catalanes sabremos qué composición tiene nuestro nuevo parlamento. Frente a la decisión que muchos ya tenemos tomada se me ocurren diversas reflexiones.
En primer lugar, CiU ha conseguido que el debate sea esencialmente identitario. Los partidos de la oposición esperaban poder desviar el debate al drama social que vivimos. Tenían una baza fuerte: la vaga general europea (del sur) del 14N. Pero El Mundo con su portada consiguió visualizar aquello que CiU llevaba tiempo asegurando que pasa: «las instituciones de Madrid nos tienen rabia». Y el debate volvió al punto que CiU deseaba, en contra de lo que pretendía el diario.
En segundo lugar, la campaña de El Mundo en contra de Artur Mas demuestra el bajo perfil democrático de este país. Cualquier persona medianamente objetiva se da cuenta de que esta información, si el líder en vez de llamarse Mas se llamara Jonqueras o Casademunt, la noticia hubiera sido igual cambiando el apellido. Lo demuestra la noticia falsa casi calcada de hace unos años sobre Carod Rovira. Todo ello lo convierte más en un ataque a las instituciones catalanas que al propio president.
Explicaba Juliana unos meses atrás que en el parlamento español los cambios de gobierno siempre han sido después de situaciones dramáticas. Las desinformaciones de El Mundo, que preveo pasará meses tratando de demostrar, y el seguidismo vomitivo (no tiene otro nombre) de algunos partidos, especialmente el PP, y algunas instituciones demuestra que aún tenemos mucho que aprender de lo que significa la palabra democracia.
Quiero decirlo bien claro. Es verdad que en Catalunya los medios de comunicación siguen una lógica de manipulación de la realidad en función de lo que muestran y ocultan. De cómo explican las cosas. De qué titular les dan. Y es lamentable. Pero también es verdad que esta idea de crear informaciones que no se sustentan y no tienen ninguna base argumentativa es impensable aquí. Al menos hoy por hoy. Honestamente, creo que España necesita reflexionar sobre sus medios muy seriamente.
En tercer lugar, mi opinión es que, en contra de lo que preveían, esta campaña anti Mas le ha venido muy bien a CiU. Personalmente tenía la sensación y las encuestas en teoría lo confirmaban que estaba perdiendo el punch inicial. No hay encuestas post pseudonoticia, pero mi percepción es que le vendrá bien a CiU.
En cuarto lugar, ha sido lamentable hacer un seguimiento en las redes sociales a los partidos políticos. Han entendido mal de qué va esto. Me decía mi amigo Gonzalo Martín este lunes que la ética blogger ha desaparecido. Tiene razón. Pero algo ha quedado: la honestidad que pedimos a los personajes públicos en las redes sociales. Llenar el hashtag de un debate diciendo que tu líder lo ha hecho bien cuando lo ha hecho mal, más que sumar a tu candidato le resta.
En quinto lugar, el unionismo, entendido como los partidos que buscan mantener la unidad con España, sólo dan argumentos en negativo. La gente se suma a proyectos positivos, no a la imposición ni al miedo. O cambian de discurso cada vez tendrán menos apoyo social.
En sexto lugar, y ligado a este primer punto, el independentismo ha conseguido internacionalizar el conflicto. Es un hecho. No sólo eso. El mundo anglosajón simpatiza con la causa y, aunque tal y como explica Juliana hoy en La Vanguardia están por ver sus motivos, el hecho cierto es que están consiguiendo su objetivo. Campañas tanto diseñadas desde Catalunya como desde fuera.
Algunos dicen que son las elecciones más importantes de toda la historia de la democracia española por las consecuencias que puede comportar. Confío en que esos mismos, llegado el momento, sean coherentes con esa idea y asuman aquello que el parlamento catalán dicte. Sea lo que sea.