Las elecciones catalanas de este septiembre puede que sean las más importantes que se han producido nunca en España. Todavía sin encuestas fiables, la incerteza sobre el resultado es total. Depende del resultado que se dé, España cambiará de forma radical.
A este hecho incontrovertible se suma la crisis en la que han entrado los partidos «clásicos». A su relativa irrelevancia habitual en Catalunya, se suma la falta de credibilidad general en España. La lucha con Ciudadanos ha llevado al PP a sus peores expectativas en Catalunya.
Con el objetivo evitar una debacle, el PP aceptó poner de líder en Catalunya a un racista, que se ha aupado a base de criminalizar a los inmigrantes de su ciudad. Sabían que una confrontación entre el duro Albiol y una casi desconocida Arrimadas podría mejorar algo los resultados de las catalanas.
Pero Albiol necesitaba algo más de munición y Rajoy le ha entregado una modificación express del Tribunal Constitucional para que este pueda inhabilitar a cualquiera que no cumpla sus dictámenes. Ganando un puñado de votos, han dado un paso en falso que el unionismo puede pagar caro.
La estrategia del PP, como he denunciado muchas veces, sólo piensa en los votos. No deben dar por seria la amenaza de separación porque, si no, no se entiende. Sí, quizás Arrimadas está preocupada por los resultados que pueda obtener. Pero el catalanismo está descorchando botellas de cava…
Hace unos días, el gobierno lanzó una redada política contra sedes de Convergència. No valoro si hay o no hay corrupción detrás de la operación porque no lo sé. Pero que se hiciera coincidir con la presentación de Junts Pel Sí demuestra que había, sobre todo, intencionalidad política.
Con todos los medios delante, la operación policial consiguió desplazar de las portadas de los diarios la presentación de la coalición, que aglutinó varias decenas de miles de personas. Incluso en los diarios catalanes contrarios a la independencia, que son los de más difusión.
Desde entonces, el debate en Catalunya había sido si los socios de candidatura debían o no exigir explicaciones a Artur Mas. Habían conseguido desplazar el foco, por lo menos, hasta el 11 de septiembre.
Con la aventura de la modificación del TC, el debate se ha desplazado de nuevo a un terreno donde el soberanismo se siente cómodo. El gobierno de España quiere hacer una reforma legal ‘ad hoc’. Es decir, con el objetivo de enjuiciar a una persona en concreto. Se me ocurren pocas cosas menos democráticas.
Lo peor para el unionismo es que la aprobación se producirá el día después de las elecciones catalanas. Expresado en otros términos; el debate durará tanto como la campaña electoral.
Muchos hemos creído que el PP cometería algún error pre electoral enorme. Quizás los resultados de Albiol serán algo mejores de lo que dicen las encuestas. A cambio, se ha garantizado la mobilización masiva del soberanismo.