Hoy hace justo un mes que el Barça ganó la Copa de Europa. Pocas horas después del partido nos enteramos de que el de Sant Pedor había puesto un vídeo a sus jugadores.
Ya con la tranquilidad de haber superado las emociones de aquel partido, me gustaría analizar el vídeo como pieza motivadora.
No cabe duda que, desde el punto de vista de un jugador ya de por si cargado emocionalmente por lo que se le viene encima, el video debió tocarles, y mucho, la fibra. Según se dice, Gabi Milito, que no ha podido jugar en toda la temporada, acabó llorando.
Desde el punto de vista de tocar las emociones, el vídeo es impecable. Está bien montado, es visualmente muy atractivo, la música acompaña a las mil maravillas y las imágenes están cargadas de mucho simbolismo.
El montaje empieza casi superponiendo el estadio olímpico, donde una masa enloquecida espera a sus estrellas en un concierto con el Coliseo. Así, por tanto, la doble analogía donde, por un lado los jugadores son gladiadores y por otro la afición una comunión que les espera con los brazos abiertos, está servida.
En seguida aparece la frase «mi nombre es Gladiador», y empieza con el tema emocional de Gladiator, combinando imágenes de los jugadores a cámara lenta remarcando lo épico de la escena. Los porteros son acompañados por el famoso plano de la mano acariciando las espigas en el film. Las paradas que salen son muy relevantes, como las de Valdés a Drogbá o el penalty que paró Pinto que les llevó a la final de la Copa de Rey (el famoso Pinto de inflexión según los de RAC1).
Destacan las imágenes donde sale Gabi Milito. Creo que es significativo que en dos de los tres planos, besen al jugador sus compañeros. Fijáos que está montado de la siguiente manera; primero le besa Valdés, corta a un plano de entreno y luego le besa Keita en el mismo partido. No me interesan tanto los jugadores como el hecho de que ha aprovechado dos imágenes de mucho cariño. El plano de en medio parece más de recurso para evitar que parezca que ha eliminado parte de la secuencia de la que ha sacado los besos que para otra cosa.
También me llama la atención la parte (sobre el 1:45) donde sale Hleb. La verdad es que ha hecho una temporada floja y no debe ser fácil conseguir imágenes de jugadas finalizadas. Para darle continuidad a las jugadas, ha juntado los planos de dos partidos. Primero regatea a un jugador del Recre y, acto seguido, a uno del Almería. Casi ni reparamos en ello. Entre los dos planos, para que «pasen» bien, hay como un flash en blanco muy rápido.
Y llega el momento del Madrid. En el minuto 2:21, en un montaje magistral con el baile de Dani Albes, empieza la odisea del 2 a 6. Asimila el Bernabeu con el Coliseo, allí donde se echaba a los pobres cristianos frente a los fieros leones. Además, lo hace en ese segundo en el que la canción se vuelve más grave. El montaje mezcla el enfrentamiento entre el gladiador, que representa la honestidad, y el emperador, que representa la corrupción, el poder, la prepotencia… y, por cierto, viste del blanco.
En ninguno de los planos ataca el emperador, sino que siempre está tomando la iniciativa Russell Crowe, cosa que en la película no pasa. Y no salen todos los goles, solo 3 (los 2 más simbólicos, el de Puyol besando el brazalete, Pique mostrando los colores y uno del renacido Henry). Los otros dos goles son del Camp Nou. Por cierto, cuando Henry marcó el gol, iban 1 a 0, pero en las imágenes pone 1-1. Es decir, ha preferido tomar la imagen de la repetición que poner un resultado adverso en la pantalla.
Y, cuando los jugadores se funden en el enésimo abrazo y Gladiator tumba literalmente al Emperador, vuelve la música emocional sobre el minuto 3:30. Llega el momento de los rezos, al «no sabemos a qué vamos a enfrentarnos…» y a la preparación de la final de Copa. Cuando la música se vuelve más épica, imágenes de diversos partidos pero, sobre todo, los de la final de Copa.
La música sube el tono hasta que llega el momento más épico de toda la temporada, el gol de Iniesta en semifinales de Copa de Europa frente al Chelsea. Pero no lo hace con la imagen que estamos acostumbrados a ver el gol. Yo creo que lo hace porque, así, el gol, se convierte en una nueva experiencia. En realidad no lo esperas porque no reconoces la jugada. Y la comunión con el publico, con esas imágenes grabadas desde un móvil.
Y con el abrazo, llega el «sueño que era Roma». Los altavoces estallan con Nessun Dorma y las imágenes toman gravedad con los jugadores concentrados para saltar al campo y la cara de ilusión de Iniesta. Y, con todo ello, la analogía de nuevo entre gladiadores y los jugadores.
Los gladiadores saltan al campo y les impresiona lo que ven. Y, a continuación, imágenes del Camp Nou con petardos y, superpuesta, la Copa de Europa. Y la gente aplaude, pero como en un concierto, ligándolo a las primeras imágenes que vimos, como si todo hubiera sido el gran tema de un gran grupo de música.
Aunque la ejecución es brillante, creo que no consigue lo que busca. El final es demasiado sobrecogedor, impresiona, carga de gravedad al asunto. Cuando lo que hay que conseguir es justo lo que hace Al Pacino en Un domingo cualquiera. Que los jugadores chillen y tengan ganas de comerse el campo. Así, creo que el ritmo no está bien buscado del todo. Un pequeño error que, entre otras muchas cosas (e imagino que más importantes) afectara a esa salida tan floja al campo de los culers.
Me pregunto qué pasará si el año que viene el Barça llega a la gran final al Bernabeu. ¿Optarán por Sabina y el Pongamos que hablo de Madrid? ¿Y si llega también el Real Madrid? Quizás sería más adecuado la canción de Shakira Ahi te dejo Madrid. Sería muy adecuada, después del 2-6 esa parte donde dice «ahí me voy otra vez, ahí te dejo Madrid».
Más allá de las bromas (inevitables por otra parte por lo culé que soy), he contabilizado 18 abrazos entre los jugadores, auténtico hilo conductor del vídeo. Y todos los jugadores que han marcado esta temporada han salido marcando, al menos, un gol. Sólo han quedado fuera los porteros, el lesionado Milito, y Hleb, Abidal, Pedro y Víctor.
Una pequeña pieza que creo que siempre asociaremos a Pep, a la final de Roma, y a la gran temporada blaugrana. Ya está. Ya no hago más sangre. 😉