Para entender twin peaks, como con casi todas las series o películas, es importante entender el contexto en el que se produce. Y, en este caso, los dos motivos más importantes a tener en cuenta son; las series de la época y el propio autor.
En aquel momento, triunfaban dos series que también han sido capaces de quedarse en el imaginario incluso de aquellos que no las vimos apenas; «Santa Bárbara» y «Dallas». Eran dos culebrones que presentaban a unos personajes que, no sólo se vanagloriaban de ser malos sino que, incluso, resultaban glamurosos. Vivían envueltos en riqueza, en el american dream al que aspiramos casi sin darnos cuenta.
Siempre digo que David Lynch, junto con Tarantino, son las dos mayores recicladoras de mierda. Y me explico. Sus influencias tienden a ser subproductos de serie b, la mayoría aborrecibles desde el minuto 1. Y, en cambio, consiguen convertirlo en algo interesante y atractivo. Al menos para mí 😉
En este caso, Lynch juega a la contraposición. Toma la idea de poner a la serie el nombre de una ciudad, pero la convierte en una antiutopía, en un lugar siniestro. Donde había viñedos, coloca chimeneas humeantes. Donde había ricos, coloca a estridentes personajes. Donde había luz, aparecen tinieblas. Donde había música «triunfal», escuchamos música inquietante. Como muestra, os paso las caretas de las 3 series para que comparéis;
Por otro lado, hay un aspecto muy interesante en la segunda temporada. Los que no la hayáis visto, ojo porque voy a contar cosas. Y vaya por delante que no he acabado de ver la serie, así que cuidado con lo que me ponéis 😛
Si os fijáis, en la segunda temporada, el asesinato de Laura Palmer actúa como un selluelo para luego entrar en el tema que de verdad parece interesarle a Lynch; los ovnis o espíritus o lo que demonios sea. En el capítulo 7 descubrimos al asesino y en el 8 muere, por cierto, en uno de los momentos más increíbles. Pero ojo, porque durante esos primeros capítulos plantea las bases de lo que viene detrás. Este concepto, el de hacer seguir al espectador un elemento de escasa relevancia, lo «inventó» uno de los más grandes genios; Alfred Hitchcock. Es lo que llamó Mcguffin. Hay una película de Hitchcock donde lo utiliza de una forma similar a esta, descubriendo al espectador que la importancia está en otro lugar a media película; «psicosis». Cuando empieza la historia, pensamos que nos cuenta cómo una joven escapa de la policía después de robar una maleta llena de dinero (este es el mcguffin). A media película la matan y descubrimos que lo realmente imporante es el hostal y sus «inquilinos»!!!
Por otro lado, uno de los momentos sobresalientes, como me dijo David, es el momento en el que se conoce al asesino. Allí se produce un juego muy interesante, mostrando indistintamente al «espíritu» que controla la voluntad del padre de Laura, y al padre mismo. ¿Os recuerda a una película? Si! Al final de «psicosis»!! Curioso puente, ¿no os parece?
Junto con este momento de cambio (alrededor del 8), que también se produce de alguna manera en la primera temporada en el capítulo 3 y el entierro de Laura, no sólo hay un cambio en el tema central de la serie, sino en casi todas las tramas, que pasan de mal a peor. Y llama la atención porque en muchas de ellas se produce aquello que los personajes deseaban. Y acaba por convertirse en una pesadilla. El caso paradigmático es el del dueño de la gasolinera, casado con una maniacodepresiva, y enamorado de la camarera de la cafetería. Como espectador, llegas a pensar que, a poco que su mujer fuera algo positiva, él lo llevaría mejor. Y, efectivamente, el cambio se produce. Y se convierte en una adolescente fogosa que es mucho peor que la anterior.
El planteamiento me encanta, aunque he de decir que los últimos capítulos que he visto, tras la solución del caso, no me parecen tan buenos (voy por el 15). Ya os contaré qué me parece lo que queda y la película. Eso sí, «fire walk with me» por siempre más.