Ada Colau, cara y cruz

Ada Colau

Estas semanas, el debate político en la ciudad de Barcelona, lo está centrando la figura de Ada Colau. Tanto los defensores como los opositores. Todos parecen estar o radicalmente a favor o radicalmente en contra. ¿Y si tuviera una cara y una cruz?

Desde que apareciera en el Congreso de los Diputados, Ada Colau ha ganado popularidad. Cuando se la vio como una amenaza, ya hubo quien quiso destruirla a través de un discurso que había sido muy efectivo en el pasado. Y hoy nos encontramos con tácticas menos agresivas pero con objetivos similares.

El nacionalismo ve en la candidata de Guanyem Barcelona una ambigüedad peligrosa para el proceso. Ella dice que votó Sí-Sí pero añade que no votará a favor de entrar en la AMI en caso que haya mayoría en el consistorio. Convocaría un referéndum, lo que añade complejidad a un proceso, ya de por si, complejísimo.

Centremos las cosas. Ada Colau tiene todo el derecho del mundo a presentarse. Con quien quiera. Tanto ella puede cambiar su opinión de ICV, como ICV puede cambiar sus puntos de vista, e incluso llegar a un punto de confluencia. El nacionalismo no está entendiendo un aspecto clave; los resultados del 9N. Si quieren ganar, necesitan 300.000 votos más. Estos votos ya no saldrán de los convencidos, sino de gente que puede ver en el proceso de independencia la abertura de un proceso constituyente para hacer un país diferente.

El caladero donde pescar esos votos están alrededor de la Colau. No priorizan la independencia pero no les sale urticaria cuando la candidata dice que está a favor. Y muchos de ellos se lo plantearían si se les ofrece garantías de que esto irá más allá de cambiar unas fronteras.

Los ataques furibundos, desde la prensa y desde las redes sociales, e incluso la guerra sucia (que se producen por primera vez en el lado secesionista) distancia emocionalmente a sus votantes de la opción por un nuevo estado. Es un grave error que las campañas del PP contra Catalunya deberían habernos enseñado que son contraproducentes.

¿Quiere eso decir que no se pueda criticarla? En absoluto. Las fuerzas netamente independentistas han de señalar el enorme riesgo que supone para el proceso un ayuntamiento de Barcelona contrario a la secesión y el riesgo que la Colau representa en este sentido. Y tiene otros flancos que pueden utilizarse, en especial su inexperiencia en todo lo que no sea la vivienda.

Que la Colau tenga derecho a presentarse sin que se practique con ella guerra sucia no significa que ella tenga derecho a gastar el tono de sus mitings. Ella misma se desautoriza cuando, básicamente, insulta a sus rivales políticos. Dudo que sume muchos votos. Las elecciones se ganan en el centro, algo que Rivera ha entendido perfectamente y que Iglesias está intentando con menos éxito.

Según las encuestas, la cosa está bastante empatada aunque me cuesta creer que CiU pierda las elecciones. El nacionalismo no está teniendo en cuenta que la Colau puede hacer de dique de contención de Ciudadanos. Ni me gusta que se busque destruirla ni me gusta su discurso. La cara y la cruz.