La sobreexposición de Pau

pau garcia milà

(foto de Irina González)

Hoy ha saltado la noticia de que en eyeOS están buscando nuevo capital para evitar el cierre. De hecho, el mes de abril no pudieron pagar las nóminas. El proyecto ha tenido el foco muy puesto encima porque Pau Garcia-Milà, uno de sus fundadores, se ha convertido en un gurú sobre emprendeduría. Hemos puesto a Pau en la palestra y hemos convertido este proyecto en algo así como un buque insignia. Radios, teles, conferencias, libros…

Yo conocí a Pau hace unos años, cuando el proyecto empezaba a tomar algo de proyección. No le he visto mucho más pero, cuando empecé a verle en los medios entendí perfectamente que le llamaran para hacer mil cosas porque era un chaval que no llegaba a la veintena y tenía una pasión que contagiaba. ¡Una empresa con 17 años!

Esto ha llevado a Pau ha estar demasiado expuesto, cosa que no era buena para él. Es un modelo a seguir en muchos aspectos, desde luego que sí. Pero alguien debería haber tenido en cuenta qué pasaba si eyeOS no salía del todo bien. Es evidente que se ha ido demasiado lejos. Al fin y al cabo, hubiera sido más inteligente esperar si Eyeos se convertía de verdad en un proyecto de éxito o no. Y ahora mismo está en la encrucijada.

En el sector hace meses que los colmillos empezaban a afilarse. Todo esto es un caramelo muy dulce para algunos que te deboran con la misma facilidad que antes te enaltecían. Twitter ya hierve. Lo tienen fácil. A Pau le han hecho hablar del fracaso sin haber pasado la experiencia. Ahora parece que no tendrá más remedio. En mi opinión, Pau tiene derecho a afrontar a su manera, sin cumplir estrictamente hasta la coma aquello que ha ido diciendo, y sin que ello signifique que lo crucifiquemos.

Pau ha sido un activo y estaría bien que lo siguiera siendo. El fracaso es cosustancial a montar cosas. Si al final la búsqueda de recursos fracasa, ¿le dejaremos tranquilo? ¿O lo acusaremos de 1000 cosas para luego olvidarnos completamente de él?  ¿Por qué? ¿Por algo que le ha pasado a todos los que han tenido la osadía de montar cosas? Quizás Pau ha abusado de la conferencia. Se me ocurren otros nombres que no han hecho otra cosa. Y lecciones, las que quieras.

Recuerdo hace unos años a punto de coger el metro en Barcelona con un amigo del sector hablábamos de un caso más pequeño pero parecido al de Pau. Un chico de unos 22 años que publicaba en su blog dando lecciones de todo tipo con un currículum más bien corto. Aquel chico, unos meses después, se esfumó tras el fracaso de su proyecto. Como si se lo hubiera tragado la Tierra. Y le cayeron palos para aburrirse. Salieron todas sus vergüenzas. Incluso examigos a los que debía dinero, lo anunciaron en twitter. Es verdad que eran otros tiempos en los que en twitter casi nos conocíamos todos personalmente. Pero, ¿haremos lo mismo con Pau? ¿Hemos pensado en cómo llevará todo esto emocionalmente?

Yo preferiría que Pau siga siendo un activo. Es verdad que, en mi opinión, Pau deberá hacer algo de autocrítica incluso si Eyeos supera esta situación. Los que le han empujado hasta donde está, también. Por más atractivo que pueda ser utilizar a un chaval brillante, no es una buena idea sobreexponer tanto a alguien tan joven a los medios.

El relato de la emprendeduría necesita de héroes. Es algo que comprendo. En España no es fácil encontrar estos personajes porque nuestra cultura latina castiga el éxito. Si alguien está dispuesto, démosle focos. Pero también démosle algo de tiempo para consolidarse. No hagamos que se nos queden en el camino.

¡Sort Pau!

El hábito hace al monje

monje franciscano

El hecho de emprender requiere un optimismo a veces desmesurado. Es difícil llevar algo a término si no te convences del proyecto que llevas entre manos, si no eres capaz de marcarte objetivos ambiciosos y, a la vez, levantarte cada mañana con la seguridad de que los vas a conseguir.

La lucha del emprendedor tiende a hacerse a solas. Y más en nuestro país, poco dado a las inseguridades y riesgos de una aventura de este calibre. Te ves obligado a convencer a empleados, amigos y familia de que las cosas van a salir bien. De que esa criatura que estás alimentando día a día llegará un momento en el que se hará mayor.

Y no siempre es fácil. Los temores pueden llegar a carcomer tus certezas con el consiguiente riesgo de arrastrar hacia abajo tus auténticas aptitudes y, con ellas, las posibilidades de tu empresa. Puede que a tu proyecto se le presentara un futuro más solvente si los miedos no te hubieran hecho mella.

Al emprendedor no le basta con levantarse cada mañana recordando cómo va a cumplir los objetivos de la jornada. Esta obligado, además, a visualizar con nitidez los objetivos cumplidos. A la empresa y a él triunfales, en toda su grandeza. Pero cuando uno se siente derrotado, esa actitud no sale de dentro con naturalidad.

¿Qué hacer si el miedo te atenaza? Si ya no sientes la seguridad que te había acompañado o si, simplemente, sueñas con crear algo pero la inseguridad puede más que tú. En ese caso, propongo contradecir al refranero popular.

El dicho dice que el hábito no hace al monje. Es la versión sacra del hecho que, a veces, expresamos con el verbo cosas distintas a las que delatan nuestras acciones. Sin embargo, la realidad viene a demostrar que ponerse el hábito de tanto en tanto te acerca a la vida monacal.

Levántate por la mañana y, cual monje piadoso repite la oración; «Hoy será un gran día». Será un gran día. No que puede ser un gran día. Sin duda lo será. Sin intentos, sin ojalás… Con toda la fuerza y con la seguridad que no tienes pero que debes recuperar por el bien de tus objetivos.

Mirarse al espejo con ese convencimiento, repetirse en voz alta antes de cada momento importante que vas a dar la talla. Que nada de a lo que puedas llegar a enfrentarte va a estar por encima de tus posibilidades. El mundo es tuyo… si te lo recuerdas.

Al principio suena ridículo; ¿Que será un gran día? Pero si hoy van a llamarme 2 clientes molestos, y no tengo tiempo de acabar un documento para mañana. Bueno, dale tiempo… Llega un día en el que, de repente y sin saber por qué, cuando acabas de decir la frase, se te escapa una media sonrisa mientras descubres que lo crees de verdad.

Algunas veces las dosis de luz que requiere ser emprendedor llega a superarte. Por eso, en las ocasiones en las que el corazón no bombea con la suficiente fuerza, deja que tus labios lo ignoren articulando la fe que necesitas. Ponte el hábito de monje feliz, consciente de sus grandes posibilidades. Antes de que te quieras dar cuenta, te habrás convertido al credo del optimismo.