Dos años discutiendo sobre el 9N. Dos años durante los cuales unos han exigido ser escuchados y los otros les han negado el derecho. Dos años donde el estratagema, el regate en corto, las evasivas y las amenazas han copado todo el debate. Tanto hemos puesto el foco en qué pasó el fin de semana pasado que ahora nos preguntamos: «¿y ahora qué?».
Todo el mundo coincide en que en Mas ha salido reforzado de esta partida. Donde no hay tanta unanimidad es en qué dicen los datos del 9N. Sinceramente, creo que los resultados son buenos por el soberanismo, pero no tanto como para pensar que ya han ganado la partida.
También está claro que ahora vienen las elecciones. Ya dije que, desde mi punto de vista, tanto CDC cómo ERC tienen unos incentivos enormes a llegar a un acuerdo. Desde mi punto de vista, la mejor opción es una candidatura única. Las bajas expectativas electorales de CDC (quizás ahora mejoradas por el éxito del 9N) por un lado, y el riesgo que CDC abandone el discurso secesionista después de las elecciones por el otro, hacen que si no hay candidatura única, el riesgo sea más alto.
Es cierto que la relación entre Mas y Junqueras está muy tocada y las relaciones personales son muy importantes. También lo es que Junqueras puede tener miedo al hecho que se publique alguna información respecto a CDC en plena campaña. Pero esta candidatura, con nombres de la sociedad catalana, no creo que sufriera tanto como si CDC fuera suela. Y, además, la prensa de Madrid está abusando tanto de mentir, que están perdiendo fuerza y credibilidad en Cataluña.
Las condiciones que se ponen mutuamente no me parecen insalvables. Mas quiere encabezar la candidatura. Cierto que su partido está en horas bajas, pero él no. Y Junqueras quiere la DUI en el Parlamento inmediatamente después de las elecciones. Ahora que ha matizado que esto «sólo» implica actuar como un estado, encuentro que es asumible por CDC (ir construyendo las estructuras, lo cual implica una rotura más progresiva).
Si llegan a un acuerdo (con o sin candidatura única) y, como parece, los resultados acompañan, en teoría este gobierno haría la DUI y abriría una negociación para repartirse los activos y pasivos con España. Es previsible que Madrid ni siquiera reconozca esta negociación. Y todo seguirá «igual» pero será «diferente». Tal como ahora, que la celebración del 9N ha roto algo. Además, el PP teme el giro del debate político hacia el regeneracionismo. Preferirán que el debate esté centrado en Cataluña. Alta tensión.
Si son inteligentes, durante unos meses descubriremos que la hacienda catalana está lista y nos pedirán que paguemos los impuestos en Cataluña, empezarán a asumirse competencias hoy del Estado sin preguntar y se tendría que convocar un referéndum. Esta vez sin necesidad de pedir permiso en Madrid.
Cómo acabará esto no lo sé. Me parece imprevisible. Tengo la sensación que muchos independentistas creen que con los ataques que recibiremos del PP será suficiente para seguir con el crecimiento que tiene el soberanismo. Sinceramente, me parece que esta vía ya está agotada.
Nos han llamado insolidarios, egoístas, ladrones, nazis, pro etarras, filo terroristas, manipuladores, asesinos… Quien no se haya convencido ya con estos argumentos, no lo convenceremos. En mi opinión, el sobiranismo ahora se tiene que acercar donde más cuesta que llegue su mensaje. Aquí Súmate y otras entidades cercanas al cinturón rojo de Barcelona tienen un importante papel.
Por eso creo que, ahora sí, es el momento de dejar de debatir del el proceso y hacerlo sobre por qué queremos que esto pase. ¿Qué modelo de estado queremos? Suecia, Dinamarca, Massachusetts, Venezuela… Hablo de modelos de país, de cuál queremos que sea nuestra fórmula para conseguir que la gente tenga una vida mejor. Estos argumentos poco románticos son los que nos pueden ayudar a convencer a mucha de esta gente.
El famoso #tenimpressa creo que no ayuda a sus objetivos. Esto se tendrá que cocer a fuego lento. Costará que toda esta gente haga una rotura sentimental con aquello con el que siempre se han sentido identificados.
Dicho esto, si el unionismo se mantiene en la lectura de que sólo votó una parte pequeña de la sociedad catalana, se estarán haciendo trampas al solitario como hace 6 años que se hacen. Esto los continúa poniendo en una posición de extrema debilidad. Y puede facilitar aquello que era casi imposible; la independencia.
Creo que se ha acabado la época del discurso basado en la táctica, en el que las partes tendrán que tomar verdaderos discursos constructivos. Los unos para convencer a aquellos sentimentalmente muy unidos en España. Los otros tendrán que abandonar los discursos apocalípticos y buscar entre su oferta, qué puede interesar a los que, en los últimos años, han desconectado de su proyecto. Es la hora de los para qué.