Pocos días antes del fin de año, recibo un mensaje privado a través de facebook. Es de una amiga a la que conocí hace muchos años en mi época de monitor de esplai. Aunque no éramos del mismo centro, compartimos años en los que coincidimos en encuentros de monitores y hasta montamos algunas actividades para niños juntos. Incluso compartimos más de una y de dos cervezas.
El mensaje era para avisarme que arrancaba un nuevo proyecto con otras dos personas, en el que intuyo han juntado varias de sus sensibilidades personales: gusto por los niños, ecología, sostenibilidad y una cierta cultura de cómo debe ser un jueguete (y, por tanto, cómo no debe ser).
Entre los 3 han lanzado un ecommerce de juguetes infantiles. Le han llamado El teu petit món (Tu pequeño mundo) y, por lo que respira la web, intuyo los valores que hace muchos años compartimos en montones de reuniones. Todo ello alimentado por un optimismo patológico de la emprendedora, que conozco bien.
Vender significa aportar algún valor a los clientes con tu trabajo. Ellos cubren un espacio del que pocos se ocupan y que tiene a un mercado cautivo; como ellos mismos son y explican en la web. Así que estoy seguro de que tendrán mucha suerte. Os invito a que le echéis un vistazo.