Ayer tuve la oportunidad de pasarme por el primer evento que se organizó en Barcelona de la innosfera. El tema eran las culturas digitales. Da mucho de si, ya que el contexto actual ha obligado a la mayoría de la sociedad a descubrir que esto de las redes sociales es más de lo que puede parecer a primera vista.
Los ponentes fueron Dolors Reig, profesora de redes sociales y consultora CTIC en la UOC, Adolfo Estalella, que trabaja como antropólogo en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, y Miguel del Fresno, doctor en sociología por la UNED.
Me sería muy difícil hacer un resumen y además creo que twitter lo hace mejor que yo. En todo caso, hubo bastantes perlas como puede verse en el enlace. Y si las contextualizamos, son aún más sobresalientes (vale la pena desvirtualizar).
Como ellos ya lo hicieron muy bien, prefiero dar mi punto de vista. Como a Miguel, a mi a veces me da la sensación que redescubrimos el perejil cada día. Y también me genera una cierta dificultad entender qué significa la expresión cultura digital.
Tengo la tendencia a percibir que la gente del sector, comprometida como está con las herramientas, tiende a sobrevalorar sus potenciales. ¡Cuidado! Eso no significa que sean pocos.
¿Cuáles son las grandes virtudes de las herramientas sociales y de internet más en genérico? Para mi dos:
– Acerca muchísimo el conocimiento. Lo pone al alcance de la mano. Si quieres aprender de algo, es mucho más fácil conseguir la información. Una mente inquieta encuentra en internet material con el que alimentar su espíritu.
– Conecta a las personas. Hace más fácil comunicarse con los que ya se comunicaba antes y aproxima a otros con los que nunca hubíeramos tenido relación. Obvio que tiene mucho que ver con el primer punto, pero tiene una significación emocional propia muy relevante. Por eso las separo.
En definitiva, conectividad.
Aunque estas cosas se han de decir con perspectiva, sí que parece que estamos viviendo un cambio de paradigma muy relevante. Una evolución que, en España, seguramente se hace presente con famoso SMS de «pásalo» y que tiene su versión actual con los indignados. Nuevas tecnologías pero reacciones similares.
Pero estas maravillas no pueden hacer suponer lo que no es. Tengo la sensación de que hay un discurso muy asumido de que el consumo y la televisión han enagenado al ser humano. Y que, por eso, la gente no piensa. Y que, gracias a las nuevas tecnologías, ahora la gente sí va a poder tomar decisiones. Yo creo que eso es hacerse trampas al solitario.
Mi opinión es que el ser humano tiende a alienarse porque la vida real conlleva preocupaciones. La forma de expresarse de esa alienación hoy es el consumo. Antes fueron otras cosas.
El conocimiento siempre ha sido una pastilla difícil de tragar. Conlleva esfuerzo, es lento y, los frutos tardan en llegar. No nos engañemos: la gente seguirá consumiendo los Sálvame del futuro porque la mayoría siempre optará por el escapismo.
Tomando una cerveza post evento, Javier Velilla me decía que él ahora puede leer el The economist y que antes no. Pero antes leer The economist era arduo. Y ahora… también. Lo que me lleva a pensar que Javier se está aprovechando de estos cambios. Pero no conozco demasiada gente que haga ese esfuerzo.
También hablando con Adolfo le decía que las propuestas de los indignados son las de siempre. Lo único que ha cambiado es el modelo relacional (que es muchísimo). Hasta el punto que quizás también cambie cómo nos relacionamos políticamente (algunos partidos, incluso de la derecha, están asumiendo parte del discurso e incluso, en Catalunya se está planteando la nueva ley electoral con aspectos propios de las plazas).
Lo que yo discuto es que el debate tenga más matices, más profundidad. El discurso no es ni más «inteligente» ni más «documentado». He ido varias veces a Plaza Catalunya a charlar con la gente. Y, más allá de que me encanta que la gente se movilice por cosas, no he tenido la impresión de que fuera un debate más maduro, menos maniqueo.
Esta revolución de acercar el conocimiento y a las personas las unas con las otras está cambiando muchas cosas. Lo que no va a cambiar es la naturaleza humana. Sus angustias persistirán. Y la actitud vital que eso conlleva, también.