Los carteles electorales 2012

Me gustaría dar un repaso, desde el punto de vista comunicativo, los carteles de los partidos para estas elecciones catalanas.

CiU

CiU en estas elecciones tiene una oportunidad pero, a la vez, un riesgo enorme. Artur Mas ha tenido la audacia que reaccionar delante de una petición popular masiva. Pero, a la vez, podría aumentar un espacio electoral españolista que, en las catalanas, acostumbra a estar dormido. Por eso, es muy imporante para ellos sumar el máximo de voluntades nacionalistas e independentistas.

Respecto a la cuestión nacional la imagen es muy atinada. Un montón de gente y muchas cuatro barras, que recuerdan la gran manifestación del 11 de septiembre. Además, hay esteladas pero… ¡Apenas se ven un par! Me parece inteligente porque sí que admite la idea de la independencia pero no genera rechazo entre los votantes de CiU que no la desean. Artur Mas parece mirar al futuro, con una media sonrisa y dibujando las 4 barras con las manos. Optimismo pero sin locuras.

En cambio, adolece de un error terrible. ¿Qué es lo más criticado de Artur Mas? Que tiene una actitud mesiánica (también temen que, al final, renuncie a la independencia, pero creo que el resto de la imagen responde bien a ese reto). Artur tiene una posición con los brazos estirados dibujando una cruz que nos recuerda a los mártires. A mucha gente le ha recordado a Charlon Heston en «Los 10 mandamientos» abriendo los mares. Y el lema «la voltuntad de un pueblo» redunda en ello. Esto no suma votos a CiU. En todo caso, espanta indecisos.

 

PSC

 

El PSC está en una situación política delicada. Navarro no ha tenido tiempo de dibujar su personalidad, de ponerla de relieve. Así que les va a ser muy difícil consolidarla en tan poco tiempo.

Respecto al cartel es una foto relativamente neutra. Recuerda a las portadas del Squire, que asociamos con diseño, con moda, con vanguardia. Además, le da una dureza a la expresión que creo intenta alejar al candidato de la imagen débil que ahora percibimos.

Respecto a la cuestión nacional, ni una sola referencia visual. Ni española ni catalana. Nada. Como en el caso de CiU, no aparece el nombre del candidato. Pero, así como en el caso de CiU parece buscar más el convertirlo en un líder al estilo de los films rusos de la revolución, donde el protagonismo era para la masa, en el caso de Navarro creo que responde más a lo poco conocido que es el candidato, lo que lleva a potenciar la idea «Federalismo» que, no lo olvidemos, es históricamente la opción más valorada por los catalanes en general.

 

PP

 

El partido popular tiene un cartel inteligente pero que se contrapone con el discurso que hacen. Doble referencia territorial en positivo: «Catalunya sí, España también». El logo del PP catalán con senyera incluída. Y una bandera catalana que, en su reverso, tiene una española.

Además, Alicia presenta una actitud alegre, sonriente. Viste de blanco, que la «centra» y la convierte en alguien «limpio». De alguna manera nos dice: «yo no soy quien provoca este follón».

Lo incomprensible es que luego, Alicia, cuando le preguntan diga abiertamente que su objetivo es «evitar la mayoría absoluta de CiU». Es decir, que el discurso en positivo del cartel no se corresponde en absoluto con lo que, luego, dicen en los micrófonos.  Alguna de las dos estrategias es equivocada. Y el propio hecho de que diverjan, también.

 

ERC

 

El cartel de ERC ha encontrado un espacio muy inteligente para diferenciarse de CiU. En primer lugar, recuerda que es de izquierdas. Antepone la izquierda al país. Y no sólo eso. Habla de la «izquierda de un nuevo país». Es decir, cuando los de convergència van, ellos ya han llegado. Transmiten la idea de que ellos ya están trabajando en el ese nuevo proyecto.

También remite a algo que a la izquierda le atrae poderosamente. Un nuevo proceso constituyente abre la posibilidad de construir un nuevo modelo de sociedad. Luego sí, «ganemos la independencia» y un cielo limpio que nos invita a ponernos a construir.

 

IC

 

El cartel de Iniciativa me encanta. Es joven, moderno. Iniciativa podría haber optado por un cartel que hablara del cabreo de la gente, de sus penurias y penalidades. En cambio, ha optado por una imagen que genera empatía con el candidato. Y el texto es precioso: «…Y tanto que podemos!».

A continuación, resuelve el conflicto entre si debe hablarse de independencia o de problemática social. «Derecho a decidir, sí. Derechos sociales también!». Sin equívocos. Y, por cierto, cada vez predomina más el verde sobre el rojo en los carteles de IC. No es que sea algo nuevo, pero en este caso el rojo está prácticamente desaparecido.

 

SI

 

La impresión que me da es que Solidaritat está en riesgo de quedar fuera. No sé si por eso o porque su alternativa ha quedado desdibujada precisamente al convertirse el debate por la independencia en centralidad, lo veo demasiado explicativo. Y, además, no dice gran cosa.

Entiendo que el objetivo es presentarse como garantes de la independencia. Lo que sucede es que para «demostrarlo» requieren de una frase larguísima.

 

Ciutadans

 

Albert Rivera, en cambio, tiene unas expectativas fantásticas. Su discurso va calando y tiene dos frentes: la unidad del estado y la limpieza de su expediente. Son la regeneración política unionista.

Como en el caso de la imagen del PSC la foto busca reforzar la idea de la «higiene» democrática con una foto muy neutra. La ropa blanca recuerda es su partido es impoluto, sin mácula.

A su corazón, que antes estaba ocupado por la bandera catalana y la española, han unido la europea. El movimiento independentista ha insistido mucho en la idea de seguir en la UE y también en el recelo que despierta incluso entre los independentistas el salir de Europa. Una inclusión en el cartel inteligente.

Empresarios, la CECOT y la soberanía de Artur Mas

 

El pasado viernes tuve la oportunidad de asistir a la cena de empresarios organizada por la CECOT todos los años en el Recinte Firal de Terrassa. Era la primera vez que asistía a una cena de estas características. A la cena han asistido muchos empresarios y muchas personalidades del país, además de algunos representantes de patronales españolas.

No es el mejor sitio para hacer networking. Demasiada gente como para establecer nuevos contactos de cero. Eso sí, es un buen momento para dejarse ver y reencontrar a algunas personas interesantes. Pero más allá de la cuestión personal que me ha llevado allí, haría las siguientes consideraciones que relacionan el evento con el contexto actual:

1º/ Acostumbra a decirse que el empresariado teme una independencia de Catalunya por lo imprevisible del final del proceso. Eso contrasta con la claridad con la que el presidente de la CECOT, una de las patronales más importantes de Catalunya, ha expresado el deseo de la patronal de dar apoyo a la aventura de Artur Mas.

Eso era algo que ya intuía en privado. Conozco a muchos emprendedores que la desean. Pero choca que alguien que representa también a grandes empresarios se atreva con tanto. Y más todavía que los aplausos en la sala costara que se silenciaran al acabar el discurso. Lo que supongo que le ha dado el ímpetu es la certeza de que (agárrense) más del 50% de los empresarios de la CECOT se manifiestan independentistas. Y casi la totalidad (97%) dicen que la relación ha de cambiar. Como decía, algo está cambiando…

2º/ Me ha chocado una cosa del discurso de Abad. En su speech ha recalcado la oportunidad que representa para Catalunya y su sociedad de hacer un estado más moderno y equilibrado que el actual. El español, al fin y al cabo, lleva centenares de años con inercias que son difíciles de cambiar. Aquí tendríamos la oportunidad de empezar de cero. Incluso ha citado empresarios españoles que, según él, le han dicho: «si lo hacéis bien, nos venimos». Y para ello ha interpelado a Mas con una pregunta: «¿Quin país volem?». ¿Qué país queremos?

Lo interesante del asunto es que los sectores de izquierdas independentistas dicen exactamente lo mismo: una nueva oportunidad para hacer un estado que tenga en cuenta lo importante.

3º/ Obviamente, la CECOT y los sectores de la izquierda divergirán en casi todo lo que consideran un estabo «bien hecho». Pero sí que demuestra lo que Artur Mas ha dicho cuando ha cogido la palabra: «tenemos un proyecto ilusionante». Catalunya está tan hecha polvo como el resto del sur de Europa (no sólo España). Es verdad. Pero hay un sueño colectivo que parece estar creciendo en gente día a día. Y ese sueño no consiste en la idea de separarse de España sino en el potencial que tiene un proceso constituyente.

Supongo que es por eso, por las oportunidades que presenta y por la componente de épica que tiene el reto de emanciparse, el proyecto gana adeptos día a día (ya veremos si suficientes el día que se formule la pregunta). Que los empresarios empiecen a expresar en público que se lo plantean es un cambio radical. Que transversalmente la sociedad esté viviendo el proceso como una oportunidad constituyente, también.

El porqué de la inmersión lingüística en Catalunya

Hoy el TSJC ha dado el que puede ser el estoque final a la inmersión lingüística en Catalunya. Desde España y muy esporádicamente en Catalunya (creo recordar que hay 5 demandas en todo el territorio) se ha apelado al derecho de los padres a decidir el idioma en el que quieren escolarizar a sus hijos en base a una teórica libertad de elección. Eso y un supuesto riesgo de que los niños crezcan sin aprender el castellano.

¿De qué libertad de elección hablan? ¿Cuándo han tenido los padres libertad de elección en la escuela? Un padre en España no escoge qué estudia su hijo. Ni cuántas horas dedica a cada tema. Si yo fuera padre, no tendría ningún interés en que mi hijo estudiara latín, y ocuparía más horas con asignaturas de carácter técnico que facilitaran una teórica inserción laboral posterior.

¿Sabéis por qué no les damos libertad de elección? Porque sabemos que estudiar historia, sintaxis, o biología, quizás no les será útil a la mayoría a nivel laboral (a no ser que se dediquen a esas áreas en concreto), pero les ayudará a algo superior: vivir. Les dará herramientas.

Pero obviamente, alguien podría decir: entonces, ¿por qué no hacerlas mixtas, o directamente en castellano? Me justificaré.
Alguien realmente patriota, alguien que realmente quisiera toda aquella riqueza cultural que hay en España debería estar encantado con la idea de que en España haya el multilingüismo que tenemos. Y debería protegerlo.

La clave reside en dos preguntas de calado: ¿Cuál es la función de los colegios? y ¿dónde aprenden los niños?

La respuesta a la primera pregunta es que los colegios educan a los niños de forma integral. Es decir, todos las dimensiones de su persona. Pero obvian (o sólo los refuerzan) algunos temas porque se da por hecho que ya hay otros ámbitos donde aprenden esas cosas, como por ejemplo a coger los cubiertos o a comer con la boca cerrada. Es decir, que los niños no sólo aprenden en el colegio, lo que contesta a la segunda pregunta.

Los niños no sólo aprenden a leer en el colegio. Cuando se compran un libro o cuando cazan un diario en casa también están aprendiendo a leer. Y esa es la primera clave de la inmersión lingüísitica.

En Catalunya la inmensa mayoría de diarios que se publican son en castellano (hoy, gracias a la aparición del diario ARA y la versión en catalán de La Vanguardia se ha practicamente equilibrado los diarios que se leen en los 2 idiomas, no los que se publican). De unos 50 canales de televisión, no llegan a 10 los que son en catalán. En los cines, el 95% de las proyecciones son en castellano. Hay muchos más libros editados en castellano y, encima, leer en catalán es más caro.

Es decir, la inmensísima mayoría de los contenidos disponibles en Catalunya son en castellano. Además, hay poblaciones (enormes) catalanas en las que escuchar catalán en la calle no es fácil a causa de la enorme inmigración llegada de otras regiones de España. Y no hablo de poblaciones pequeñas, sino de algunas de las más grandes.

Ese es un aspecto que no puede descuidarse cuando se habla de educación. Mucha gente de mi edad (alrededor de los 30) no habla nunca en catalán porque los catalanoparlantes tienden a pasarse al castellano cuando están con alguien no catalanoparlante, por lo que no necesitan usarlo.

La presión del castellano, con 400 millones de parlantes en el mundo, es enorme, por lo que un trato idéntico en el colegio no es un trato igualitario. Comprender la diferencia entre idéntico y igualitario es esencial (y su contrario muy obtuso).
Pero, ¿qué pasaría si ello implicara que los niños sólo supieran castellano de una manera «no formal» tal como estuvo el catalán en la dictadura? La experiencia demuestra que esto es radicalmente falso.

Las calificaciones en castellano de Catalunya no son inferiores a la del resto de los españoles. De hecho, muchas veces son superiores. ¿Gente que se expresa mejor en catalán que en castellano? Por supuesto que la hay. ¿Y qué? Hay mucha más a la inversa. Incluso me atrevería a decir que muchos serían incapaces de construir una frase en catalán, cosa que a la inversa no conozco absolutamente a nadie.

La inmersión lingüística es, también, un modelo convivencial. Los niños nunca se han visto separados entre los «españoles» y los «catalanes». Eso entraña ciertos riesgos.

¿Intento decir que no hay nada de político en la decisión de la inmersión lingüística? Por supuesto que la hay. Como en el caso de su contrario, el modelo que ahora pretenden imponernos. El modelo actual defiende una Catalunya con identidad propia, con un idioma diferenciado, con una cultura que debería ser vista como una riqueza.

La inmersión lingüística es absolutamente imprescindible para salvaguardar un idioma que debería ser visto por todos como una riqueza forma parte de la riqueza cultura ya no española sino del mundo. España parece preferir la uniformización. Conste que un castellanoparlante nieto de inmigrantes confía en que no lo consigan.

MEMÒRIES (Temps de construir) de JORDI PUJOL (vol. 2)

La gente que me conoce sabe que siento auténtica fascinación por el personaje Jordi Pujol (no tan intensamente aunque también por su política y su obra de gobierno). Muchas veces pienso que, con independencia de las identificación que uno pueda sentir por él, ha conjuntado dos conceptos básicos en política que hace tiempo no veo en nuestro país; lideraje y decisión para tomar medidas más o menos populares.

El libro lo he leído en su lengua original; catalán. Desconozco si lo han traducido ya o no. De todas formas, hablaré de esta versión. Este segundo volumen está centrado en la época que se inicia en la transición hasta el 93, cuando el PSOE pierde la mayoría absoluta en Madrid y el papel de CiU toma relieve.

Es sabido que el libro se ha escrito en base a unas conversaciones y material que el expresident de la Generalitat ha pasado a Manel Cuyàs, director adjunto de El Punt y creo que íntimo amigo suyo. La mano y diligencia de Cuyàs se nota en la elección de las palabras, en el orden de las ideas y en la voluntad de aclarar hasta el último detalle. Tengo a Pujol por un personaje mucho más anárquico y apasionado. Pero, como lector, agradezco los esfuerzos por situar las cosas y por no dar por hecho que has leído el primer volumen.

En el fondo, el libro es un alegato en defensa de su obra de gobierno. Lo comprendo y, además, me parece lo razonable. En algún momento también deja escapar alguna autocrítica, pero de forma muy superficial. Insinúa que, a veces, la política te lleva a tomar decisiones contrarias a tu ideario, y en otros casos es categórico con su error, como cuando para no ayudar al PSOE, decidió dar libertad de voto frente a la entrada a la OTAN (probablemente provocando ello la derrota del referendum en catalunya).

Aún así, me hubiera gustado algún elemento más del tipo; aquí no llegamos (quizás porque no se pudo), aquí no negocié bien esto, o en esto perjudiqué los intereses de Catalunya y/o España. Y llega a molestarme algún punto del libro donde ataca al PSC asumiendo lo que este hubiera hecho en caso de gobernar. No creo que la figura de Pujol esté en discusión como para que haga falta algo así.

Acabarlo me ha dejado una sensación dual y contradictoria. Por un lado, hubiera agradecido algo más de «sangre» no con cosas que no pasaron sino con cosas que pasaron. Puntos conflictivos, con nombres y apellidos, crisis de gobierno, situaciones de tensión con Unió (que todos sabemos que hubo), o con el gobierno central… Es verdad que habla de las grandes crisis; Banca Catalana, los incendios del 94, el fracaso del proyecto reformista y cosas por el estilo.

Pero como catalán y como ciudadano le agradezco que los rencores se los haya guardado para él y no haya encendido el ventilador acusando al personal. Como persona me interesa mucho conocer los tejemanejes que se cuecen en la política pero sé positivamente que es malo para el país que alguien los saque a la luz.

Yo creo que el libro transmite los valores esenciales de la política pujolista o, al menos aquellos que él siente como propios (y he de decir que, en esencia, estoy de acuerdo en que eran la base de su política); un catalanismo no asentado sobre el conflicto sino sobre el respeto. Cree que España le debe más de lo que se le ha reconocido. Y doy fe que no siempre le ha venido bien desde el punto de vista electoral…

Al leerlo, no puedo evitar una cierta nostalgia. Sé que no todo era bueno ni en Catalunya ni en España. Pero tengo la sensación de que Pujol tenía los objetivos claros. Y, sobre ellos, hacía pivotar toda su política. No es crea que no aparecerán nunca más políticos como él (sería absurdo y, aunque de otro perfil, quizás Aguirre estaría en esta línea pero no puedo asegurarlo porque no conozco los detalles), pero hay que reconocer que a nivel estatal y a nivel catalán no tenemos ninguno a la vista.