Wert y la ley de educación

wert y la ley de educacion

Desde hace un par de semanas el debate español vuelve a estar centrado en la relación entre Catalunya y España. Ha trascencido que Rajoy quiere bajar la tensión con Convergència sin, eso sí, calentar una relación en horas muy bajas. Pero Wert parece que no se enteró y, en su afán por «españolizar a los niños catalanes» ha presentado una ley de educación que cambia sustancialmente el estatus del catalán en la escuela.

No pienso perder un minuto justificando de nuevo el por qué de la necesidad de la inmersión lingüísitica en Catalunya. Ya lo hice. Y expliqué que tratar de forma igualitaria a dos lenguas suele implicar no tratarlas de forma idéntica.

También cuesta creer que haga falta demostrar la obviedad de que el PP tiene, entre sus sueños húmedos, hacer desaparecer, ya no el catalán, sino la cultura catalana. Todo ello siguiendo aquella máxima del «divide y vencerás» con la lengua después de que todas las formas de catalán excepto la balear toman nombres diferentes al propio, en algunos casos de lo más sui generis. Y el balear ya se están insinuando. Y si no, al tiempo.

Lo que ya es de un cinismo descomunal es una España tan preocupada porque los niños catalanes no aprenden castellano (aunque los estudios internacionales digan lo contrario) cuando hay una decena de casos de demanda de estudiar en castellano y a ninguno le preocupe los miles que piden escolarizarse en valenciano y, en cambio, no les ofertan la plaza.

Y algunos bien intencionados dicen, y no con falta de razones, que quizás lo que busquen es precisamente que discutamos esto para no debatir lo «realmente importante»: la calidad de la educación. A mi me parece fantástico. Eso relega a que la lengua «no es importante», lo que casi roza lo insultante. Pero si hay que debatir sobre «lo importante», lo hacemos. Si hace falta discutimos por qué los jóvenes no encuentran trabajo. Porque somos tan malos en matemáticas y en comprensión lectora.

Tienen razón. No hay debate. Al menos no educativo. Si incluso PISA dice que el nivel de castellano de los niños catalanes es tan bueno o tan malo como el del resto de españoles. La inmersión funciona para enseñar las dos lenguas. ¿Este debate que abren las instituciones españolas es educativo? No, es identitario. Nacionalista.

Discutamos, pues, de lo importante. Pero si ello implica que deje pasar como si nada que el catalán pase a ser una «especialidad» me niego. No es mi responsabilidad que el debate esté desnaturalizado. Es de ellos, de la oligarquía de poder instalada en los aledaños del congreso de los diputados.

Así que, si hay envite del toro Wert, responderé. Responderemos como pueblo. Ya lo estamos haciendo. El mismo día que nos decían que somos unos esencialistas, los parlamentarios españoles recurrían en Europa una ley de patentes porque no podía patentarse sólo en la lengua de Cervantes.

Wert es un toro bravo. Y nosotros no tenemos demasiado poder. Muchas veces, cuando queremos echar mano no tenemos ni banderillas ni estoque. Incluso a veces nos cuesta encontrar el capote. Quizás nos dé caza con sus temibles astas. Pero lucharemos. No nos lo miraremos desde la barrera.

Lo digo con todo el respeto, pero nosotros no somos la Comunidad Valenciana. Y sí. Desde aquí le pido a mi futuro gobierno que, en caso de que nos impongan esta ley, se declare insumisa. Y, sin perder un minuto, entonces sí. Hablemos de hay que hablar: educación.

Los posibles pactos en Catalunya

Mas Junqueras

 

Hace ya algo más de 1 semana de los resultados de las elecciones catalanas. Ahora ya sabemos que CiU tiene menos apoyo del que tenía y que el gran triunfador de la noche fue ERC. Que por primera vez en toda la historia, la primera y la segunda fuerza política han presentado un programa por la independencia. Y que, a pesar de ello, el españolismo se siente triunfador.

Después de las alegrías que se llevó el unionismo, en mi opinión equivocadas, por el tortazo que se pegó CiU, las caras ya no tienen la sonrisa inicial. ¿Por qué? Pues porque aunque la aritmética diga otra cosa cosa, la realidad es que sólo hay un pacto posible y que, además es poco probable.

CiU no puede pactar con el PSC. El PSC necesita rehacerse. Lleva 10 años en caída libre y, en realidad, corre un severo riesgo de pasar a un ostracismo eterno. La crisis alimentará que sus votantes migren a ERC entre aquellos que quieren más nación, a IC aquellos que quieran más izquierda, y a Ciutadans aquellos que quieran más España.

Tampoco puede hacerlo con el PP. El grado de beligerancia ha sido muy alto. Si ha habido un partido que ha insistido de malas maneras en toda la porquería que vertió El Mundo sobre CiU ha sido el PP, tanto desde Barcelona como desde Madrid.

Así que la única opción es ERC. En cierto modo, la sonrisa inicial del unionismo se ha quedado algo congelada. Por eso el ministro Margallo ha pasado de hablar de cáncer a pneumonía (nota al margen quede lo lamentable que es llamar a una opción democrática como cáncer, lo que demuestra que son calificativos no exclusivos de la caverna mediática extremista). Menos grave, pero grave al fin y al cabo.

Es cierto, a mi me cuesta creer que haya referendum. Quizás lo haya porque intuyo en Junqueras unas formas poco propias de los políticos, pero en malas condiciones (demasiado deprisa, demasiado poco pensado). Eso sería peor para los independentistas que el hecho de que no se haga.


Explica Toni Soler
en su artículo semanal en el diario Ara que lo inteligente sería generar unas condiciones que hagan inevitable votar sí. Pone el ejemplo de la transición, donde votar en contra de la constitución, donde no tuvimos más remedio que votar a favor de cosas desagradables, era casi tanto como apoyar la dictadura.Eso no evita que haya elementos esperanzadores para el independentismo. Que el mundo visualice el partido de gobierno y el primer partido de la oposición son fuerzas independentistas tiene una fuerza enorme. Si en vez de emperrarse en querer correr mucho, se dedican a construir estado, las cosas podrían ser diferentes.

El problema es que, como expliqué la semana pasada, el pacto es altamente inestable. A pesar del tono constructivo de Junqueras. Dudo que Junqueras tenga fácil convencer a sus bases de lo que pretende. Y también parece que Duran y Unió están volviendo a modificar el discurso.

Y ese es el segundo temor del PP. Si la Generalitat no tiene estabilidad suficiente o sucumbe a las intenciones de la izquierda de disminuir la reducción del déficid, España entera sufrirá las consecuencias en los mercados. La victoria moral del unionismo le puede salir cara. Su sonrisa se ha congelado.

¿El proceso por la independencia se parará?

arc de triomf

Ayer publiqué un post en el que señalaba que el independentismo ganó claramente las elecciones de este fin de semana. Los datos cantan. Algunos se nieguen a aceptar la realidad, como se ve en la conversación que mantuve por twitter con el secretario general de las NNGG del PP en Catalunya. Claro que la conversación acabó cuando me instó a que mirara la prensa internacional. Curioso que, después que le demostrara que, efectivamente, la leo, se acabara la conversación.

 

twitter con Marcos

Dicho esto, ¿creo que el proceso independentista tiene posibilidades en esta legislatura? Mi impresión es que muy dificilmente. Y si en esta legislatura no se tira adelante, pasarán muchos años antes de que volvamos a tener una oportunidad. Parece contradictorio con el hecho de que yo diga que el apoyo aumenta ¿no?

La poética está clara. Hay un pueblo bastante unido en torno a la idea de abrir un proceso constituyente. Bastante más de la mitad del parlamento ha votado por partidos pro independencia. Falta un escaño para los 2/3 apoyando el derecho a decidir. 1 millón y medio de personas en la calle. La épica de un pueblo enfrentado a unas instituciones poderosas…

Pero, ¿y la realidad? La crisis ha tenido un efecto catártico. Lo ha acelerado. Las dificultades económicas han puesto de relieve el trato injusto que recibe Catalunya en lo económico. Y el movimiento independentista ha crecido como la espuma. Pero esta moneda tiene un reverso. Gobernar es tremendamente impopular.

La lógica secesionista invita a un pacto CiU + ERC. Que CiU tiene todos los incentivos del mundo para pactar con ERC es evidente. Pero, ¿y ERC?

Para empezar, las bases de ERC son muy de izquierdas. Mi impresión es que son muy contrarios a pactar con CiU nada que vaya más allá de un referendum. Pero CiU va a necesitar alguien con quien pactar presupuestos y, por tanto, recortes. Si no los pacta con ERC, ¿con quién? ¿Es compatible un pacto con el PP en lo económico y otro con ERC en el proceso independentista? ¿O con el PSC? Parece obvio que no.

¿Y cómo actuará el gobierno central frente al envite? Cortando el grifo, lo que se traduce en más recortes. Y en más desgaste. ¿Asumirá ERC ese esfuerzo a cambio de qué? ¿La práctica desaparición a cambio de la independencia? Me cuesta creer, la verdad.

A todo eso, hay que añadir motivos históricos. Las relaciones entre los dos partidos no han sido nunca buenas. Cuando ERC apostó por el tripartit, se abrió una herida de difícil sotura. Por si fuera poco, ERC ha apoyado a CiU una vez. Fue Heribert Barrera en los años 80. Eso comportó una hegemonía de casi 25 años de CiU y la práctica aniquilación de Esquerra. ¿Se atreverá a repetir la jugada?

La única vía que veo abierta es que el actual líder de ERC Oriol Junqueras no tiene la vocación de perpetuarse en la política. Ya era conocido antes de ser candidato por colaboraciones en los medios. Quizás esté dispuesto a sacrificarse a cambio de un objetivo mayor. Eso cambiaría la realidad que estoy pintando e, incluso, podría llegar a reforzarlo por la simbología de que los dos primeros partidos (izquierda y derecha) vayan juntos por un objetivo superior.

Si el proceso se para ahora, los independentistas probablemente tardarán en tener una nueva oportunidad para llevar a cabo sus objetivos. Si, en cambio, las fuerzas catalanistas se unen, tendrán una fuerza moral enorme. Comeremos los turrones con las respuestas. Mientras tanto, conformémonos con las uñas.

La independencia gana y no lo sabe

Palau de la Generalitat

Ya tenemos el nuevo Parlament. Los resultados han sido una sorpresa. CiU ha obtenido unos resultados mucho peores de los que cualquiera podría esperar y, en paralelo, el secesionismo se ha mantenido como hegemónico a pesar de la alta participación.

Hace unos días publiqué un post donde intentaba dar algunas de las claves. Decía que sería un error pensar que una derrota (moral) de CiU significa una derrota del independentismo, como dan a entender los medios de Madrid. Yo sacaría las siguientes conclusiones:

Por un lado, a CiU le ha salido el tiro por la culata. Ha fracasado en su objetivo. Pretendía consolidar su posición en una época difícil para la gobernabilidad, y el nuevo parlamento exige acuerdos que la complican aún más.

Pero no puede tampoco olvidarse una serie de cosas: Ha más que duplicado la segunda fuerza política en votos absolutos. Y ha conseguido mantener el control sobre el gobierno en una época en la que absolutamente todos los gobiernos se ven barridos cuando llegan las elecciones.

Por último, Mas tiene una gran virtud. Dice las cosas como son. O, al menos, como le parecen. Con una franqueza cristalina. La lectura que está haciendo CiU de la caída me parece muy inteligente y alejada del típico cinismo al que estamos acostumbrados. Sin eso, las elecciones le hubieran ido peor.

Respecto a la cuestión del soberanismo, que no os engañen. El triunfo del independentismo es espectacular. En Catalunya, para las elecciones autonómicas había menos participación que en las generales siempre. El mito era que los que no votaban era porque eran españolistas y no se sentían representados. Esta vez no se han quedado en casa. ¿Y cuáles son los resultados?

1.768.810 personas han votado partidos que reclaman la independencia frente a 1.278.689 que se oponen. Rozando los 500 mil votos de diferencia. Digerid eso. Da igual si los escaños son 2 menos.  Hacen mayoría absoluta de sobras. Y si se contrastan estos datos con los de las anteriores elecciones y teniendo en cuenta que CiU ha pasado de una posición ambigua a una posición netamente independentista, esto es lo que sucede: el independentismo ha incrementado su apoyo en 243.886 votos frente a 210.236 votos unionistas. Vuelve a ganar el independentismo.

Es verdad que presuponer que esos serían los votos favorables a la independencia y los contrarios es muy atrevido. Ni todos los votantes de CiU votarían a favor ni todos los del PSC votarían en contra. No he incluído los de IC ni en un lado ni en otro. Ni, por supuesto, los de las fuerzas extraparlamentarias excepto los de UPyD que sí sabemos qué quieren a este respecto. Lo que sí podemos inferir es que los catalanes no le temen a una independencia.

De todas formas, entiendo que hay un juego de minar la «moral» del rival. Entiendo que ahora la prensa y los políticos que controlan la capital del Estado vendan que el soberanismo no funciona. Doy por hecho que ese será el mensaje por mucho tiempo. Si se quedan sólo en eso se estarán equivocando. Volverán a ningunear al independentismo y ello no hará más que aumentar su apoyo social.

La tercera lectura es que la gobernabilidad será muy complicada. Apoyar a CiU puede ser un harakiri para ERC. CiU puede hacer algunos gestos por la vía de aumentar los impuestos a los ricos, pero los recortes seguirán siendo inevitables. Quizás la disyuntiva de ERC sea un futuro prometedor para ellos o un futuro que prometen para el país.

Creo que el proceso sufrirá un parón a no ser que ERC de verdad decida ir a muerte. Mas ha quedado debilitado. Pasearse por Europa explicando el proceso no es una opción. A no ser que le apoye Junqueras. Por primera vez en la historia, la primera y la segunda fuerza son independentistas. Este es un cambio espectacular. La imagen de un pacto CiU y ERC podría verse como un proyecto de país muy potente. La primera y la segunda fuerza política apostando por el proceso.

Pero para los que no queréis la independencia aún tenéis esperanza. Las fuerzas catalanistas han acostumbrado a no ser demasiado capaces de colaborar. Así que me cuesta ver el pacto CiU+ERC. Sin ese pacto, no veo posible el proceso. Y tampoco la gobernabilidad. Vienen años difíciles. Y, al menos, hasta navidades la incertidumbre será máxima.

¿Cuál es el verdadero riesgo del independentismo desde mi punto de vista? Las ideas necesitan líderes creíbles. Entre otras cosas, el secesionismo ha crecido porque lo lidera gente potente. Si ahora, ya sea porque el país se vuelve ingobernable o porque gobiernan y lo hacen mal, podría sufrir un retroceso. Ahora, más que nunca, lo tienen que hacer bien.

Si los políticos catalanes actúan como se presupone que harán, el proceso se podría paralizar por unos cuantos años. El proceso entra en una vía incierta. El españolismo, habiendo perdido, se ha apuntado un tanto. Pero la corriente de fondo sigue. Quizás lleve más tiempo. Pero si las cosas no cambian, seguirá creciendo.

El final de la campaña

Por fin se acabó la campaña. Hoy disfrutaremos de la tranquilidad que nos da a los votantes el absurdo día de reflexión y mañana los catalanes sabremos qué composición tiene nuestro nuevo parlamento. Frente a la decisión que muchos ya tenemos tomada se me ocurren diversas reflexiones.

En primer lugar, CiU ha conseguido que el debate sea esencialmente identitario. Los partidos de la oposición esperaban poder desviar el debate al drama social que vivimos. Tenían una baza fuerte: la vaga general europea (del sur) del 14N. Pero El Mundo con su portada consiguió visualizar aquello que CiU llevaba tiempo asegurando que pasa: «las instituciones de Madrid nos tienen rabia». Y el debate volvió al punto que CiU deseaba, en contra de lo que pretendía el diario.

En segundo lugar, la campaña de El Mundo en contra de Artur Mas demuestra el bajo perfil democrático de este país. Cualquier persona medianamente objetiva se da cuenta de que esta información, si el líder en vez de llamarse Mas se llamara Jonqueras o Casademunt, la noticia hubiera sido igual cambiando el apellido. Lo demuestra la noticia falsa casi calcada de hace unos años sobre Carod Rovira. Todo ello lo convierte más en un ataque a las instituciones catalanas que al propio president.

Explicaba Juliana unos meses atrás que en el parlamento español los cambios de gobierno siempre han sido después de situaciones dramáticas. Las desinformaciones de El Mundo, que preveo pasará meses tratando de demostrar, y el seguidismo vomitivo (no tiene otro nombre) de algunos partidos, especialmente el PP, y algunas instituciones demuestra que aún tenemos mucho que aprender de lo que significa la palabra democracia.

Quiero decirlo bien claro. Es verdad que en Catalunya los medios de comunicación siguen una lógica de manipulación de la realidad en función de lo que muestran y ocultan. De cómo explican las cosas. De qué titular les dan. Y es lamentable. Pero también es verdad que esta idea de crear informaciones que no se sustentan y no tienen ninguna base argumentativa es impensable aquí. Al menos hoy por hoy. Honestamente, creo que España necesita reflexionar sobre sus medios muy seriamente.

En tercer lugar, mi opinión es que, en contra de lo que preveían, esta campaña anti Mas le ha venido muy bien a CiU. Personalmente tenía la sensación y las encuestas en teoría lo confirmaban que estaba perdiendo el punch inicial. No hay encuestas post pseudonoticia, pero mi percepción es que le vendrá bien a CiU.

En cuarto lugar, ha sido lamentable hacer un seguimiento en las redes sociales a los partidos políticos. Han entendido mal de qué va esto. Me decía mi amigo Gonzalo Martín este lunes que la ética blogger ha desaparecido. Tiene razón. Pero algo ha quedado: la honestidad que pedimos a los personajes públicos en las redes sociales. Llenar el hashtag de un debate diciendo que tu líder lo ha hecho bien cuando lo ha hecho mal, más que sumar a tu candidato le resta.

En quinto lugar, el unionismo, entendido como los partidos que buscan mantener la unidad con España, sólo dan argumentos en negativo. La gente se suma a proyectos positivos, no a la imposición ni al miedo. O cambian de discurso cada vez tendrán menos apoyo social.

En sexto lugar, y ligado a este primer punto, el independentismo ha conseguido internacionalizar el conflicto. Es un hecho. No sólo eso. El mundo anglosajón simpatiza con la causa y, aunque tal y como explica Juliana hoy en La Vanguardia están por ver sus motivos, el hecho cierto es que están consiguiendo su objetivo. Campañas tanto diseñadas desde Catalunya como desde fuera.

Algunos dicen que son las elecciones más importantes de toda la historia de la democracia española por las consecuencias que puede comportar. Confío en que esos mismos, llegado el momento, sean coherentes con esa idea y asuman aquello que el parlamento catalán dicte. Sea lo que sea.

Cómo interpretar los resultados de las elecciones catalanas

En España el parlamento es relativamente fácil de interpretar. El bipartidismo simplifica las cosas. Hay un partido de centro derecha (PP), uno de centro izquierda (PSOE). Y luego represnetantes minoritarios, ya sean ideologías (como IU o el regeneracionismo populista de UPyD) o por nacionalismos regionales (CiU, PNV…).

Visto ese panorama, intuyo que un parlamento como el catalán debe ser difícil de interpretar para alguien poco acostumbrado a que haya tanta igualdad entre tantas fuerzas. ¿Cómo interpretar unos resultados de este tipo? ¿Por qué CiU parece que no va a sufrir desgaste después de hacer unas políticas tan impopulares?

En España hay, esencialmente, 1 eje: el social o económico. En Catalunya hay 2 ejes: el social y el identitario.  Un bipartidismo en cada uno de los ejes nos lleva a 4 partidos. Y luego las minorías, claro.

En el eje social, CiU y PP a la derecha y PSC y ERC a la izquierda. Ciutadans y SI no lo tenemos aún claro. En el eje identitario, la cosa es más compleja: CiU, SI y ERC están en el lado del nacionalismo catalán. El PP y Ciutandans netamente por el nacionalismo español. El PSC tiene una posición más compleja. Reconoce la identidad catalana pero parte de su perfil de votantes no es nacionalista catalán.

Pero es aún más complejo. Hay un perfil de votante de derechas que vota CiU en las catalanas y PP en las generales. Este perfil tanto puede ser nacionalista catalán pragmático (que prefiere votar una fuerza mayoritaria en España y garantizar que gana la derecha) como nacionalista español pragmático (que hace lo mismo que el votante catalanista de derechas pero al revés con el mismo resultado).

Queda la interesante postura de Iniciativa. Van desde un españolismo muy moderado e hiperrespetuoso con la realidad catalana como un independentismo que prioriza lo social a lo nacional. Su postura es: que el pueblo opine y nosotros a los nuestros les damos libertad de elección.

Por último, las CUP parecen estar llamando a la puerta y no me los quisiera dejar. Son un partido de un izquierdismo convencido. Nace desde el municipalismo (algo digno de ser estudiado la influencia de los municipios en todo este proceso) y es netamente independentista.

A partir de estas premisas: ¿cómo deben interpretarse los resultados de la elecciones de este fin de semana? Desde mi punto de vista, estas son las claves:

Clave 1/ No simplificar. Salga lo que salga. Tan equivocado es decir que si CiU saca mayoría absoluta en Catalunya la gente quiere la independencia como decir, si no lo consigue, que no.

Clave 2/Si se busca interpretar el rechazo o aprecio a la independencia (que no la voluntad definitiva de la gente) que tengan los resultados depende de las sumas. Si CiU, ERC, IC, SI y las CUP suman más de la mitad, el nacionalismo catalán se llevará una buena victoria moral. Querría decir que, cuanto menos, a una parte importante de la sociedad le parece bien hacer un referendum. Todo indica que será así.

Clave 3/ Si además CiU, ERC y las CUP son mayoría sin necesidad de IC, querría decir que el independentismo, al menos, no genera rechazo. ¿Querría decir que saldría sí en un referendum? No necesariamente. Mucho votante de CiU dudo que votara si a la hora de la verdad. Pero cuidado, algunos votantes del PSC, otros de IC y otros que podrían quedar ocultos si SI y las CUP no entran, votarían el sí. Dicho con otras palabras, no resolveremos aún qué prefieren los catalanes. De todas formas, todo indica que la suma rozará el 60%.

Clave 4/ La suma de votos (que no de escaños) del nacionalismo catalán debe superar es el millón y medio de papeletas (1.524.924 para ser exactos). No estoy contando ni a IC ni al PSC (donde, como he dicho, hay independentistas).

Si el nacionalismo español supera el millón de votos (sus resultados en las anteriores fueron de 1.068.453) seguirá muy por debajo del catalanismo. Si no crecen mucho debería hacerles pensar que el independentismo tampoco espanta a la gente. En todo caso, un crecimiento relevante podría demostrar que es capaz de movilizar sus bases.

Clave 5/ De cara a una posible independencia, hay 2 millones de abstencionistas de los que, probablemente, muchos votarían. Pero hoy por hoy, es imposible decir a favor de qué.

Intuyo los titulares de la prensa de Madrid si CiU no saca la mayoría absoluta. Si hablan de fracaso del independentismo estarán cometiendo un nuevo error si los sufragios independentistas aumentan o se mantienen. Seguiremos sin la respuesta. Lo que sí nos dirán los resultados es qué cautiva más a los catalanes. Ya sólo tenemos que esperar unos días…

 

¿Nos queremos?

Hace unos días, mientras preparaba el post sobre el manifiesto de los 300 intelectuales, me encontré una foto que me hizo pensar. La foto es la que aparece sobre estas líneas. Me llamó la atención la frase: «Nos queremos». Y todo ello rodeado por la bandera catalana y la española. Formulado como pregunta es interesante: ¿nos queremos?

Lo que denota el mensaje es claro: Catalunya y España nos queremos. Puedo estar equivocado pero esta imagen tiene pinta de estar sacada de alguna expresión, ya sea en forma de miting, manifestación o evento, de algún partido o entidad unionista. Unionismo entendido como un colectivo que defiende la unidad de España.

Lo interesante es, pues, no es lo que denota sino lo que connota. ¿Y qué connota? La práctica totalidad de los españoles y también muchos catalanes unionistas, interpretan que el amor a España y la voluntad de permanecer en ella son una misma cosa. ¿Cómo podría alguien querer a España y, a su vez, querer dejar de pertecer a ella?

Todo ello lleva a una conclusión clara. A pesar de que ya casi nadie niega en Catalunya que el trato que nos dispensan las instituciones españolas, especialmente en lo económico, no es justa, el cariño al estado sólo puede expresarse por la vía del unionismo: queriendo participar de sus instituciones. Si se la quiere, se cambia desde dentro.

Pero todo ello contrasta con una realidad. Los gestos independentistas, cada vez más, basan su discurso en el mensaje positivo. En las manifestaciones no se insulta a España y los españoles. Se habla de la voluntad de la gente. Se habla del gusto que da pasear rodeado de tant gente que piensa como uno. ¡Ah! Y se reparten pegatinas que rezan «España, país amigo».

Debemos modificar el paradigma del debate. Acabe como acabe esto no puede construirse sobre animadversiones. Ni sobre recelos. Ni odios. Si España supera este trance como los unionistas quieren debe acabar porque en España se respeta la singularidad catalana como algo enriquecedor. Si lo hace a través de la independencia, es fundamental que seamos países amigos. Si no hermanos.

Yo quiero la independencia. No sé si alguna vez lo he expresado tan claramente en el blog. Pero yo no odio España. En España tengo mis raíces: mis abuelos paternos nacieron en Aragón. Parte de mi familia vive en Valencia, en Andalucía, en Madrid. He pisado casi todo el país. Tengo buenos amigos. Leo a los escritores españoles y veo sus películas. ¿Cómo iba yo, ya no a odiar, sino a no estimar España? ¡Imposible!

Los odios y las animadversiones no podemos permitirnos que dominen los debates. Odiar no construye. El amor tampoco implica querer compartir cama. Negar las profundas relaciones que nos unen roza lo ridículo. Construir desde el afecto es mucho más inteligente sin que eso deba implicar que no se puedan abrir ciertas puertas.

¿Artur Mas ha robado?

La respuesta es, no lo sé. No tengo ni idea de si el padre de Mas se quedó con dinero para luego dárselo a su hijo en algún paraíso fiscal. Tampoco sé si es verdad que los Pujol tienen una caja en un banco Suizo justo al lado de la que tienen los Millet. Lo que sí sé seguro es por qué sale justo ahora una información de este tipo.

Quede claro y vaya por adelante que, si de verdad hay cualquier indicio por mínimo que sea, hay que tirar de la cuerda todo lo que sea necesario. Sin ningún tipo de paliativo. No quiero ser sospechoso de nada. Ahora bien, antes de hacerme un juicio sobre alguna información juzgo otros aspectos.

En primer lugar, hay que tener en cuenta la fuente. En este caso, la noticia nace en El Mundo en un artículo firmado por Eduardo Inda. ¿Y quiénes son El Mundo y Eduardo Inda?

El Mundo es un medio de centro derecha españolista. De centro por decir alguna cosa. Lo dirige Pedro J. Ramírez. Este tipo, por llamarlo de alguna manera, se ha significado por insultar a los catalanistas e independentistas. Ejemplos los hay en twitter, donde llega a caricaturizarse a si mismo. En algunas de sus cartas del director ha hecho cosas similares. Asimilaciones de nacionalismo catalán y nazismo han sido habituales.

¿Y Eduardo Inda? Eduardo es uno de sus secuaces, aunque parece que su relación ha empeorado desde que le animara a tomar la dirección de un proyecto muerto: VEO TV. En todo caso, fue el director del diario Marca en su época más oscura. La época en la que, siendo el club catalán tan superior, se servían de villaratos, dopajes y similares para intentar desestabilizar.

El grupo de El Mundo siempre ha servido los intereses de la derecha. Hablamos de una derechona rancia.  Muy españolista. Una derecha desde la que se ha articulado un ataque sistemático a los catalanes que no opinan como ellos. Que han servido a un discurso muy poco respetuoso y orientado a la mentira sistemática.

¿Hemos olvidado la increíble y tediosa maniobra de demostrar que el 11M fue ETA? ¿Puede haber algo más rastrero? Aprovechar la muerte de 200 personas. Mentir con tal de demostrar que hay unos malos muy malotes que son los culpables de todas las maldades del mundo. Por cierto, por si no lo sabíais, ha llegado a ser condenado por esto (aunque después de escribir tanta basura, nadie le dio demasiada importancia).

Y resulta que ahora estem tandem tan creíble dice ahora que Artur Mas y Jordi Pujol tiene dinero escondido en Suiza. Pues qué quieren que les diga…

Haciendo gala de su estilo, ignoran que el Ministerio de Interior dice desconocer estas investigaciones. No sólo eso: el propio juez niega que haya ordenado ninguna investigación nueva. Es decir, que el juez no tenía ni idea.

Y todo este chiste de este duo dinámico sale una semana antes de las elecciones catalanas. ¿Saben lo que es el criterio de oportunidad? Es un concepto jurídico que consiste en una negociación entre cuando «destapar la liebre» y detener a los acusados o esperar con el fin de encontrar más información. Este concepto también tiene importancia en los medios de comunicación. ¿Por qué sacar hoy esta noticia y no mañana?

Y ahora lo que se le exige es que responda. O sea, no sólo le quitamos la presunción de inocencia sino que hacemos que recaiga en él el onus probandi. Es decir, le exigimos que demuestre que es inocente. Menuda desfachatez.

Sinceramente, todo esto me suena muy raro. Todo me da a entender que es una jugada. Yo necesito mucho más que un titular del bueno de Pedro J. para tragarme todo esto. Y, si encima firma Inda, me lo ponen fácil. No sé si han robado, pero no me lo creo.

 

El Manifiesto de los 300

Explica Enric Juliana que todo el movimiento secesionista catalán está moviendo cosas en Madrid. Obviamente hablamos de esa Madrid institucional, no de la gente de la calle que las sufre igual que nosotros. Madrid oficial e, incluso, oficiosa en algunos casos. Esa Madrid que no tiene despachos pero sí influencias.

En ese maremagno imagino que entre la preocupación y la incomprensión ante lo que está sucediendo, aparece el manifiesto de los 300. Es un manifiesto en la línea de lo que muchos años se ha reclamado en Catalunya de una forma mayoritaria: un reconocimiento nacional vehiculado a través de un modelo federal.

Creo que, en todo caso, son necesarias algunas valoraciones :

1º/ Personalmente agradezco la voluntad que intuyo en el documento. Se hace un reconocimiento al hecho nacional catalán, cosa que hace mucho aspiramos a (volver a) oir. Creo que muchos de ellos (no todos) intentan buscar una vía de solución a la constante tensión territorial.

2º/ Con independencia de lo primero, este mensaje llega tarde. Muy tarde. ¿Dónde estaban estos intelectuales cuando Aznar semana sí semana también nos insultaba? ¿Dónde estaban cuando aprobamos el nuevo estatut y se recogían firmas en contra de la decisión del pueblo catalán? ¿Dónde cuando al estatut le «pasaron el cepillo» y el TC nos humilló con una sentencia que tiró por tierra lo que el pueblo había votado? Porque los federalistas les reclamamos mucho. Pero ellos callaron. No debía ser importante.

3º/ Cuando el manifiesto dice que «los independentistas convierten su particular idea de España en el chivo expiatorio sobre el que cargar todos los malestares» o que «la afirmación de que España perpetró agresiones contra Cataluña es una desgraciada manipulación del pasado» están negando aquello que ha llevado a un potente crecimiento del sentimiento soberanista. Y asegura que no han entendido el movimiento.

4º/ Por si no fuera poco, insinúa que los catalanes somos unos abducidos. Dicen que el manifiesto es «para responder al creciente secesionismo estimulado por Convergència i Unió». Vamos, que todo esto es coyuntural porque es la mejor manera para que los partidos no «asuman sus graves responsabilidades en la equivocada gestión de la presente crisis económica y en los abusos en que incurrieron y dejen de exculparse bajo el supuesto expolio perpetrado por España». Sin la crisis y sin los abusos, esto no pasaría. En otras palabras: los catalanes somos imbéciles. Ellos no saben que uno de los gritos de la manifestación del 11 de Septiembre fue «Si crides independència, per què votes Convergència?» (Si gritas independencia, ¿Por qué votas Convergència?»).

5º/ Pero lo más grave es que tachan a los independentistas de antidemocráticos. Por cierto, lo mismo que dice esta derecha que nos toca soportar: «los independentistas para llevar adelante su denominada transición nacional se proponen violentar la ley democrática». La «ley democrática»…

6º/ Finalmente, como ellos son profúndamente demócratas, ya nos dicen que «si ese sentimiento de forma mayoritaria se manifestara contrario de modo irreductible y permanente al mantenimiento de las instituciones que entre todos nos dimos, la convicción democrática nos obligaría al resto de los españoles a tomarlo en consideración para encontrar una solución apropiada y respetuosa». Hombre, pues muchas gracias por «sentiros obligados» a «tomar en consideración» la independencia como una opción sí y sólo si hay una mayoritaria manifestación «irreductible» y «permamente» en el tiempo. Aunque sea para acabar con «las instituciones que entre todos nos dimos» (que son fuente de maná democrático, claro). Muchas gracias, de verdad.

El manifiesto viene a demostrar que es verdad que se mueven cosas. Que las cosas van en la dirección correcta, hacia un reconocimiento del agravio. Pero el texto sigue transmitiendo la idea de que la «legalidad» y, por tanto, la «democracia» está de su parte. Y, al menos a mi, me agrede. Y que si aquellos que estábamos esperando piensan esto, costará mucho encontrar una solución.

Lo que no dicen las encuestas

Cuando se acercan unas elecciones, las encuestas se convierten en uno de los elementos más importantes. Condicionan el voto a través de los titulares que generan. Pero, ¿qué información de verdad nos dan las encuestas? ¿Cuál es su verdadero valor? ¿Qué es lo que esconden?

En primer lugar, las encuestas no sirven para saber cuántos escaños sacará cada partido. Ni mucho menos. Sirven, eso sí, para medir tendencias. Para saber, a lo largo del tiempo, si una marca política mejora su percepción popular o la empeora.

En segundo lugar, los datos se «cocinan». Suele interpretarse como que se manipulan. Y probablemente sirven algunos intereses (luego hablaremos de eso). Pero, en todo caso, tiene mucho sentido cocinarlas.

La metodología de este tipo de encuestas se basa en el siguiente mecanismo: preguntan a la gente qué votará y se le pregunta qué recuerda haber votado en las anteriores elecciones (entre otros). Estos dos datos se combinan para ajustar más el resultado a la realidad. Así preguntando a relativamente poca gente, ajustas mucho el resultado.

Por ejemplo, imagina que en la encuesta sale como resultado que CiU pasa de 64 a 80 escaños. Parece un crecimiento excesivo. Pero si resulta que la gente te ha contestado también que votaron masivamente a CiU en las anteriores (más que lo que, en realidad sucedió), podrás corregir a la baja los resultados de CiU ajustándote más a la intención real de la gente.

En el fondo, se trata de utilizar los datos del pasado para saber qué pasará en el futuro. A mi esto me genera una duda. Estamos frente a las elecciones catalanas más emotivas de la historia de Catalunya y quién sabe si las más importantes que se han producido en España en toda la historia de su democracia moderna. La manifestación del 11 de septiembre ha cambiado el paradigma catalán colocando la independencia en el centro del debate político. ¿Es válido mirar lo que pasó hace 2 años para saber qué pasará? No lo tengo claro.

Asumiendo que la metodología es válida, se producen algunos fenómenos curiosos en las que se están realizando para estas elecciones. Me centraré en las que está efectuando Feedback para el Grupo Godó (La Vanguardia, RAC1, 8 TV).

El apoyo a la independencia sigue siendo mayoritario pero ha visto mermados sus apoyos de una forma muy rápida. Es comprensible que haya una reflujo a la baja después de un crecimiento espectacular. Ahora la gente lo ve como algo factible. Además, las insituciones del Estado han puesto en marcha la máquina del miedo. Normal que pierda algunos apoyos.

CiU hace 1 mes tocaba la mayoría absoluta cuando no la tocaba. También desde hace 1 mes, según las encuestas, ha perdido apoyos. Hasta 3 puntos desde más de un 43% a un 40% pelado. Quizás sea así. Al fin y al cabo, como el apoyo a la independencia, está sujeto a tendencias. Y el ambiente está tan convulso que puede sufrir variaciones drásticas en un tiempo récord.

Ahora bien, hay otra respuesta que lleva el mismo tiempo que la intención de voto a CiU variando. Y, en mi opinión, es incomprensible. A la pregunta, «¿qué idioma habla en casa habitualmente?» las respuestas que yo esperaría deberían ser muy estables. La gente no cambia el idioma de su casa cada mes. El catalán ha caído del 45,8% al 39,1% (casi 6 puntos). El castellano ha subido 2 puntos (del 30,3% al 32,2%).

Y aquí surge la pregunta. Asumo que en entre los catalanoparlantes es más probable encontrar a votantes de CiU. ¿Puede explicar esta variación una modificación del perfil del encuestado? ¿Puede haber un sesgo? Como no dudo que toda información está condicionada por aquel que la hace y emite, ¿puede estar interesada CiU en que se diga que están cerca de la mayoría pero que no la obtienen para movilizar su electorado? ¿O quizás se les fue la mano y ahora tratan de ajustar los resultados a la realidad?

He de decir, en honor a la verdad, que la empresa que hace las encuestas para El Periódico (GESOP) obtiene unos resultados muy parecidos a los que ofrece La Vanguardia.

La mezcla de estos dos datos me hace dudar de lo que leo estos días. No tengo ni idea de qué pasará. En mi porra CiU no obtiene la mayoría y el PSC no cae tanto como todo parece indicar. De aquí a 2 semanas tendremos la respuesta. Que la fiesta no decaiga.