Europa recarga las pilas al independentismo

Junqueras y Maragall

Desde que se fijó fecha y pregunta para el referendum de autodeterminación en Catalunya, todo el debate sobre la soberanía ha girado en torno a lo que debía pasar en las elecciones europeas. Hoy, con los resultados en la mano, ya podemos hacer algunas valoraciones rápidas.

En primer lugar, se visualiza la enorme implantación de las tesis de Junqueras. ERC está consolidando el rol que tuvo en tiempos de la república; un partido casa de mucha gente. ERC ha multiplicado sus votantes más que por 3; de 181.213 a 594.149. Pero hay un dato aún más relevante. En las elecciones europeas la participación es siempre menor. En cambio ERC ha recibido más votos que en las catalanas, donde hubo más de 1 millón de votos más. En las catalanas obtuvo 498.124, lo que refleja un enorme crecimiento y fidelización.

Demuestra también que Maragall y la NeCat tomaron una opción estratégica acertadísima. Las siglas del partido han aparecido en todas partes asociadas a la victoria. Conduce a una lectura interesante: los votantes del PSC que entendían el país de una cierta forma, tienen una nueva casa.

CiU ha aguantado el chaparrón. A pesar del desgaste de gobernar, a pesar de Duran i Lleida y a pesar de no haber ganado las elecciones, ha ganado en voto absoluto (de 441.810 a 548.718). El gran riesgo del partido es que a Mas se le conteste desde dentro. No haber ganado lo aumenta, pero parece haber aguantado el tipo.

Los grandes derrotados; PSC y PPC. Que en este contexto de más de medio millón de votos más, el PSC pierda casi la mitad de los sufragios (de 708.888 a 358.539) y el PPC el 30% (de 354.876 a 246.220) los desacredita absolutamente como referentes para entender la realidad catalana. La paradoja es que son los partidos que tienen opción de gobernar en España. Esto acentúa la distancia entre las dos realidades.

Dudo que Navarro y Camacho aguanten mucho más al frente. Pero el problema no son sólo ellos sino la lectura que hace el partido. Intuyo que los sustituirán por perfiles aún más duros. Y será un error.

De los datos no podemos extraer ninguna conclusión definitiva respecto a lo que los catalanes quieren porque la participación es baja. Sí que se evidencia el estado de movilización de unos y de otros. ERC+CiU+IC suman el 65% de los votos (1.401.421 frente a 762.632 del resto). De hecho, la suma de PSC+PP+C’s (762.632) apenas suma algo más que solo el PSC en las elecciones de 2009 (708.888).

El objetivo de los soberanistas era que en Europa se hiciera la lectura que los catalanes están interesados en Europa y en ser escuchados. Es cierto que Catalunya ha aumentado su participación una barbaridad, más de 10 puntos (de 36,9 a 47,6). Pero con dos «manchas». Ni se ha superado el 50%, que era el reto, ni se ha sobrepasado a España de mucho (no llega a 2 puntos). ¿Creo que llamarán la atención? Creo que sí.

Eso sí, la lectura que se hará entre los poderes madrileños es que Mas ha perdido y, por tanto, el proceso. Desde hace unos meses tengo la impresión que estos poderes ya entienden de qué va esto. Ya entienden que es el pueblo quien empuja. Por eso atacan más a entidades que representan a la sociedad y no tanto a los partidos.

Pero de cara al pueblo español, de cara a las publicaciones, seguirán «vendiendo» que Mas nos ha abducido. Y que, por eso, el proceso ha entrado en un impasse. De nuevo será mentira. Que en ciudades como Terrassa, Sabadell, Tarragona, Lleida, Girona y… Barcelona haya ganado ERC-NeCat tiene un calado enorme, por muy elecciones europeas que sean. Incluso en Cerdanyola, mi ciudad, que es eminentemente castellano parlante y de familias emigradas del resto de España. Por muy baja participación que sea. Sergi Castañé ha colgado este mapa del área metropolitana (históricamente socialista y menos permeable al nacionalismo). Lo dice todo.

Area metropolitana

La sociedad catalana ha dado un nuevo paso hacia ser consultada. Cuando los pueblos claman, los poderes pueden retrasar los sucesos pero nunca pararlos definitivamente. El precio de la dilatación para el poder es ir perdiendo el control. Cada día que pasa sin oferta española y sin una solución que evite la consulta, es una pequeña victoria del soberanismo. Veremos si la breve calma hasta las próximas elecciones (en 1 año hay elecciones locales) permite a Rajoy alguna oferta.

De vueltas al relato

Vía Catalana

He hablado varias veces en el blog sobre la importancia del relato en la política. Las sociedades tienen una mítica colectiva que otorga legitimades y poderes que se dan «de facto». Y los políticos tratan de llevar ese relato a su terreno tanto como pueden porque eso los convierte en centralidad política.

Un buen ejemplo de ello es Gibraltar. Los españoles, en general, sienten que aquel territorio es legítimo de España, aunque no forme parte de su mapa oficial. En cambio, los ingleses también lo sienten como propio. Ello lleva a un choque de legitimidades, que suele basarse en discursos más emotivos que, de verdad, racionales. Paradógicamente, la gente siente que sus opiniones son de lo más «razonadas». Esa es la gran fuerza del relato.

A raiz de un debate en twitter, he vuelto a sacar el concepto respecto al proceso independentista catalán. En alguna ocasión he justificado que la gran manifestación del 11 de septiembre de 2012 cambia por completo el relato. El derecho a decidir se convierte en centralidad. Y eso «centra» al independentismo. Por primera vez, los independentistas se miran y se plantean si son mayoría.

Recuerdo que en 2009 se presentó un libro «Jo no sóc espanyol» (Yo no soy español) donde gente conocida afirmaba que era independentista.Creo que el título dice mucho del independentismo pre sentencia del TC de 2010. La afirmación nacional era en negativo. Se hacía difícil sumarse a un proyecto en el que el objetivo principal no era ser catalán sino dejar de ser español.

Pero eso cambia radicamente en 2010. De los por qués no estoy muy seguro. Si sé que la reacción coherente con el pasado en aquel momento hubiera sido un cabreo monumental. Lo que pasó es que mucha gente dijo: «Basta». Pero fue un «basta» con voluntad de cambiar las cosas. De construir. Y eso traía como consecuencia abandonar el «yo no soy» para pasar al «soy y quiero afirmarme como». Diferencia sustancial.

Conforme el relato independentista ha ido calando, élites academicistas han dotado al independentismo de un cuerpo teórico muy potente. A cada argumento por la unidad, se ha enviado una respuesta razonada y razonable. Hasta el punto en el que mucha gente que se siente española se siente incapaz de contestar esas argumentaciones. Frente a eso, han tomado tres actitudes diferentes: los que aceptan los postulados de la independencia, los que lo entienden pero no pueden sumarse por el corazón, y los que se molestan porque son minoría, sin darse cuenta que antes les tocó a otros.

Una de las claves reside, precisamente, en que es factible sentirse español y, en cambio, querer la independencia. Porque el relato, a pesar de lo que publican en Madrid, no es anti español sino pro catalán. Sin ese click, hubiera sido imposible un cambio tan sustancial en una Catalunya donde, incluso los que se apellidan Puig o Domenech, de segundo apellido tienen Rodríguez, Martínez o Fernández.

En cambio, el relato español, paradógicamente, es profundamente excluyente. Ni los Martínez se pueden sumar a un «si os vais, os haremos la vida imposible». ¡Entre otras cosas porque viven aquí! No hay ni un solo argumento por parte de los «generadores» de relato (políticos, medios…), que vaya en la línea «España merece la pena». Algo sobre lo que los españoles deberían abrir una reflexión (con independencia del caso catalán).

Eso es lo que lleva a que gente muy cercana a mi hace muy pocos años lloraban (literalmente) al escuchar el himno de España (por ejemplo, en las olimpiadas de Barcelona, o después de ganar un Mundial de Fútbol) y hoy dudan. Cuando no, tienen claro que votarían un rotundo sí. Puedo equivocarme, pero mucha de esa gente está deseando un mensaje conciliador de España. Están deseando una buena oferta para tener una excusa para dar el no. Pero que llegue, se hace aún más imposible que la propia independencia (que ya es harto difícil).

A medio plazo y de seguir así las cosas, el relato catalanista ganará. Eso sí, su gran reto es que, ahora que se siente mayoría, no se pase al discurso excluyente. Sería un grave error estratégico hacer sentir a los que defienden el «no» que esta no es o no podrá ser su tierra si gana el «sí». Porque entonces muchos votarán «no». Y, sobre todo, porque aunque ganara el «sí», sus emociones van a seguir ahí. Donde estaban. Y han de tener el derecho que hoy no tengo dentro de España. O esto no merecerá la pena.

La caída de CiU

Artur Mas

Casi desde la misma celebración de las elecciones autonómicas catalanas, la rumorología ha apuntado a que CiU podría estar sufriendo un enorme desgaste. Por un lado, parece bailar al compás de ERC y dicen que la gente prefiere al «original». También CiU y Artur Mas están trasmitiendo un derrotismo que lleva a la gente a desapuntarse de una opción que no se percibe ganadora.

Lo sorprendente ha sido cuando alguien se ha atrevido a publicar los datos en forma de encuesta que luego el CEO ha confirmado. ERC sería la fuerza mayoritaria. Junqueras está haciendo un buen trabajo, eso es evidente. Pero que se giren las tornas tanto como para un cambio de este calibre llama la atención.

No puedo evitar pensar en aquellos que se burlaban de Artur Mas tras las elecciones y le decían que no había leído bien lo que decía la calle y añadían que el secesionismo había fracasado. Estos resultados no hacen más que consolidar que el camino a la consulta es imparable. Diga lo que diga la ley. ¿Cómo lo pararán? ¿Suspendiendo la autonomía? ¿Metiendo en la cárel a Mas por sedicioso? ¿Enviarán los tanques? ¿De verdad nos regalarán un error de ese calibre?

De todas maneras, no lo puedo confirmar pero, hasta donde yo sé, es cierto que ese tipo de estupideces ya sólo se dicen para el populacho. Las altas esferas de poder de Madrid parece ser que están preocupadas. Y además saben que una España sin Catalunya no es económicamente viable. Y que por mucho que sea el único país europeo que se niega sistemáticamente a reconocer todas las independencias que se producen en el mundo, la cosa no estaría tan clara a su favor como podría parecer.

Por otro lado, y tímidamente, ya empiezan a publicarse propuestas muy inteligentes para dificultar el proceso. Algunos están estudiando hacer un referendum con tres opciones. Ya le colaron una así a Jordi Hereu cuando era alcalde de Barcelona. Y así le fue. Algunos, desde Catalunya, parece que estarían dispuestos a apoyar una propuesta así. Lo que me pregunto es si los catalanes nos meteremos un autogol histórico (otro más) de este calibre.

Es verdad que la situación es muy difícil para Artur Mas. Necesita colaborar con Junqueras porque, como se desmarque, las acusaciones de que no quiere llegar hasta el final se corroborarán. Este tren va muy rápido y bajarse en marcha es muy peligroso. ¿Y continuar? ¿Qué costes tiene?

Yo tengo dudas. Muchas. Los datos arrojan unas cifras muy malas para CiU. Desde luego, Artur Mas ha de preocuparse. Pero yo no tengo claro que Junqueras pueda dormir convencido de que será el futuro presidente. En primer lugar, los movimientos estadísticos tan rápidos me generan una gran desconfianza. ERC recibiría algo más de 1 de cada 4 votantes de CiU en las elecciones anteriores. ¿En sólo 6 meses? Y estas estadísticas pierden fiabilidad con cambios así porque obliga a que se «cocinen» mucho.

En sengundo lugar, cuando preguntan a los votantes de ERC qué opinión les merece la gestión del gobierno y, sobre todo, qué opinan de Artur Mas, el apoyo es anormalmente alto. Lo que a mi me sugiere este resultado (y esto no es nada científico) es que muchos votantes de CiU se van a ERC como garantía de que se consuma el proceso y que si Mas cumple su palabra, muchos de ellos volverán.

De todas formas, quizás lo que estamos viviendo es un vuelco histórico. Pero no respecto a CiU sino respecto a la estructura del voto. La historia tiene mucho más peso en el presente de lo que nos pueda parecer. Quizás la anormalidad histórica haya sido la residualidad de ERC durante 40 años de democracia cuando en la república había sido el partido transversal. Quizás esa sea la función histórica de Junqueras, devolver a ERC a su sitio natural.

Esto hará (y está haciendo) daño a Mas, pero a quien creo que más le afecta es a PSC. Al fin y al cabo, Catalunya independiente o no, necesitará una referencia conservadora donde CiU puede instalarse sin mucha competencia. Pero si ERC se hace con el centro izquierda moderado, ¿qué lugar le queda al PSC? Y, aunque no es el tema de este post, debo reconocer que me sorprendió un poco el tono de El Periódico respecto a la encuesta que publicó. Es evidente que hace daño a CiU. Pero, ¿será también un giño a ERC? ¿Estará descontando que el PSC se queda fuera de juego?

sorpasso de ERC

Sea como fuere, lo que no se mueve ni un milímetro son las respuestas respecto a la independencia. La centralidad política se mantiene en el derecho a decidir y en que se celebre una consulta (incluso los datos podrían considerarse altos en partidos del no). Eso sí, la esquizofrenia catalana se mantiene. De entre todas las opciones sobre el futuro de Catalunya, la mayoritaria es la independencia, pero la suma de preferencias por ser una región, una autonomía y un estado federal gana. Respecto a si estaríamos de acuerdo en que Catalunya fuera un estado independiente, arrasa (literalmente) la independencia. Y, finalmente, si creemos que la gente votará sí o no, empate técnico. Por cierto, para los que teman por la lengua española en una Catalunya independiente, gana por goleada una cooficialidad con el catalán, también entre los independentistas.

Nacionalismo y patriotismo

No son pocas las veces que hemos escuchado «yo no soy nacionalista, yo soy patriota». Pero, ¿cuál es la diferencia entre un concepto y el otro? Los que defienden la distinción señalan que el patriotismo tiene que ver con el amor a la patria, a lo propio. Un concepto que viene muy de lejos. En cambio, el nacionalismo es un concepto más moderno y tiene que ver con el desprecio a lo ajeno.

En cambio, esas mismas personas hablan sin tapujos que la única nación es la española. No dudan que España es una gran nación. Al gran debate político anual le llamamos debate del estado de la nación. Lo «otro», suponiendo que lo concedan, son «nacionalidades». ¿Cómo es posible que «nación» esté tan denostado para unas acepciones y, en otras, sea positivo?

El concepto nación nace con la revolución francesa unido al de ciudadanía y se expande en la época del romanticismo. Con él se forjan la nación y democracia francesa, las unificaciones alemana e italiana… Y cala la idea del estado nación. Los problemas del nacionalismo llegan cuando un señor con mala leche, que provocó 50 millones de muertes, decidió llamar a su máquina de matar nacional socialismo. Es curioso. El concepto socialismo quedó intacto, quizás porque tuvo un contrapoder. El nacionalismo estará unido para siempre al genocidio.

No es de extrañar que una mente tan privilegiada como la de Einstein recelara de una región al norteste de España donde unos tipos se hacían llamar nacionalistas. Lo cierto es que, cuando lo conoció de primera mano, dijo: «ahora os entiendo, pero no le llaméis nacionalismo».

De acuerdo, hemos convertido la palabra en pecado. Pero, ¿qué diferencia real hay? Quiero decir, ¿cómo puede alguien sentir con orgullo que él forma parte de la nación española, y luego añadir que no es nacionalista? De otra manera: ¿qué hace diferente a un patriota español y a un nacionalista catalán?

Un patriota espalol disfruta viendo ganar a la selección española. Le gusta ver a Alonso en lo alto del podium y saca pecho cuando un científico español da con la clave del cáncer. Se enorgullece de los pintores que la historia ha decidido prestarle y se emociona viendo la riqueza paisajística de su país. Por no hablar de la gastronomía. Por supuesto, le duele que sus políticos tengan poca influencia en el mundo, o que le insulten porque es «vago».

¿Y un nacionalista catalán? Pues no puede ver la selección catalana, pero le gustaría. Le gusta que gane Pedrosa o Jaume Alguersuari. Valora sus científicos, paisajes, gastronomía. Y, claro, le molesta que sus políticos no decidan tanto como le gustaría a él, que le insulten… Es decir, lo mismo.

¿Lo mismo? De hecho, no. Porque él no disfruta de su selección. Tampoco puede decir que a él Alonso le importa tanto como a un español Romain Grosjean. Le miran raro. Por ley, sus símbolos son menos símbolos que los del patriota español. Por ejemplo, las banderas españolas han de estar en el sitio preeminente. Y, por supuesto, aunque proteja la lengua mucho menos que el patriota español, se excede. Es decir, que son lo mismo. Lo que les diferencia es que el patriota español está legitimado. El catalán, no.

¿De dónde emana la legitimidad? Del estado. Los sociologos se pasaron muchas décadas asimilando patriotismo y nacionalismo. Hace 30 años que dejó de ser así. Siempre encontraremos filósofos dispuestos a decir lo contrario y, curiosamente, son los mismos que se llaman a si mismos patriotas. Pero la mayoría reconocen que no hay distinción posible.

El debate lo abre el experto en psicología social Michael Billig, que construye el concepto nacionalismo banal. Banal no porque sea minúsculo, sino por lo contrario. Lo banal es tan habitual, forma tanto parte de la vida cotidiana, que se percibe como «lo normal».

Por ejemplo, es normal ir a la plaza de la Cibeles de Madrid y que esté llena de banderas. Y es normal que, cuando salen los toros, la plaza esté presidida por banderas españolas. No es que pase, es que es «lógico». No puede ser de otra manera.

cibeles

Hasta hay cosas preocupantes. En la semana santa, los pasos salen a la calle con el himno de España seguidos por la legión, que canta «el novio de la muerte«. Menudo cockel, ¿eh? Patria, fe y ejército.

Ya hablaré otro día de los medios de comunicación, pero hoy un apunte. Se dice que TV3 trata de imponer una idea de nación catalana. La prueba gráfica es el mapa del tiempo. Representan «els paisos catalans» y no sólo el principado. Lo que no dicen es que Tv3 se veía en las 3 comunidades hasta que lo impidió el PP. Es decir, que era el territorio de su audiencia. ¿No parece normal que una televisión dé el tiempo del territorio donde se emite?

mapa del tiempo

Muy bien, a pesar de lo dicho, acepto que un mapa del tiempo configura la percepción de la realidad. Si asumimos esto, ¿pensáis que el mapa del tiempo de TVE y del resto de cadenas no crea marco de referencia? ¿Qué le confiere al mapa de TV3 de un poder especial que el mapa de TVE no tiene? Son líneas, son mapas…

mapa del tiempo tve

La fuerza del nacionalismo banal es que, a través de su normalización, se incorpora con fuerza en el imaginario colectivo. Es así como niega su propia existencia. Se le detecta porque lleva a sus defensores a respuestas del tipo: «porque es lo normal», «¿dónde estamos?», «lo pone en tu DNI»… Razones que son más emociones que realidad.

Nacionalismo y patriotismo

No son pocas las veces que hemos escuchado «yo no soy nacionalista, yo soy patriota». Pero, ¿cuál es la diferencia entre un concepto y el otro? Los que defienden la distinción señalan que el patriotismo tiene que ver con el amor a la patria, a lo propio. Un concepto que viene muy de lejos. En cambio, el nacionalismo es un concepto más moderno y tiene que ver con el desprecio a lo ajeno.

En cambio, esas mismas personas hablan sin tapujos que la única nación es la española. No dudan que España es una gran nación. Al gran debate político anual le llamamos debate del estado de la nación. Lo «otro», suponiendo que lo concedan, son «nacionalidades». ¿Cómo es posible que «nación» esté tan denostado para unas acepciones y, en otras, sea positivo?

El concepto nación nace con la revolución francesa unido al de ciudadanía y se expande en la época del romanticismo. Con él se forjan la nación y democracia francesa, las unificaciones alemana e italiana… Y cala la idea del estado nación. Los problemas del nacionalismo llegan cuando un señor con mala leche, que provocó 50 millones de muertes, decidió llamar a su máquina de matar nacional socialismo. Es curioso. El concepto socialismo quedó intacto, quizás porque tuvo un contrapoder. El nacionalismo estará unido para siempre al genocidio.

No es de extrañar que una mente tan privilegiada como la de Einstein recelara de una región al norteste de España donde unos tipos se hacían llamar nacionalistas. Lo cierto es que, cuando lo conoció de primera mano, dijo: «ahora os entiendo, pero no le llaméis nacionalismo».

De acuerdo, hemos convertido la palabra en pecado. Pero, ¿qué diferencia real hay? Quiero decir, ¿cómo puede alguien sentir con orgullo que él forma parte de la nación española, y luego añadir que no es nacionalista? De otra manera: ¿qué hace diferente a un patriota español y a un nacionalista catalán?

Un patriota espalol disfruta viendo ganar a la selección española. Le gusta ver a Alonso en lo alto del podium y saca pecho cuando un científico español da con la clave del cáncer. Se enorgullece de los pintores que la historia ha decidido prestarle y se emociona viendo la riqueza paisajística de su país. Por no hablar de la gastronomía. Por supuesto, le duele que sus políticos tengan poca influencia en el mundo, o que le insulten porque es «vago».

¿Y un nacionalista catalán? Pues no puede ver la selección catalana, pero le gustaría. Le gusta que gane Pedrosa o Jaume Alguersuari. Valora sus científicos, paisajes, gastronomía. Y, claro, le molesta que sus políticos no decidan tanto como le gustaría a él, que le insulten… Es decir, lo mismo.

¿Lo mismo? De hecho, no. Porque él no disfruta de su selección. Tampoco puede decir que a él Alonso le importa tanto como a un español Romain Grosjean. Le miran raro. Por ley, sus símbolos son menos símbolos que los del patriota español. Por ejemplo, las banderas españolas han de estar en el sitio preeminente. Y, por supuesto, aunque proteja la lengua mucho menos que el patriota español, se excede. Es decir, que son lo mismo. Lo que les diferencia es que el patriota español está legitimado. El catalán, no.

¿De dónde emana la legitimidad? Del estado. Los sociologos se pasaron muchas décadas asimilando patriotismo y nacionalismo. Hace 30 años que dejó de ser así. Siempre encontraremos filósofos dispuestos a decir lo contrario y, curiosamente, son los mismos que se llaman a si mismos patriotas. Pero la mayoría reconocen que no hay distinción posible.

El debate lo abre el experto en psicología social Michael Billig, que construye el concepto nacionalismo banal. Banal no porque sea minúsculo, sino por lo contrario. Lo banal es tan habitual, forma tanto parte de la vida cotidiana, que se percibe como «lo normal».

Por ejemplo, es normal ir a la plaza de la Cibeles de Madrid y que esté llena de banderas. Y es normal que, cuando salen los toros, la plaza esté presidida por banderas españolas. No es que pase, es que es «lógico». No puede ser de otra manera.

cibeles

Hasta hay cosas preocupantes. En la semana santa, los pasos salen a la calle con el himno de España seguidos por la legión, que canta «el novio de la muerte«. Menudo cockel, ¿eh? Patria, fe y ejército.

Ya hablaré otro día de los medios de comunicación, pero hoy un apunte. Se dice que TV3 trata de imponer una idea de nación catalana. La prueba gráfica es el mapa del tiempo. Representan «els paisos catalans» y no sólo el principado. Lo que no dicen es que Tv3 se veía en las 3 comunidades hasta que lo impidió el PP. Es decir, que era el territorio de su audiencia. ¿No parece normal que una televisión dé el tiempo del territorio donde se emite?

mapa del tiempo

Muy bien, a pesar de lo dicho, acepto que un mapa del tiempo configura la percepción de la realidad. Si asumimos esto, ¿pensáis que el mapa del tiempo de TVE y del resto de cadenas no crea marco de referencia? ¿Qué le confiere al mapa de TV3 de un poder especial que el mapa de TVE no tiene? Son líneas, son mapas…

mapa del tiempo tve

La fuerza del nacionalismo banal es que, a través de su normalización, se incorpora con fuerza en el imaginario colectivo. Es así como niega su propia existencia. Se le detecta porque lleva a sus defensores a respuestas del tipo: «porque es lo normal», «¿dónde estamos?», «lo pone en tu DNI»… Razones que son más emociones que realidad.

El vídeo de Telemadrid y el nazismo

telemadrid

Esta mañana Jordi Basté hacía una comparación en la radio interesante que creo que explica muy bien algo en lo que he insistido algunas veces.

Hace unos meses TV3 hizo un vídeo lamentable sobre los jugadores del Madrid comparándolos con hienas.

 

Esto es lo que pasó una semana después en la propia TV3 y en el mismo programa.

 

Para los que no lo entendáis, una disculpa. El presentador dice: «cuando uno se equivoca hay que pedir disculpas, por eso no hay más remedio que pedir perdón si alguien se ha sentido ofendido». Y añade: «la comparación con las hienas ha sido desafortunada y entendemos que haya gente que se haya molestado». A todo esto hay que sumar que el canal 24 horas de TV3 hizo cada media hora un pequeño mensaje de disculpa.

Esto es lo que ha pasado con un tema absolutamente banal, como el fútbol. En un tema mucho más importante, esto es lo que se emitió hace 1 semana en Telemadrid, ese canal…

 

Es decir, que Telemadrid compara Hitler, Stalin y la banda terrorista ETA con los líderes que los catalanes hemos escogido a través de las urnas. ¿Y sabéis lo que hemos recibido como respuesta a las protestas catalanas? Pues esta es la de su presentadora:

Cristina Ortega

Yo ya me alegro de que los medios catalanes no practiquen este tipo de periodismo. Me alegra que cuando se equivoque, pida perdón. Ya sé que no todos los medios españoles tienen el mismo tono. Pero a mi me gustaría ver esos otros medios criticando a Telemadrid por decir esto.

¿Dónde está esa izquierda española tan democrática? ¿Dónde están esos discursos defensores de la libertad? ¿Qué pasa? ¿Que si llaman nazi a la Ada Colau tenemos que salir todos a defenderla pero cuando nos acusan a los catalanes no tiene importancia? Porque sí, atacar nuestras instituciones es atacarnos a nosotros, como cuando un medio alemán insulta a Rajoy lo interpretamos como un agravio a los españoles.

Suerte que hay gente con mucho sentido del humor. El ser humano tiene la capacidad de burlarse hasta de las cosas más graves. Y, como dice Woody Allen, «comedia es igual a tragedia más tiempo». Aún deberemos darles las gracias por aportar las dosis de tragedia suficiente como para reirnos hasta las lágrimas. ¿Cómo se pondría Hitler si supiera que lo comparan con unos tipos que piden votar?

 

PD: A ver si utilizamos entre todos el adjetivo nazi con un poco más de cuidado. A ver si de tanto banalizarlo, vamos a tener un disgusto.

Lo que Monago no cuenta

Monago, Extremadura

Estos días el presidente de Extremadura y su equipo se están acordando mucho de Catalunya. No es algo nuevo porque Rodríguez Ibarra también hacía constantes alusiones. Sus discursos se adaptan a las nuevas circunstancias y al relato. Extremadura, modélica, ha conseguido generar superhabit en su comunidad. ¿Por qué, si ellos han hecho los deberes, han de aceptar que las que no los han hecho reciban el premio de ver reducidos sus objetivos de déficit?

¿Saben qué les digo? Que le doy la razón. Es tramposo que aquellos que no cumplen con las exigencias se vean premiados con facilidades. Ello genera incentivos perversos: si al no cumplir con lo pactado consigo premios, para qué cumplir. Así, Catalunya no merece ningún premio por no haber llegado allí donde Extremadura sí ha llegado.

Ya que Monago quiere comparar la realidad catalana con la suya, podría ver que Extremadura tiene un paro superior al 35%, lo que le sitúa casi 11 puntos por encima del catalán. Es más, Extremadura este mes de marzo (de 2013, el último del que tenemos datos en el momento de escribir este post) es de las pocas que han crecido en parados. Extremadura tiene un superhabit fiscal equivalente al 18% del PIB anual. Es decir, que cada 5 años el resto de españoles hemos entregado el equivalente a «un año de PIB» a los extremeños. Por si esa perspectiva no es suficientemente significativa, sirva decir que equivale a añadir más de un 50% del gasto e inversión pública a lo que ya pagan los extremeños. Por cada euro que pagan los extremeños, el resto de españoles les damos en concepto de solidaridad más de 50 céntimos. En el año 2005, el único del que el estado español ha dado datos, los extremeños pagaron algo más de 4.000 millones de euros y recibieron casi 7.000 millones. Casi el 75% de lo que los propios extremeños han pagado.

Ya que le apetece compararnos, resulta que los catalanes hemos sufrido un déficit fiscal del 8,5% de media, lo que implica que cada 12 años perdemos 1 completamente. Y eso se corresponde al 40% de nuestros impuestos. Es decir, por cada euro que pagamos, sólo nos vuelven 60 céntimos. En realidad, es algo menos.

No sé qué se preguntan los extremeños. Sí sé lo que me preguntaría yo: ¿qué han hecho nuestros políticos con el dinero de la solidaridad? ¿Generar riqueza? ¿Crear una industria? ¿Posicionarse en el mundo? ¡No! A pesar de gastar por habitante más que Catalunya en política exterior. La única riqueza que han generado es… plazas de empleo público. En definitiva, lo que todos sabríamos hacer. ¡Y con el dinero de otros!

En Extremadura hay 1 funcionario por cada 11 habitantes  mientras que en Catalunya 1 por cada 25. La maginitud del drama es que, 1 de cada 4 empleados en Extreamdura es público. No sólo eso. Según un estudio del BBVA, el 40% del total de lo que se paga en forma de salarios en Extremadura son sueldos públicos. Si el 25% de los empleos son públicos y estos generan el 40% de los salarios, algo raro está pasando. El sector privado es incapaz de igualar lo que paga el sector público. Valiente política de crecimiento. Y ahora, señor Monago, ¿dónde están los incentivos perversos? ¿En la flexibilización del déficit a una comunidad que aporta al sistema muchísimo? ¿O en el subsidio sistemático de una región en la que sus presentantes demuestran una incompetencia total a la hora de generar riqueza? Tomando sus palabras: comamos, pues, todos del mismo menú.

Hay quien me dirá, con razón, que las balanzas fiscales no tienen nada que ver con los presupuestos de las autonomías. Pero es innegable que el hecho que el estado se encargue de sobreinvertir en una región libera al gobierno autonómico de ciertas tareas, lo que le permite gastar el dinero en otras cosas. Y es justo eso lo que ha sucedido. Los extremeños han recibido servicios que otras comunidades, teóricamente más ricas, no han podido poner al alcance de sus ciudadanos.

Así que, señor Monago, podríamos hacer la comparación de otra forma. Quizás más justa. Si los catalanes tenemos un déficit en la Generalitat del 2% y, a la vez, un déficit fiscal del 8,5%, en realidad estamos generando un 6,5% de superhabit. En cambio, ustedes tienen un minúsculo 0,7% de superhabit en su gobierno autonómico pero un 18% de superhabit fiscal, por lo que, en realidad, están ustedes generando un descomunal déficit. Un déficit que, de ser ustedes un estado, les hubiera llevado a la quiebra sin ninguna duda. Para dimensionar esa cifra, piensen que el rescate bancario español, que significaría la quiebra inmediata del estado, equivaldría a pagar 1 vez el 10% del PIB.  Aquí hablamos del 18% cada año.

Yo asumo y reconozco que las condiciones objetivas con las que juega la partida Extremadura son peores que las catalanas. Por eso es bueno y justo que haya un flujo de dinero desde los grandes polos económicos a las zonas con más dificultades. Pero de ahí a vender que son la leche, hay un trecho. ¿Qué deben pensar los extremeños cuando sale su presidente ha decir que su gestión es modélica y miran su realidad? Realmente, o los políticos son unos sinvergüenzas en el sentido más profundo de la palabra (que nada les da vergüenza) o es verdad que necesitamos discursos bien simplificados.

Me sorprende un poco esta fijación de Extremadura con Catalunya. Es verdad que los catalanes y nuestros representantes hemos hecho algunos comentarios lamentables que se califican por si solos. Debemos hacer autocrítica. Pero también es verdad que ese sanbenito le ha tocado sobre todo a Andalucía. Cuando escucho alguna memez, el ejemplo que se pone es el andaluz, no el extremeño. No acabo de comprender estas reacciones.

 Lo más grave es que, incluso cuando nos equivocamos, esas respuestas son terriblemente desproporcionadas. Cuando alguien ha llamado vago a los andaluces, la respuesta ha sido de una virulencia que escapa a llamar a alguien poco trabajador. Adjetivos totalitaristas se nos aplican con una facilidad que asusta. De hecho, lo que más me preocupa es que genere votos decir que los catalanes somos nazis. Desde luego, poca o nada simpatía encontrarán entre los catalanes. Tengan su origen donde lo tengan.

Independentismo y municipios

Hay un detalle que algunos expertos aquí en Catalunya están señalando y mucho me temo que en el resto de España la gente desconoce. ¿Qué relación hay entre los municipios y el movimiento independentista? ¿Es que puede tener? Sí, y mucha.

Desde la llegada de la democracia, los partidos de perfil catalanista han tratado de atraer competencias hacia la Generalitat, que ha llegado en gran medida, un mayor control económico, que ha llegado a medias, y un reconocimiento nacional, que apenas ha calado en la forma de articular España por parte de sus diversos gobiernos.

Visto con perspectiva, a principios del milenio, en Catalunya hubo un desgaste emocional imporante. El nacionalismo tenía la sensación que no conseguía su objetivo primordial, el reconocimiento histórico. Y todo ello, a pesar de los constantes acuerdos entre Pujol y los gobiernos centrales.

Pacto del Mayestic

Cuando ganó Maragall este intentó dar el paso definitivo. Un paso que, a ojos de los catalanistas del PSC, no interesaba a CiU. Cerrar de una vez el preciado reconocimiento. Según ellos, eso dejaba CiU sin discurso. ¿Cuál era el plan? Apoyo a un reformista para liderar el PSOE (Zapatero) y lideró una modificación estatutaria que acabó Montilla y que pretendía fijar aquello que la constitución no se atrevía hacer: declarar abiertamente que Catalunya es una nación.

¿Qué pasó al final? Zapatero no resultó ser tan reformista. El proceso del Estatut se alargó una eternidad. Primero para que los catalanes nos pusiéramos de acuerdo. Después para que en Madrid le «pasaran el cepillo». Y finalmente, cuando lo transquiló el TC.

El desgaste emocional fue enorme. Muchos años y, no sólo no se fijó la identidad sino que se puso en cuestión cosas que eran sagradas, como la inmersión lingüística. La Generalitat que durante años había prometido garantizar esos valores indentitarios, no sólo había fracasado. Seguía insistiendo en que sería el garante una vez perdida toda credibilidad.

Pero semanas después de la sentencia del TC, se convocó una manifestación que cambio inercias. El 10 de Julio de 2010, un millón de personas salió a la calle a reclamar el respeto a l’estatut. El eslogan era: «som una nació, nosaltres decidim» (somos una nación, nosotros decidimos).

10j

La Generalitat estaba noqueada. No supo tomar el pulso de la calle. Lo que se percibió como una humillación hizo crecer el indepentismo que se nutrió de federalistas frustrados. Y sucedió algo sorprendente para los que desconocemos la historia.

Apareció un nuevo protagonista: los municipios. Unos meses antes de la manifestación, algunos municipios lideraron unas consultas populares a modo de referendum. Los alcaldes y los consistorios empezaron a pronunciarse a favor de permitir que la gente vote libremente. Por primera vez en mucho tiempo, el nacionalismo catalán hacía algo que alegraba sus bases.

REFERÉNDUM SOBRE LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA CONVOCADO EN ARENYS DE MUNT

La cosa no acabó ahí. Una nueva iniciativa trato de provocar que los municipios que lo desearan se declararan municipios a favor de la independencia. Y algunos de ellos han enarborado la bandera estelada, símbolo de la reivindicación independentista.

Si esto no era suficiente, un nuevo partido de base municipal empezó a cuajar en el imaginario colectivo: las CUP. Se trata de un partido de izquierdas, asamblearista, hiperdemocrático. Y que ha consolidado presentándose primero sólo en los municipios. Yahora ya están en el parlamento.

Desde mi punto de vista esto tiene una significación social (los ayuntamientos son las administraciones que están más cerca de la gente) e histórica (la proclamación de la República Catalana del 14 de abril del 31 se hizo desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona) muy importante.

Todo ello parece estar cuajando en la famosa manifestación del 11 de septiembre y, en realidad, los resultados de las elecciones parecen corroborarlo, aunque la mayoría no sea operativa. El proceso, acabe como acabe, sólo habrá sentado sus bases. Quizás el futuro de Catalunya se esté escribiendo desde abajo hacia arriba.

Negociar el derecho a decidir

jaume collboni

Hace unos días Jaume Collboni, portavoz del PSC, decía en twitter lo siguiente (en catalán):

«Es erróneo confundir el #derechoadecidir con la opción independentista. Es un princpio democrático compatible/complementario con la reforma federal»

A lo que Eduard Voltes, periodista y editor le contesta:

«pero el Psoe no lo reconocerá «nunca» (Rubalcaba ayer). Y el PP tampoco. Ergo?»

A lo que Jaume contestó:

«Ergo diálog0, acuerdo y democracia. Lo que hace falta para abordar grandes cambios.»

A esto uno puede decir, Jaume tiene toda la razón. Al fin y al cabo, la democracia se basa en eso, ¿no? Democracia y, por tanto, debate. Y, tras él acuerdos. En definitiva: negociación. Mucha negociación.

Pero analicemos de verdad los términos. Tiene razón Eduard en que el PSOE ha escenificado hasta el infinito (por no hablar del PP) que nunca apoyará el derecho a decidir. Esto implica reconocer a Catalunya como sujeto político. Y eso es algo que choca con las emociones de los españoles.

Aún así, sentémonos a negociar. Y hagamoslo sabiendo cómo funciona una negociación. La definición que hace la wikipedia es la siguiente: «La negociación es el proceso por el cual las partes interesadas resuelven conflictos, acuerdan líneas de conducta, buscan ventajas individuales y/o colectivas, procuran obtener resultados que sirvan a sus intereses mutuos. Se contempla generalmente como una forma de resolución alternativa de conflictos o situaciones que impliquen acción multilateral.»

Así, requiere partes, lo que implica que hace falta más de un negociador para que sirva de algo. Y las partes las define como partes interesadas. ¿Están los españoles y sus instituciones «interesadas»? Cuando dicen «nunca», la negociación se vuelve imposible.

Y si la negociación es imposible, pueden pasar 4 cosas. Si las dos partes pueden seguir su propio camino cada una de las partes sigue su camino y tan amigos. Si se trata de algo que una de las dos partes considera interesante y a la otra parte le da igual, el primero simplemente busca otras vías con otros compañeros de viaje u otras alternativas. Y si se trata de una guerra por el motivo que sea, luchan hasta que uno de los dos no resiste más. Pero, ¿qué pasa cuando una de las dos tiene todo el poder sobre la otra parte?

Supongamos que, aún así, tratamos de negociar con Madrid. Como parte débil, ¿a qué podríamos renunciar? ¿Y a cambio de qué? ¿Qué podemos ofrecer nosotros para que los oligopolios madrileños nos digan que lo aceptan?

¿Es Catalunya la parte débil? ¡Por supuesto! ¿Quién pone las leyes? ¿Quién controla los medios de comunicación más poderosos (que, por cierto, hablan de pensamiento único en Catalunya a pesar de que todos ellos publican y dicen lo mismo)? ¿Quién tiene capacidad de construir un frame más potente?

La teoría de juegos, que se dedica a analizar este tipo de situaciones, nos da una respuesta muy clara. Uno negocia intercambiando cosas: tú necesitas esto que yo tengo y yo eso que tú tienes. ¿Qué necesitan las instituciones españolas? Nada que nosotros les podamos ofrecer. Así que no hay nada a negociar.

Personalmente, a mi me seduce la idea de negociar. Pero no me basta con que Pere Navarro o Jaume Collboni me digan que hay que negociar y que eso es democracia. Necesito que me expliquen con qué van a negociar. ¿Qué pretenden ofrecer a cambio?

Y, en todo caso, dos preguntas requieren respuesta ¿Qué pasa si en Madrid no quieren negociar? ¿Qué les haría llegar a la conclusión que están negociando solos? Y, llegados al punt0 que eso sucediera, ¿qué harían?

Lo contrario a no contestar esas preguntas sólo puede significar tres cosas. O que son unos ilusos que hacen brindis al sol. O pretenden engañarnos y el statu quo ya les está bien. O que le están pegando la patada a la lata a sabiendas que se le encontrarán unos metros más allá. Y que, como se dice en catalán, qui dia passa, any empeny. Que nos resuelvan la duda y los ciudadanos podremos elegir.

Los herederos del espíritu de Cambó

Alfons Quintà

Ha pasado algo más de 1 mes desde las elecciones catalanas. Los resultados dan una mayoría de partidos favorables a la independencia y una mayoría aplastante a favor del derecho a decidir.

En un primer momento, se hizo una lectura errónea desde las oligarquías de Madrid creyendo que los resultados indicaban que la gente no quería independencia. Desde mi punto de vista, también se hizo (y se mantiene) una lectura equivocada desde el catalanismo: la victoria pírrica de Mas deja el proceso en una situación tremendamente compleja.

Por un lado algunas personas han hecho movimientos que se están interpretando que tienen el objetivo de ocupar la silla de Mas desde el propio CDC. Incluso hay movimientos que algunos han acertado a llamar «hacer un Aguirre». Es algo que pasa en todos los partidos.

Pero a esos movimientos «normales» hay que sumar que Duran i Lleida parece dispuesto a utilizar UDC para descarrilar el proyecto de Mas. Sería interesante un día hablar de lo que pasa dentro de Unió, mucho más independentista que su líder. Pero es un tema que yo personalmente no conozco lo suficiente.

En ERC los movimientos, al menos, no han trascendido. Pero estoy seguro de que las bases apretarán en cuanto la tijera que ponga a funcionar. Está demasiado instalado en el imaginario colectivo que esto de recortar es pura ideología. Con independencia de si es cierto o no, les va a ser muy duro que alguien que era independiente hace sólo año, tome las riendas de ERC  y mantenga un pacto con CiU.

Por si fuera poco, hay una base de empresarios y periodistas, eso que llamamos sociedad civil por no llamar élites, que no lo ven claro y harán todo lo que esté en su mano por frenarlo. No quieren democracia. No sea que el pueblo discrepe de su punto de vista.

Y ahí los tenemos. Todos sabemos quienes son. Y también de dónde vienen. ¿Los Lara? ¿A esos tenemos que escuchar? O la familia Godó. ¿Analizamos el currículum de las dos sagas mediáticas más importantes del país? Digno de estudio el cambio radical de línea editorial de La Vanguardia. Y algunos mitos de nuestra historia personal como Alfons Quintà, hoy editor de El debat, un medio digital absolutamente enfrentado al govern.

El caso de Quintà también es de análisis. Uno de los fundadores de El Pais, tilda a TV3 de «soviética». Insinúa, si no dice abiertamente, que TVC es sectaria. Pero, ¿saben quién fue el primer director de la cadena? Él mismo. Así que debió sembrar la semilla. ¡Ah! Esos a los que llama sectarios, esos a los que acusa sutilmente de ladrones son los que le pusieron en el cargo.

Y conste que esas acusaciones no empezaron después de dejar TV3. Tampoco después de dirigir El observador, un medio auspiciado por uno de los hombres fuertes de Pujol, Lluis Prenafeta. No, antes de su etapa en TV3 ya había realizado una serie de artículos en los que acusaba a Pujol de ladrón por el caso Banca Catalana. Curioso sectario Pujol que, tras llamarle ladrón, te da la dirección del medio de propaganda justo en su creación, cuando se sientan las bases. Y eso que el caso Banca Catalana da para unos cuantos libros.

Por cierto, sentado sobre la base que TV3 es la herramienta de propaganda del nacionalismo (la crosta que diría aquel) le preocupa mucho el tamaño de la tele catalana. Dice que tiene unos pocos empleados más que un portaviones. Pero, en cambio, no le he leído nunca que con la plantilla de TVE se puedan llenar varios de esos barcos.

Ya sabemos quiénes son. Heredan el espíritu de Cambó, que vendió el país financiando la guerra de Franco. Siempre han sido poderosos y ponen una dificultad más en el camino. Puede que la más grande de todas.

Lanzarse a la epopeya de una independencia con el medio escrito más importante en contra, con una TV3 que siendo líder sólo representa un 14% de la audiencia, con el Cercle de Economía trabajando básicamente en contra (aunque no todos, sí muchos de ellos) se hace difícil. Tanto que me resulta hasta demasiado épico.

Tienen todo el derecho del mundo a luchar por lo que creen. Por supuesto. Pero no a base de insinuaciones e insidias falsas. No a base de desligitimar nuestras instituciones. Hace unos días dije en twitter a unos amigos que veríamos brillar rayos C cerca de la puerta de Tannhäuser, en referencia al final de Blade runner. Y si no, al tiempo.

Cuando dije hace unas semanas que veía difícil que se celebrara el referendum ya pensaba en este tipo de cosas. Poco a poco se van concretando. Los riesgos son enormes pero, aún así, la lucha merece la pena. Y, además, no tenemos otra opción.