No lo voy a negar. Estoy jodido. Estoy dolido y decepcionado. Mucho. Estaba convencido que la decisión de la CUP sería otra. Vayamos por partes.
Aunque el primer impacto que tuve de los resultados de las elecciones catalanas era que el soberanismo lo tenía difícil, una segunda lectura me hizo verlos de una nueva manera. Cierto que sólo faltaron 2000 votos a JxS para que investir a Mas hubiera sido sencillo. Pero la necesidad de subir a la barca a la CUP tenía aspectos muy positivos: el proceso con todo el espectro catalanista desde el centro derecha hasta la izquierda era invencible.
Junts Pel Sí arrastró a CDC hasta posiciones de izquierdas impensables un par de años antes. Eso fue trabajo de ERC, que generosa en el pacto con Mas forzó algunas propuestas de carácter social. Un poderoso nudo entre los dos partidos principales del Parlament. Así, Mas ha acabado defendiendo en su discurso de investidura el decreto de pobreza energética, el carácter social de algunas reformas importantes, y hasta la renta básica universal.
Frente a eso, ya dije que la CUP debía optar entre aplicar políticas que ha defendido siempre o no investir a Mas. Entre cumplir su promesa de no hacer presidente al líder de CDC o la de acelerar el proceso.
Quiero dejar claro antes de seguir que considero obvio que la CUP estaba legitimada para tomar la decisión que les pareciera oportuna. El paternalismo, cuando no desdén con el que se les ha tratado han rozado lo patético. Pero esto no les exime del análisis y de la crítica. Si quieren participar de la política han de entender que forma parte del juego.
Todos sabemos que la CUP es un partido anticapitalista y asambleario. Nada más pasar las elecciones, el discurso de Antonio Baños insistía en algo que me parece inteligente: ellos son anticapitalistas, sí. Pero los resultados decían que la población no lo es. Frente a eso, decía, la CUP sabrá encaminar sus propuestas a escenarios socialdemócratas que recojan la esencia de sus posiciones.
Después del discurso de investidura de Artur Mas, la CUP exigió un plan de choque contra la pobreza. Junts Pel Sí accedió. Es verdad que no con los importes que exigía la CUP. Pero, ¿qué es si no negociar? La CUP exigió otro presidente. No querían que Mas tuviera tanto poder. Mas no cedió la presidencia, pero si buena parte de sus atribuciones. Negociar, negociar, negociar.
La CUP debía optar entre aplicar algunas de las políticas que ha defendido, llegar más lejos de lo que jamás podrían haber soñado, o mantenerse en el no a Mas. Es la diferencia entre la realpolitik o la comodidad del desprecio al rival disfrazado de convicción. Entre sentar las bases para llevar a cabo la renta básica o el personalismo en negativo. Si la nueva política es plantarse en convicciones inamovibles, ¡bendita vieja política!
Y en este escenario, ¿quién gana y quién pierde? Sólo hay que ver en qué casas brindan con mejor cava. El escenario está tan movidito que de aquí a marzo pueden pasar mil cosas. Pero hoy por hoy, en Can Podemos hay sonrisas y alegría. Cava caro a raudales. En Can Ciudadanos, sonrisa medio torcida. Después de lo que ha pasado en Madrid… En Can CDC la camisa no les toca el cuerpo. Si ERC no quiere reeditar el pacto, tienen un problema grave. Eso hace que gravite mucha responsabilidad en Can ERC. Desagradable situación para ellos también. El PSC y el PP son tan residuales que, aunque estoy seguro que les preocupa volver a las urnas, es irrelevante. Y en Can CUP… Dudo que se hayan planteado seriamente la pinza que con seguridad les viene ahora entre JxS o ERC y Podemos.
Lo peligroso de reeditar JxS es la repetición de un escenario parecido reduciendo el peso de la CUP y aumentando el de Podemos. Lo peligroso de no hacerlo es dejar colgados a los candidatos voluntarios que se mojaron en las elecciones de septiembre. Y, en el supuesto probable que CDC no gané. la incertidumbre de ver quién toma el rumbo del partido para sustituir a Mas.
En alguna ocasión he dicho que el proceso sólo podía paralizarse a causa de conflictos internos del soberanismo. Aquí lo tenemos. Muchos hemos defendido que este camino no tiene sentido sin una síntesis de los que defendemos la soberanía catalana. Diciendo no a Mas, la CUP no sólo ha dicho que no lo quiere de presidente. También ha enviado el mensaje que, con según quién, no quieren hacer este camino. El «mejor solos», las autenticidades, el «nosotros somos los de verdad», las parroquias… las trampas en la que ha caído históricamente el catalanismo.
Mensaje recibido, cupaires. Pasaremos un par de días de duelo y a levantarse otra vez. En marzo nuevas elecciones. Y aunque el futuro es incierto, seguiremos remando. No queda otra…