Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

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En crisis (2): la falta de alternativa

manifestación

Ayer protestaba porque me siento estafado. Un montón de empresarios corruptos han conseguido, en parte, gracias a los que defendemos sistemas económicos liberalizadores, enriquecerse de forma fraudulenta. No sólo eso, sino que cuando se habla de corrupción sólo se habla de los políticos. Los empresarios ni siquiera los nombramos.

Yo estaría dispuesto a acogerme a otras propuestas. Pero la sensación que tengo es que no hay alternativas. Hablo de alternativas realistas, que no sólo hablen de conceptos indiscutibles. Necesito que, además de hacer propuestas con las que todos podemos estar de acuerdo, propongan fórmulas realistas para llevarlas a cabo.

Sé que muchos interpretaréis este texto como una crítica a la izquierda. Lo es. He expresado muchas veces por escrito y verbalmente que comparto mucho los objetivos de la izquierda. Yo también quiero una sociedad igualitaria, donde las empresas poderosas no puedan estafarnos sistemáticamente. Donde la principal misión del gobierno sea garantizar educación y sanidad de calidad para todo el mundo.

Pero eso hay que decir cómo se hace. Y tiene que ser una fórmula realista, que no sea un brindis al sol. Y que no acabe provocando la paralización del sistema. Hay un aspecto muy importante que no podemos perder de vista: los seres humanos funcionamos por incentivos. En economía también. Y cuando aplicamos medidas de ayudas, muchas de ellas imprescindibles, estamos empujando a gente a preferir esas ayudas a buscar soluciones propias.

No nos engañemos. El sistema lo mantiene y lo seguirá manteniendo la clase media. Los ricos tienen mucha capacidad de mover sus capitales y, por tanto, tienen fácil eludir impuestos de forma legal. Si les subes los impuestos, pierdes algo imprescindible: su capacidad de invertir. Y los pobres, por definición, han de recibir.

De ello se deduce que el sistema lo mantenemos y mantendremos la mayoría. Y eso también lleva otra consecuencia: no podemos esperar recibir servicios por valor de lo que pagamos. No digo que no haya que luchar porque los ricos paguen más. Lo que digo es que eso no pasará a medio plazo. Y si les obligamos, podemos caer en algo peor.

Las soluciones suelo verlas más complejas que como suelen plantearse. Suelo escuchar cosas como, si aumentamos los impuestos a los ricos, tendremos más dinero público. No habrá que recortar. Eso será si no genera fuga de capitales, ¿no? Igual que subir el IVA no ha significado más recaudación.

La sanidad y la educación han de ser ofertados por la administración pública por motivos que son evidentes. Pero cuando escucho que no se pueden cerrar escuelas cuando baja la población infantil, cuando escucho que las listas de espera de enfermedades no urgentes no pueden agrandarse ahora que no hay dinero pienso que estamos reclamando cosas que escapan de lo que es bueno para el conjunto. Y que ignoran la realidad en la que vivimos.

Ayudar a la gente necesitada es bueno. Muy bueno y muy necesario. Absolutamente innegociable. Ahora bien, esa no puede ser la excusa para ayudar a gente que no lo necesita. He utilizado el verbo necesitar, quede claro. Incluso las ayudas imprescindibles, las que quitarlas sería un error, acaban generando incentivos a vivir poniendo la mano. Todos conocemos casos. No estimulemos que la gente no produzca.

Repartir ayudas que, de primeras, nos pueden parecer justas, no puede sustentarse en un “no todo el mundo trata de aprovecharse”. La sociedad necesita el enorme papel que juega la izquierda enriqueciéndola con valores democráticos, algo que la derecha no ha hecho jamás. Pero hay que decir qué coste tienen esas alternativas y no explicarlas como si la capacidad de apropiarse del dinero de los ricos  fuera infinita y siempre deseable.

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¿Por qué veré la Superbowl?

futbol americano
Esta noche se celebra la final de la Superbowl, que es la final de futbol americano. Es un deporte que en nuestro país no tiene demasiada buena fama. Más bien, la gente opina que es un deporte muy lento y aburrido. Además, también que es muy complicado y difícil de entender. A mi, en cambio, me fascina. Intentaré explicar por qué.
Tal y como yo lo veo, a los americanos les encantan los deportes en los que hay a menudo momentos de mucha intensidad. Da igual si el resto del tiempo no pasa nada si, a cambio, les ofrece momentos sensacionales. Y también les gustan deportes poco previsibles. Eso es algo que sucede en el baloncesto, en el fútbol americano, en el beisbol, o en el hockey.
La forma de sentarse delante del televisor y de estar en el campo es diferente a lo que hacemos aquí. El futbol nos obliga a estar atentos 90 minutos aunque no pase nada. Apartar la mirada de la pantalla pone en riesgo que nos perdamos uno de los pocos momentos brillantes del partido aunque este pueda ser un bodrio.
En el caso del fútbol americano los momentos de intensidad se sucenden suficientemente como para que el interés se mantenga pero, en cambio, cada pocos segundos el juego se para. De esta forma no necesitas darle toda tu atención durante las 3 horas de partido.
El futbol americano es profundamente táctico y tiene mucho de estratégico. Cada jugada requiere un análisis previo, previendo las debilidades del rival, analizando sus fuerzas propias y teniendo en cuenta qué objetivos ha de conseguir.
Os explico las reglas básicas y, también, cuáles son las virtudes que le veo al juego. El objetivo es conseguir que la pelota acabe en una zona del campo rectangular que hay al final del campo rival que se llama end zone. Además hay unas especie de porterías que también pueden utilizarse para puntuar. Hay diferentes formas de marcar un “gol”, y cada una implica puntuaciones diferentes. En función del tipo de “gol” son 2, 3 o 6 puntos. Y en el caso de 6 (el famoso Touchdown) se opta a 1 o 2 puntos extra.
Para llegar a la end zone, el equipo tiene que ir avanzando al menos 10 yardas cada 4 jugadas. Si se superan las 10 yardas, el “contador” de jugadas se pone a 0. Si en 3 no lo consiguen, y el equipo que ataca está cerca de la end zone, puede optar para chutar a los palos con la 4a oportunidad y, si la pelota pasa entre los 2 palos, suman 3 puntos. Y si están lejos, los equipos suelen optar por chutar la pelota y alejar al máximo la pelota para que los rivales tengan que empezar tan lejos como sea posible su jugada.
Hay que gestionar esas 4 oportunidades con diligencia, combinando jugadas “largas” (que son muy arriesgadas pero suponen grandes ganancias de yardas) o jugadas “cortas” (mucho más seguras pero de ganancias pequeñas). En casos en los que el equipo está muy lejos de esas 10 yardas que hay que recorrer, es recomendable hacer jugadas largas. Cuando, en cambio, el equipo está cerca de superar las 10 yardas, es mejor hacer jugadas cortas. Pero hay que tener en cuenta que si siempre haces lo que se espera que hagas, eres fácil de defender. Por eso, hay que ir combinando para no ser previsible.
Imagináos la cantidad de opciones que tiene el juego. En función del resultado, del tiempo de partido que queda y de la posición en el terreno de juego… Todo ello lo hace un deporte muy rico y muy variado.
También voy a simplificar mucho los tipos de jugadores del campo. Básicamente podría decir que hay 4: el quarterback, que viene a ser el 4 del fútbol (Xavi, en el Barça), decide la jugada y hace el pase. Los jugadores que hacen carreras en corto, el más conocido el running back. Los receivers, que juegan por las bandas y corren para recibir pases en largo. Y, por último, todo un grupo de jugadores que defienden al Quarterback para que tenga tiempo para pensar. El equipo que defiende, básicamente, tiene las posiciones para contrarrestar estos posibles ataques del rival.
Yo empecé a cogerle el gusto con unos resúmenes que hacían en TV3 de los partidos de los Dragons cuando estaban en Barcelona. Con los años me acostumbré a ir al campo todos los partidos. Poco a poco, empecé a ver la NFL americana. No tenía equipo. Vi que un equipo tenía una equipación parecida a la de los Dragons y ese motivo tan peregrino me llevó a identificarme con los Packers de Green Bay. Con el tiempo descubrí por azar que es el único equipo non-profit de la NFL y que, de hecho, es propiedad de los habitantes de su ciudad, que no es muy grande. Algo parecido al Villareal aquí. Green Bay es una ciudad muy fría. Muchos partidos se juegan con nieve y casi siempre en manga corta. Tienen un estilo muy físico, parecido a lo que en fútbol llamamos catenaccio. Pero algunos de los mejores Quarterbacks han pasado por sus filas, como Favre.
En fin, os recomiendo que le deis alguna oportunidad, que seais capaces de disfrutar de un espectáculo que tiene unas formas distintas a las que estamos acostumbrados. De su nobleza, aunque pueda no parecerlo y de su espectacularidad. Yo, hoy, no me pierdo la final 49ers vs. Ravens. Y, a falta de los Packers, GO Ravens!