No-razones para votar Sí el 27S: La corrupción

Uno de los argumentos en contra de la independencia es recurrente. Los españoles consideran un mal endémico la corrupción. Uno de los grandes problemas del estado. No les falta razón.
El caso Pujol les ha venido que ni pintado. La prueba definitiva que los catalanes somos igual que los españoles. Con esto ya se convencen

Uno de los argumentos en contra de la independencia es recurrente. Los españoles consideran un mal endémico la corrupción. Uno de los grandes problemas del estado. No les falta razón.

El caso Pujol les ha venido que ni pintado. La prueba definitiva que los catalanes somos igual que los españoles. Con esto ya se convencen que la independencia no será útil. No cambiará nuestros políticos. Como si la independencia lo único que cambiaria fuera las personas que gobiernan…

En Catalunya no sólo hemos tenido uncaso de corrupción. Tenemos hasta casos probados, como el Caso Pallerols. Por cierto, siempre lo habíamos llamado Cas Treball e implicaba a una parte importante de la plana mayor de Unió. Todos indultados por el gobierno español. Casos abiertos tenemos algunos más que afectan Santa Coloma, Lloret

En fin, que sí. Que tienen razón. En Catalunya también hay corrupción.
Pero ellos no se paran aquí. Insinuan que en Catalunya hay mucha, muchísima corrupción. Les falta poco para decir que es la región más corrupta del mundo. Qué digo del mundo, del Universo.

Pues sí. Hay demasiada. Pero los datos son los datos. No dejan espacio a la subjetividad. Los índices de corrupción en Catalunya están por debajo de la media española según Transparencia Internacional. También se han hecho otros estudios que lo refuerzan.

¿Me consuelan esos datos? Para nada. Más cuando veo que tener menos corrupción que la media estatal no significa nada. Es aquello de que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.

No, yo querría que no hubiera corrupción. Pero la hay. Como la hay en el Reino Unido, donde un Lord ha tenido que dimitir este verano por un escándalo por drogas. Como la hay en Francia. Como la hay en Italia. Y como la hay en España, con casos como los ERE, como la Gurtel, como la Punica, como el Campeón

La independencia no acabará con la corrupción en Catalunya porque ser independiente no es la cura a la corrupción. Pero las instituciones de España me han demostrado que no saben o no quieren luchar contra los corruptos.

Lo que distingue dos países es lo que hacen con el corrupto cuando lo cazan. Me gustaría construir un país donde, al que cojan con la mano en la caja, acabe en la cárcel. La independencia no es ninguna garantía de que vayamos hacerlo pero sí abre una oportunidad que España parece no darnos.

Mientras tanto, seguimos en el país donde Pujol pudo hacer lo que le vino en gana mientras no se metió con los poderes del estado. Seguimos en un país donde se utiliza la corrupción política con finalidades partidistas. Incluso los medios catalanes se suman a la fiesta. Hace unos días, el día de la presentación de Junts Pel Sí, se realizó una operación policial en contra de CDC. El objetivo; desplazar de las portadas la presentación.

Lo consiguieron. Incluso los dos medios escritos más importantes aprovecharon para atacar a la lista.

 

El Periódico relacionó las dos noticias. Por un lado el asalto a las sedes de Convergència. Por otro, la frase destacada de Artur Mas. Que quede clara la vinculación…

En La Vanguardia desplazaron la noticia de la presentación con decenas de miles de personas a un titular menor.

El caso Pujol demuestra que la independencia no es ningún antídoto para la corrupción, como seguir en España tampoco lo es, como lo demuestra Bárcenas. Votaré sí, pero eso no acabará con todos los males de Catalunya. Aunque tendré los instrumentos para mejorar.

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Falacias sobre la independencia: Por etnicismo

Los medios desde Madrid tratan de vender la imagen de que este es un proyecto étnico. Como si los Puig, los Benseny o los Fuster, quisieran acabar con los García, los López o los González. Hay que conocer muy poco Catalunya para creer algo así.

Recuerdo cuando Carod-Rovira era el líder de ERC como los medios insistían en que el político quería esconder que su padre era aragonés y, encima, guardia civil. La realidad es que, antes de la campaña de desprestigio, ya sabíamos que era así porque lo había explicado muchas veces… ¡él!

Ejemplos como el de Carod hay a patadas. Ha habido una obsesión en buscar orígenes no catalanes en gente que ha defendido la independencia como si eso fuera una contradicción. Lo que sucede es que los independentistas hemos hecho bandera de no ser pura sangre catalanes.

Raül Romeva, el candidato de Junts pel Sí, nació en Madrid. Antonio Baños, el candidato de la CUP no tiene un apellido catalán. El ya ex número uno de la CUP en el parlamento es David Fernández y ya ha explicado varias veces que su madre no es catalana.

El lugar donde se probó la inmersión lingüística fue en Santa Coloma, animado por unos padres llegados del resto de España. Los líderes de Súmate hacen bandera de sentirse españoles y, a la vez, luchar por la independencia.

El hecho de que muchos que somos nietos o hijos de gente nacida fuera de Catalunya es, en realidad, un motivo de orgullo. Alguna cosa habremos hecho bien en esta tierra si tantos recién llegados se abren a empujar un proyecto de este tipo.

Lo curioso es que son entidades españolistas las que han hecho campaña por los apellidos. También son ellos los únicos que hacen un uso constante de la palabra insultante “charnego”. No hablo de twitter, donde todos sabemos que hay de todo en todas las casas y donde todos hemos perdido más de una vez los nervios. Hablo de tribunas importantes.

También es curioso que les preocupe tanto que algunas entidades de inmigrantes muestren su apoyo al proceso. Por lo que a mi respecta, cada vez que el 9N vi entrar a un inmigrante en el colegio electoral, lo viví como un triunfo.

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Falacias sobre la independencia: Eliminar el español

En algunos foros se dice que los independentistas queremos acabar con el español en Catalunya. De forma tácita, afirman que, en caso de independencia, el castellano no sobreviviría a la presión del futuro gobierno de la república catalana.

Sólo hace falta un poco de sentido común para entender que una lengua con 10 millones de hablantes no puede desplazar, ni que lo quiera, una lengua que hablan más de 400 millones. La lengua castellana es una lengua de prestigio con un poder inmenso, con una capacidad de edición de libros, publicación de revistas y periódicos, de producción de contenidos audiovisuales de todo orden contra el que sería estúpido luchar.

Además, ¿de verdad lo queremos? Mi primer apellido es aragonés. Tengo familia en Valencia y Andalucía. Tengo amigos en Madrid, en Castellón, en Galicia, en Euskadi. He estado en todas las comunidades autónomas y me faltan sólo unas pocas capitales de provincia.

Crecí leyendo libros en castellano. De todo el mundo y literatura española también. Con buena parte de la familia hablo castellano. Me he enamorado y me he emocionado leyendo y viendo películas dobladas u originales en castellano.

En el colegio me hicieron sentir como propios a Becker, Machado, Unamuno, Velázquez, Picasso, Goya… Crecí viendo La bola de cristal, he cantado miles de veces a Los Rodríguez, Celtas Cortos, Héroes del Silencio…

¿De verdad alguien cree que voy a renunciar a todo eso? ¿De verdad alguien puede creer que, si algún día tengo hijos, no voy a darles la oportunidad de aprender el castellano? Es donde están mis orígenes y una lengua que forma parte de mi presente.

El español tendrá un espacio importante en el nuevo país. No tengo ninguna duda.

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Falacias sobre el independentismo: Las políticas de Mas

Algunos medios y partidos políticos insisten en que votar a Junts Pel Sí es votar a favor de las políticas de Mas. Es decir, una forma de aprobar las políticas de austeridad. Han llegado al extremo de creerse sus propias falacias, y afirman que votar a la CUP también lo es. ¡Sublime!

A lo que juegan estos partidos y prensa es a insinuar que votar a la lista de Junts Pel Sí es igual a estar de acuerdo con las políticas de Mas. Eso es falso.

Una de las virtudes de Junts Pel Sí es que ha conseguido unir muchas sensibilidades distintas. Desde luego, está la sensibilidad de los Convergents. No podemos olvidar el esfuerzo que han hecho para que podamos votar. Al final, Mas ha puesto la cara y hoy tiene una querella encima. No es el único. Sin CDC, no estaríamos donde estamos.

Discrepo de la opinión generalizada que Convergència ha recortado por gusto. En todo caso, entiendo que es discutible. Y esta es la gracia. Que votar a Junts Pel Sí no significa ser votante de CDC. Raül Romeva, el cabeza de lista, es un ecosocialista contrario a los recortes. La segunda en la lista es Carme Forcadell. Fue la presidenta de la ANC. Estuvo afiliada en ERC. La tercera persona de la lista es la Muriel Casals. Tampoco milita. Cuando lo hizo, fue en el PSUC, que acabó dentro de ICV. Es decir, ninguno de los que están por delante de Mas son votantes naturales de Convergència.

Los cabeza de lista de las diferentes provincias tampoco son históricos de CDC. En Tarragona el primero es Germà Bel, que militó en el PSC. Y en Girona el cabeza de lista es Lluis Llach, próximo a la CUP. En Lleida la lidera Josep Maria Forné, que ha sido presidente de la Federació Catalana dels Bancs d’Aliments.

Por detrás de Mas y Junqueras, la lista sigue con una amalgama de personas de las más distintas tendencias políticas. Pensar que Llach o el Pare Manel trabajan para que después Mas pueda usar la tijera es una estupidez. Nadie lo ha explicado mejor que Eduard Voltas que, en un sensacional artículo, ridiculiza esta tesis.

Lo que demuestra sus intenciones es que hagan extensiva la crítica a la CUP. En su afán por tratar de manchar todo lo que suene a independencia, demuestran que no les preocupa que Mas pueda gobernar sino que la suma de diputados a favor de la independencia llegue a la mayoría absoluta.

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Falacias sobre el independentismo: Un mundo feliz

La principal falacia de los medios españoles es que los catalanes nos creemos que Catalunya será una arcadia feliz. Un lugar donde los problemas no existirán. Donde todos seremos ricos y buenas personas. Donde las sonrisas se servirán a diario a cualquiera que pida una.

Lo que sucede es que eso sólo lo dicen ellos porque saben que tienen fuerza para imponer su discurso. Porque saben que, si ellos dicen que los políticos catalanes venden una utopía, muchos lo creeran.

Estoy seguro que Catalunya no será un lugar de cuento de hadas. Vamos a tener los problemas que tiene cualquier estado. Seguirá la lucha para que la gente más desfavorecida tenga más oportunidades. El paro juvenil no desaparecerá por arte de magia. Ni el fracaso escolar. Y el día uno de la independencia, las plantas de hospital que hemos cerrado seguirán con las luces apagadas.

Costará fijar las prioridades. A los partidos les costará ponerse de acuerdo sobre qué debe hacerse. Nos equivocaremos en algunas decisiones colectivas. En otros casos las acertaremos pero no serán ninguna solución mágica para nada.

No quiero la independencia porque crea que va a acabar con todos mis problemas. La defiendo porque creo que me acerca al poder. Porque quiero tomar mis decisiones como pueblo. Me cansa que atacar a Catalunya o afirmar que no nos harán concesiones, estimule el voto a favor de quien lo hace.

Hasta ahora siento que las decisiones se toman muy lejos de aquí y con criterios territoriales muy alejados de los míos. No quiero tener que discutir por cosas obvias como el corredor del mediterráneo o las inversiones en la red de Rodalies.

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Motivos para el Sí el 27S: España no cumple

En el relato que construyen los medios españoles, los catalanes nos hemos vuelto locos. Como les gusta utilizar, nos hemos olvidado del seny y nos domina la rauxa. Si pueden decirse así en medio de frases en castellano para folclorizar el catalán, mejor que mejor.

Mas nos la lavado el cerebro. O comido, como prefieras. No damos cuenta cuenta de que este hombre, lo único que quiere es su parcela de poder. Y, sobre todo, poder hacer recortes, recortes y más recortes. Y robar, claro. No olvidemos eso.

La realidad es muy diferente. La realidad es que las instituciones españolas nos han engañado en cada negociación. Podemos hacer un repaso en cada estadio.

En los años 70, los catalanes pecamos de ingenuos. Llegamos entre todos a un acuerdo que hoy llamamos constitución. Los catalanes reclamamos que se reconociera nuestra singularidad en la constitución. Aceptamos una insinuación en el texto constituyente muy vago que hablaba de las “regionalidades y nacionalidades” que componen el estado, sin especificar cuáles.

El acuerdo constitucional nos pareció bien como un acuerdo de mínimos. Pero era de máximos. Contábamos que eso abriría la puerta a que, un día, el reconocimiento nacional fuera pleno. Cuando desarrollamos el texto del estatuto del 2009, nos dejaron claro que nacionalidad y nación son cosas distintas (sic). Al no especificarse en el texto constitucional qué comunidades eran regiones y cuáles naciones, quedó en papel mojado.

También renunciamos a concierto, lo que hoy llamamos pacto fiscal. El concierto sería inecesario si el uso de los recursos que hace el estado fuera leal con Catalunya. Nos equivocábamos. La desinversión en Catalunya ha sido constante desde que llegó la democracia. Alrededor de un 8% del PIB.

Se dice que fue Convergència o Pujol quienes renunciaron. Como explica el historiador Jaume Sobrequés, eso es falso. Él, que asistió como parte del PSC, admite que fue ese partido y no el nacionalista el que se opuso.

A cada nueva negociación de la financiación de la Generalitat con el estado, se mejoraban los ingresos de la Generalitat para luego recortar en la misma cuantía el gasto que hacía la administración central. Incluso llegó a transferirse una parte muy importante del IRPF para, pocos meses después, bajar el impuesto. Eso limitaba de nuevo la recaudación de la Generalitat.
En el 2003, con Maragall se quiso redactar un nuevo Estatut bajo el amparo que Zapatero apoyaría el texto. El objetivo inicial era conseguir el reconocimiento nacional de Catalunya. El día siguiente de aprobarse el texto en Catalunya con el voto favorable del PSC, el propio PSC presentaba una montaña de enmiendas para modificarla.

En 2006, Mas llegó a un acuerdo con Zapatero. Se comprometió con un texto recortado. Alfonso Guerra afirmó que el Congreso le había pasado el cepillo. Los catalanes lo votamos y entonces, el PP lo recurrió al TC. Cuatro años después, el tribunal recortó de nuevo el texto.

Las instituciones españolas se comprometen para después no cumplir. Cualquier nuevo pacto que ofrezcan a los catalanes debería llevar unas garantías que fueran mucho más allá de su palabra. E, incluso, de las leyes. Porque hasta éstas ignoran si van en contra de sus intereses.

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Motivos para votar Sí el 27S: Por dignidad

Este país ha hecho cosas increíbles en muy poco tiempo. Después de la aprobación del estatut, era previsible que el Tribunal Constitucional ignorara lo que el pueblo catalán había dedicidio en referéndum. También lo que había dicho el pueblo español a través del Parlamento.

Aún así, el pueblo catalán espero con paciencia la respuesta del alto tribunal. Cuando este dictó sentencia, el pueblo salió a la calle pero mantuvo la serenidad. La manifestación del 10J fue, sencillamente, espectacular.

Las manifestaciones posteriores del 11 de septiembre en 2012, 2013 y 2014 han sido increibles. Las mobilizaciones más grandes que se han dado nunca en Europa. A pesar de eso, ni un solo incidente. Ni uno solo.

Mientras el pueblo catalán ha asumido con paciencia el devenir de los hechos, los medios y los políticos españoles nos han llamado de todo. Las referencias al nazismo, al totalitarismo y a la violencia han sido constantes. A diario.

Después empezaron a llegar los ataques desde el establishment catalán contrario a la independencia. En El Periódico es habitual que opinadores como Joaquim Coll nos digan auténticas barbaridades. En La Vanguardia le hacen el juego constante a Unió y las editoriales se han endurecido en contra.

Pero una cosa es no haber respondido con insultos y otra muy distinta es que no tengamos algo de orgullo. Los ataques a nuestra dignidad han sido constantes. No es nada agradable que te digan a diario que defiendes una causa antidemocrática.

Por eso, los ataques a nuestra dignidad son también una causa más para votar que sí este 27 de septiembre.

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Motivos para el Sí el 27S: Proteger el catalán

Tengo que reconocerlo. Estoy cansado del debate sobre el catalán. Es como estar metido en la ruedecita del hamster sin parar de dar vueltas y vueltas a lo mismo. Todo esto debería ser mucho más sencillo…

Vaya por delante que soy castellano parlante. La lengua en la que suelo pensar es el castellano. Me he criado en lengua castellana y he crecido leyendo la mayor parte de libros y visto la mayor parte de las películas en la lengua que tenemos en común con todo el estado.

Eso no me hace estar al lado de los que ven el catalán como un estorbo. Como una molestia que hacemos estudiar a los hijos de los que desprecian nuestra lengua. Como una dificultad si quieren aprobar unas oposiciones. Como una incomodidad si, en un grupo, unos hablan una lengua y otros, otra.

Me parece inaceptable que si un catalano parlante ha de defenderse ante un tribunal, pueda verse obligado a defenderse en una lengua que no es la suya. Si a un personaje conocido como Laporta le pasó esto, qué no le pasará a otros catalanes con mucha menos influencia…

Debemos hacernos dos preguntas:

¿Quién está en el centro de nuestro intereses; el funcionario o el ciudadano? Si el que está en el centro es el ciudadano, éste debería poder dirigirse al funcionario en la lengua que quiera; castellano o catalán. Y éste segundo debería ser capaz, por lo menos, de entenderlo y actuar en consecuencia. Por lo tanto, es fundamental que los funcionarios entiendan y dominen el catalán.

¿Queremos o no que el catalán sea una lengua viva? Si tratamos igual a dos lenguas y una es hablada por 10 millones de personas y la otra por 400 millones, es evidente que perjudicamos a la pequeña.

Igual que tratar a todos los ciudadanos igual es injusto porque unos tienen condiciones peores que otros, tratar de forma idéntica a dos lenguas tan distintas no es igualitario.

El catalán necesita un apoyo especial y la administración central, sea la que sea, debe prestársela. En España, no sólo no ayuda, sino que muchas veces pone palos a las ruedas. Estos últimos 4 años con Wert han sido terribles. ¿Qué alternativa nos queda a los catalanes que creemos en el valor de la diversidad? Sólo la independencia.

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Motivos para el Sí el 27S: la educación

Uno de los aspectos que más preocupa a la gente es la educación. En España, el paro juvenil está en el 50%, lo que hace evidente que la formación en España no funciona bien.

Desde 1990, se han hecho 4 reformas educativas. Empezó el PSOE de Felipe González con la LOGSE. El PP de Aznar la reformó y aprobó la LOCE. Cuando Zapatero llegó al gobierno, promulgó la LOE. Y ahora que el PP lo lidera Rajoy, han impulsado la LOMCE. Una cada nueva ley cada nuevo gobierno, lo que hace imposible la aplicación de ninguna de ellas. No da tiempo ni a implantarlas.

Lo más terrible de todo es que el debate en torno a las leyes ha sido siempre sobre 2 aspectos que no deberían comportar conversaciones de más de 5 minutos.

El primer debate; religión o ética. Pasamos meses con debates como si debemos explicar que los gays son personas normales o unos pobres enfermos. Así estamos todavía… ¿Tenemos que dar educación sexual a los niños o esperar a que lo descubran en la cola para tomar la pastilla del día después?

Que el debate lo centre si hay que tratar a los gays como enfermos o no es ridículo u obviarán el asunto, como ha hecho Wert. La respuesta a estas preguntas es tan obvia, que no merece ni un debate de 5 minutos. Patético.

El segundo debate que abre cada vez las reformas educativas, nos afecta del todo. Es inevitable que los políticos españoles discutan si el estado central debe forzar o no a que se dediquen más horas al castellano en Catalunya. Tanto da que las demandas de los padres no pasen de unas decenas en medio de una enorme presión mediática y jurídica. Tanto da que la libertad que los padres tienen para escoger las horas que dedican sus hijos al resto de asignaturas sea nula. Tanto da que el nivel de castellano demostrado por los niños en Catalunya sea, según el ministerio, tan alto como el del resto de niños españoles.

Otro debate que se debería resolver en menos que lo que tardas en tomar el café matutino. Los niños aprenden castellano y la inmersión permite que el conocimiento del catalán sea bueno incluso allí donde no hay demasiado uso social.

España está atrapada en estos dos debates. Una Catalunya independendiente no pondría en cuestión la lengua. Tampoco nos pasaríamos el día con discusiones sobre si hay que tratar a los gais como apestados. Esas ideas, que representa el PP y Unió son en Catalunya muy minoritarias. Lo veremos en las elecciones.

Una Catalunya independiente tendría la oportunidad de debatir sobre lo de verdad importante; ¿Por qué nuestros jóvenes no son capaces de encontrar trabajo cuando acaban sus estudios? ¿Qué metodología requiere la formación de nuestros hijos en este mundo tan incierto y cambiante? ¿Qué recursos serían necesarios para llevarlo a cabo?

De paso, también liberaríamos a España de este pesado debate sobre la lengua catalana en el colegio. A ellos, quizás también les beneficiará…

El debate sobre la educación se ha de centrar en por qué nuestros hijos no salen preparados cuando acaban su formación. Y en por qué tenemos uno de los índices de fracaso escolar más altos del mundo. Liberarnos de estos dos pesados debates quizás nos dé espacio para hablar de estos temas, mucho más importantes.

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Motivos para el Sí el 27S: España no cambiará

My Notes 2 - Page 37

Cuando empezó la crisis, en Catalunya se aceleraron las adhesiones al soberanismo. España no tenía proyecto y eso empujó a muchos a sumarse al único que había. La aparición de Podemos ha dado esperanzas a algunos de que se fragué una España distinta después de las elecciones generales de este año.

Lo que sucede es que eso no es lo que dicen ni las encuestas ni los partidos. Analicemos los números. Para que la situación catalana se resuelva hace falta modificar la constitución. Ésta debería recoger la singularidad nacional catalana y, vista la propensión del gobierno español a incumplir los pactos, algunas garantías de que no nos van a quitar competencias en el futuro. Para hacerlo, hace falta el voto favorable de 2/3 del Parlamento. Es decir, el 66,7% de los diputados. Dicho con otras palabras; sólo que el 33,3% de los diputados no quieran cambiar las reglas del juego, el cambio es imposible.

En el último barómetro del CIS de julio, el PP y el PSOE suman el 53,1% de los votos. Es decir, los dos partidos que han gobernado siempre en España y que no han querido hacer concesiones, pueden bloquear cualquier cambio constitucional. Y eso sin sumarles Ciudadanos, que ha nacido con el objetivo de acabar con el nacionalismo. De hecho, los partidos contrarios al referéndum suman más del 75% de la intención de voto.

My Notes 2 - Page 38

Pero hagamos un poco de política ficción. Algunos creen de verdad que Podemos ganará. Que tendrán capacidad de presionar para que las cosas cambien. De una forma o de otra. Los catalanes hemos de basar nuestras esperanzas en que estos sí sean diferentes.

Lo que sucede es que algunos días me levanto con titulares como éste:
Pablo Iglesias: “Derecho a decidir, por supuesto. Pero sobre todas las cosas.” No es que me parezca mal decidir sobre todas las cosas. Es que me recuerda al “Apoyaré la reforma del estatuto de Catalunya que apruebe el parlamento de Catalunya” de Zapatero. Y luego no cumplió.

Es tan inconcreto… ¿Qué son las “cosas”? ¿Y cuándo? ¿A qué tenemos que esperar los catalanes? Porque, según el candidato de Catalunya  Sí Que Es Pot, Lluis Rabell, tenemos que esperar a negociar con Madrid. Pero nada de fechas ni de cómo.

De acuerdo; gana Podemos. De acuerdo, lo hace con mayoría absolutisisima. Entonces, ¿Cuándo toca votar? ¿O tengo que votar en las catalanas con la esperanza que estos sí me dejen votar? Y si no cumplen, a esperar 4 años más que aquí no ha pasado nada.

Propongo una cosa a Iglesias y los suyos. ¿Y si en vez de esperar los catalanes, Podemos convoca un referéndum legal justo después de ganar las elecciones generales a finales de año? Estoy seguro de que los que votemos a Junts Pel Sí y la CUP estaremos encantados de votar en un referéndum legal y acordado…

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