Alberto Lacasa

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Consumiendo ficción

¿Por qué una película dura entre 1 hora y media y 2 horas? La respuesta tiene mucho que ver con el marco en el que se desenvuelve. Entrar en una sala de cine, en plena oscuridad, con una imagen proyectada sobre una pantalla blanca… Es el tiempo en el que ninguna necesidad fisiológica (en especial la de ir al lavabo o beber si no tenemos agua) nos molesta. Y también coincide con que la comodidad que nos ofrecen sus butacas suele no ser suficiente cuando sobrepasamos ese tiempo.

Pero resulta que ahora estamos dejando de utilizar la sala oscura para consumir ficción. ¿Cómo afecta eso a la ficción? Probablemente mucho.

Por el momento, ahora con la ayuda de un mando a distancia, paramos la “proyección” o la “rebobinamos” cuando nos parece. Eso cambia el concepto de arriba a abajo. ¿Por qué? Pues sencillamente porque ahora la ficción puede durar tanto como seamos capaces de estirarla.

Todo ello, sumado a la época dorada que estamos viviendo en las series americanas, está cambiando radicalmente los usos que hacemos de la ficción. Ahora mucha gente, ya sea comprándose los DVD’s de toda una temporada o descargándola de la red, consume 20 horas de Lost, o Dexter, o El ala oeste de la Casa Blanca, en un fin de semana. Es decir, que se levantan del sofá para comer y para dormir.

Llegados a este punto, la pregunta es; ¿por qué la ficción tiene que durar 90 minutos? Yo no tengo ni idea de qué pasará. Puede que los tiempos se hagan más elásticos y que encontremos ficciones de 1 hora y otras de 5. O puede, cosa que considero muy probable, que los tiempos que ahora tenemos por costumbre, pasen a ser un estandar porque sí. Ahora mismo, esos tiempos son 12 minutos para un corto “largo”, 20 y 40 minutos para ficciones episódicas, y entre 90 y 120 minutos para narraciones unitarias.

Gonzalo Martín llega a preguntarse si el concepto cine seguirá teniendo vigencia. Esa afirmación tiene mucho sentido. En el momento en el que consumimos ficciones que ocupan un fin de semana entero, y las películas dejen de ser eso, una película, y, en vez de rodar, grabemos, ¿qué diferencia habrá entre una TV movie y una “película”? En realidad ninguna. Así que esa distinción, podría, pasar a la historia.

Sea como fuere, lo que es seguro es que nuestra forma de consumir ficción está cambiando. Y eso afectará a la forma en la que los productores nos servirán los cotenidos en el futuro. Ya veremos hasta dónde llega esa transformación.