Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

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Messenger, el botón Enviar y la evolución de la imagen

El domingo, en una comida familiar, Tina, pareja de mi primo Óscar, me descubrió que en la nueva versión de messenger ha desaparecido el botón enviar al lado de la caja de texto donde escribimos.messenger

Me llamó la atención no haberme dado cuenta antes y me pareció un hecho que tenía más relevancia de la que pudiera parecer. ¿Qué hace desaparecer algo tan básico como el botón enviar en un programa que consiste precisamente en eso, enviar bloques de texto? Y si no era necesario, ¿por qué al principio lo pusieron? Jesús Encinar señaló en el último campus de Seedrocket lo importante que era la usabilidad en una web. ¿Cómo puede dejar de ser básico un botón tan core en una aplicación de ese tipo sin que sus usuarios lo encuentren a faltar?

Si esta misma decisión se hubiera tomado al arrancar el messenger hubiera dado bastantes dolores de cabeza a sus usuarios, hasta el punto que está por ver si hubiera triunfado como lo ha hecho. De alguna forma, ese botón nos estaba recordando el uso de la aplicación.

Pero llega un momento en que los usuarios dejan de utilizarlo y todo se reduce a pulsar Enter. Pasamos de ver necesario algún gráfico que nos facilite el proceso, para pasar a algo más abstracto como, simplemente, pulsar Enter.

Llega un momento en el que esa necesidad visual a la que agarrarnos, desaparece. Y, en ese momento, podemos eliminarlo sin sufrir un problema serio de usabilidad. Pero ojo, el botón está. Omitido, pero está. ¿Dónde? Sencillamente, en nosotros. No necesitamos verlo, porque sabemos de su existencia.

Puede parecer una trivialidad, pero no lo es. En imagen esto se produce continuamente. En cine, los saltos de tiempo a los que ahora estamos acostumbrados, o los saltos que hace la cámara de un sitio a otro, o los errores forzados en la continuidad entre planos, estarían muy lejos de resultar comprensibles para un espectador de los años 40. Y nosotros, no sólo los comprendemos sino que ni siquiera nos planteamos su complejidad. Como en la desaparición del botón del messenger.

En el fondo, poco a poco, estamos aprendiendo a necesitar menos referentes visuales a los que agarrarnos. Es justo eso lo que hace posible que comprendamos que el botón está aunque no lo veamos.