Alberto Lacasa

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Política

El paso en falso del PP

Xavier Garcia Albiol

Las elecciones catalanas de este septiembre puede que sean las más importantes que se han producido nunca en España. Todavía sin encuestas fiables, la incerteza sobre el resultado es total. Depende del resultado que se dé, España cambiará de forma radical.

A este hecho incontrovertible se suma la crisis en la que han entrado los partidos “clásicos”. A su relativa irrelevancia habitual en Catalunya, se suma la falta de credibilidad general en España. La lucha con Ciudadanos ha llevado al PP a sus peores expectativas en Catalunya.

Con el objetivo evitar una debacle, el PP aceptó poner de líder en Catalunya a un racista, que se ha aupado a base de criminalizar a los inmigrantes de su ciudad. Sabían que una confrontación entre el duro Albiol y una casi desconocida Arrimadas podría mejorar algo los resultados de las catalanas.

Pero Albiol necesitaba algo más de munición y Rajoy le ha entregado una modificación express del Tribunal Constitucional para que este pueda inhabilitar a cualquiera que no cumpla sus dictámenes. Ganando un puñado de votos, han dado un paso en falso que el unionismo puede pagar caro.

La estrategia del PP, como he denunciado muchas veces, sólo piensa en los votos. No deben dar por seria la amenaza de separación porque, si no, no se entiende. Sí, quizás Arrimadas está preocupada por los resultados que pueda obtener. Pero el catalanismo está descorchando botellas de cava…

Hace unos días, el gobierno lanzó una redada política contra sedes de Convergència. No valoro si hay o no hay corrupción detrás de la operación porque no lo sé. Pero que se hiciera coincidir con la presentación de Junts Pel Sí demuestra que había, sobre todo, intencionalidad política.

Con todos los medios delante, la operación policial consiguió desplazar de las portadas de los diarios la presentación de la coalición, que aglutinó varias decenas de miles de personas. Incluso en los diarios catalanes contrarios a la independencia, que son los de más difusión.

Desde entonces, el debate en Catalunya había sido si los socios de candidatura debían o no exigir explicaciones a Artur Mas. Habían conseguido desplazar el foco, por lo menos, hasta el 11 de septiembre.

Con la aventura de la modificación del TC, el debate se ha desplazado de nuevo a un terreno donde el soberanismo se siente cómodo. El gobierno de España quiere hacer una reforma legal ‘ad hoc’. Es decir, con el objetivo de enjuiciar a una persona en concreto. Se me ocurren pocas cosas menos democráticas.

Lo peor para el unionismo es que la aprobación se producirá el día después de las elecciones catalanas. Expresado en otros términos; el debate durará tanto como la campaña electoral.

Muchos hemos creído que el PP cometería algún error pre electoral enorme. Quizás los resultados de Albiol serán algo mejores de lo que dicen las encuestas. A cambio, se ha garantizado la mobilización masiva del soberanismo.

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El relato de la derrota

cataluña

Me he resistido mucho a escribir un post en la línea del que ahora leeréis. Lo hago a regañadientes, pero encuentro que es imprescindible una mirada serena sobre la situación en que se encuentra el secesionismo a menos de 100 días de las elecciones. Las redes sociales y la calle vive en un permanente estado de histerismo que no augura nada de bueno para el catalanismo de cara al 27S. Creo que los datos se tienen que mirar con serenidad, o nos haremos daño.

Muchos decían que si no queríamos perder la iniciativa política, las elecciones tenían que ser antes de las municipales. Ahora sabemos que tenían razón. Es posible que hayamos dejado pasar una oportunidad histórica de ganar. Quizás sí. Ahora, quien surfea la ola, es Podemos. Ya no tenemos el control que teníamos sobre el tempo político, y ésta era una de las pocas herramientas que teníamos a nuestro alcance ante las armas que tiene un Estado poderoso. En todo caso, ya está hecho. Hay que mirar hacia adelante.

El catalanismo no ha sabido encontrar una fórmula ilusionante de cara a las elecciones que vienen. Defendí la lista unitaria, y a pesar de que no digo que ésta tuviera que ser la fórmula definitiva, sí que es cierto que hemos perdido atractivo. Lo cierto es que hasta el 9N nuestra gran fortaleza era la percepción de unidad del catalanismo, y hoy esta unidad no existe. Bajo ninguna fórmula. La gente se acusa sistemáticamente de ser los culpables de la división. No hablo sólo de los políticos, sino de la gente de base. Difícil sumar adhesiones cuando, entre nosotros, tenemos esta guerra fratricida.

No es serio acusar a otros de hacer bien las cosas. Los críticos con que ICV pacte con Podemos no están más que demostrando su impotencia. La izquierda españolista, por acto u omisión, se está organizando bien. No tienen ninguna obligación de apoyar nuestras propuestas. Si las fuerzas de izquierdas españolistas son más atractivas que las catalanistas para los catalanes, algo pasa. Lo que hace falta no es cambiar ni ICV ni Podemos, sino abrir una reflexión en ERC y en la CUP.

No todo es dramático. Quizás haya que mirar los datos otra vez. El 9N decíamos que hacían falta unos 300 mil votos más a favor de la independencia. Ahora, cuando escucho a los tertulianos que han matado el proceso infinitas veces decir que el independentismo se deshincha, no puedo más que reír. El voto claramente catalanista se mantiene sobre el 45%, al cual se tendría que sumar voto de otras fuerzas, como ICV, que aglutinan voto a las dos bandas del eje nacional. Así ha sido en las elecciones municipales, aunque no se puedan extrapolar directamente sobre las catalanas. Y así es en la encuesta de El Periódico publicada esta semana pasada.

A pesar de que toda la encuesta busca deslegitimar el tono plebiscitario de las elecciones con preguntas tramposas, el hecho cierto es que la encuesta es creíble. Pero insisto, el voto catalanista se mantiene sobre el 45%. Con un añadido. Este voto es, cada vez, más claramente independentista. Los partidos han ido clarificando sus posiciones. No perder voto es una buena señal.

Por lo tanto, no hay que ponerse tan nervioso. Lo que hace falta es trabajar estos 3 meses para convencer a los que el 9N votaron SíNo. El gran drama no es que la gente haya perdido las ganas de tirar adelante el proceso, sino que después de medio año, estamos donde estábamos.

Tampoco tenemos que olvidar el contexto en que se celebrarán las elecciones. Llegaremos con toda la inercia post 11S. Será una inercia de victoria. Si conseguimos que los partidos catalanistas no se saquen los ojos en plena campaña electoral, si hacemos el que hacíamos, si defendemos el derecho de la gente a dudar, si defendemos el derecho de la gente a opinar diferente y seguimos insistiendo, tenemos mucho ganado. Si no, podemos abandonar ahora mismo.

Si el catalanismo quiere tener opciones de victoria, tiene que abandonar este histerismo propio de quien teme que las cosas pueden no irle bien. Sin quererlo, estamos alimentando el relato de la derrota cuando, objetivamente, no estamos mal. La propuesta tiene que mantener la ilusión que tenía. O dejaremos pasar una oportunidad que nadie nos garantiza que se vuelva a producir en el tiempo, digamos, de una legislatura.

Política

El zugzwang de Duran i Lleida

duran

Quedan 4 meses para las elecciones más trascendentes de Cataluña. Es cierto que el catalanismo no llega en su mejor momento. A pesar de que los resultados de las elecciones municipales dan un claro crecimiento de las fuerzas soberanistas, las relaciones entre ellos no han acabado de mejorar.

Por este camino, nada fácil, una de las estaciones es el referéndum interno de Unió. Todos sabíamos que Duran y su gente harían el posible para no dar un apoyo explícito a la independencia. Y han formulado una pregunta que sólo gusta a aquellos que quieren complicar las cosas. Con una calle harta de estos tacticismos políticos, nos encontraremos con aquello de siempre; Efectivamente, pasado el referéndum, y sea cual sea la respuesta, no sabremos qué opina de verdad la gente a Unió.

Según El Economista, la jugada de Duran es: si gano, CDC tendrá que hacer camino solo y yo me sacaré de encima la losa de defender el proceso. Si pierdo, tendremos que reformular la pregunta y, con el poco tiempo que queda hasta las elecciones, Mas tendrá un buen lío.

Yo, en cambio, encuentro que es un zugzwang para Duran. Un zugzwang es una jugada del ajedrez donde el jugador que tiene que mover, haga el que haga, quedará en peor posición que la que actualmente tiene. Este es, por mí, el jardín en que se ha metido Duran sin ayuda de nadie.

Con una pregunta clara, Duran habría podido ganar, lo que lo hubiera legitimado para salir adelante la separación con CDC. ¿Y si pierde? Hubiera podido dimitir y arreglado. Está claro que ciertos sectores hubieran hecho cierta leña. Muy bien. Pero habría podido jugar a ser un ex político con cierto carisma. No olvidamos que durante años, Duran ha sido muy valorado por la ciudadanía.

Analicemos qué le puede pasar al presidente de Unió después de esta pregunta.

Si gana su opción, CDC tendrá que romper con Unió. ¿Qué le suma a estas alturas Unió a Mas? Sinceramente, creo que poco. De hecho, no olvidemos que Mas está haciendo lo posible por usar su marca personal por encima de las siglas, ya muy desgastadas. Por lo tanto, todo nos trae a la ruptura. Si la ruptura se hace efectiva, ¿Qué resultados hay que esperar en Cataluña de un partido en contra del aborto, contra los derechos de los homosexuales, los de un hombre que encarna la definición de la casta y de la derecha más conservadora? ¿Tiene espacio político? Yo lo dudo. Los resultados serán tan malos, que en Duran difícilmente podrá evitar una dimisión bastante más dolorosa que si la hace ahora.

Si no gana su opción, puede alargar el debate. Ante esto, ¿CDC sacará de su programa el proceso? A 4 meses de las elecciones es un suicidio y me parece muy poco probable que se produzca. O Duran acepta lo que propone CDC, o las tensiones a Unión, si los independentistas se sienten ganadores, serán tremendas. Quizás se le rompe el partido por dentro. Y volveremos a la situación inicial. ¿Dejar CDC? Suicidio. ¿Continuar a CDC? Han ganado Castellà y los suyos. Y dimisión (mediante una derrota doble: a la pregunta y al intento de hacer trampa).

Los que seguro que están más contentos son los del PSC. Si Duran se se acaba presentando solo, se ahorrarán el titular de ser los grandes derrotados porque esto se lo comerá el (que era el) partido de Carrasco i Formiguera.

Política

Confluencias el 27S

Rajoy

CDC y ERC pactaron que el 27 de septiembre se celebrarían las elecciones catalanas. El acuerdo se produjo después de desencuentros evidentes a la vista de todo el mundo. Y aunque no conozco a nadie que hace unos meses estuviera por la independencia, ahora haya cambiado de opinión, es evidente que no hay el ánimo ni la seguridad anteriores al 9N.

Según ha dicho RAC1, Rajoy podría estar planteándose adelantar las elecciones generales para la misma fecha. De esta manera, buscarían hacer pivotar las elecciones sobre el eje identitario, donde está seguro que obtendrá mejores resultados que si estan monopolizadas por el caso Rato.

Parece que, llegado el caso, CDC teme que el debate con Podemos pueda hacer daño al proceso y que preferiría posponer las elecciones catalanas. ERC no lo ve igual, por lo que los dos principales partidos catalanes podrían tener un nuevo encontronazo. Algunas reflexiones:

Algunas voces ya habían dicho que, si las elecciones catalanas no se producían antes de las municipales, el catalanismo perdía la iniciativa política. Perder esa ventaja ha sido un error estratégico en toda regla. A la vista de que la unión es más estética que real, el precio probablemente será alto. Si la decisión de convocar en Catalunya queda condicionada a lo que haga Rajoy, Artur Mas deberá esperar al último día, porque los dos tienen la obligación de convocar con la misma antelación.

Según como le vayan al PP las elecciones municipales, Rajoy va a tener serios problemas para aguantar en el poder. Aunque hoy lo haya negado, puede que convocar rápido, más que una opción, sea una obligación.

Buscar la coincidencia con las catalanas demostraría dos cosas: que sabe que en el terreno del conflicto territorial el PP se mueve como pez en el agua. Lo segundo es que, como siempre, los partidos piensan más en ellos que en el país y en el proyecto que dicen defender. Lo que es evidente es que alimentar la confrontación no ayuda al fin último del unionismo.

¿Y a la contra parte catalana? Unas elecciones donde el PP entre en la brega supone que, al menos, dos partidos demostrarán una enorme hostilidad. Eso movilizará las bases de todos. Y aunque sin el ánimo de hace unos meses, este fin de semana la ANC, Omnium y la AMI han llenado todo un Sant Jordi. Y hace 5 meses escasos, consiguieron 1,9 millones de votos netamente independentistas y 300 mil por un cambio de statu quo.

Aunque hay una segunda lectura posible. El futuro parlamento español estará más fragmentado. Será más débil. Si gana la suma PP+Ciudadanos, la hostilidad al catalanismo será alta. Si, en cambio, ganan las fuerzas de izquierdas, el PSOE ya no tiene credibilidad entre el catalanismo. Y Podemos, por las cosas que han dicho Errejón (el tránsito de aquí a aquí es espectacular), Monedero (diciendo que la independencia es un disparate) o Iglesias (diluyendo la cuestión nacional), no parece probable un cambio de actitud en lo territorial. Algunos líderes del nacionalismo piensan que lo mejor es esperar a que se demuestre que, ni siquiera Podemos, tiene verdadera voluntad de resolver el complejo encaje territorial.

La respuesta de hoy de Rajoy a los medios de comunicación demuestra que todo lo improvisa. Ni siquiera estaba preparado para la pregunta. ¡Alucinante!

El problema del catalanismo está, como siempre, en su escasa capacidad de unirse por un objetivo común. Con una confluencia real, casi es irrelevante lo que haga Madrid. Será esta legislatura, la siguiente o la otra. Si, en cambio, se sigue en este camino, Madrid lo tendrá muy fácil. Sin ánimo de resolver nada, sólo confluirá con el catalanismo en la fecha y para ganar unas elecciones.