Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

Date archives enero 2010

drama / historico / peliculas

Invictus

invictusValoración: 7/10

Argumento. El presidente de Sudáfrica Mandela quiere utilizar el rugby para unificar a un país al borde de la guerra civil.

Breve crítica. Es una de las mejores películas de deportes que he visto nunca. Creo que Morgan Freeman está sobresaliente interpretando a Nelson Mandela. El ritmo es muy adecuado. La “masa” está muy bien filmada. Si quieres, puedes leer la crítica completa aquí.

Género. Drama.

Director. Clint Eastwood.

Guión. Anthony Peckham.

Actores/Actrices. Morgan Freeman, Matt Damon, Tony Kgoroge, Julian Lewis Jones, Adjoa Andoh, Patrick Mofokeng, Matt Stern, Leleti Khumalo.

Título original. Invictus.

Año de estreno. 2010.

País. USA.

musical / peliculas

Carmen Jones

Valoración: 6,5/10

Argumento. Un soldado a punto de casarse cae prendado por el atractivo de Carmen Jones.

Breve crítica. El inicio es un desparrame increíble de sensualidad, pero tengo la sensación que es una de las Carmen más suaves que he visto. El personaje está demasiado edulcorado. Me da la sensación que han conseguido integrar muy bien la ópera.

Género. Musical.

Director. Otto Preminger.

Guión. Harry Kleiner.

Actores/Actrices. Harry Belafonte, Dorothy Dandridge.

Título original. Carmen Jones.

Año de estreno. 1954.

País. USA.

guion y cine

Invictus

La nueva película de Clint Eastwood está ambientada en el primer año de gobierno de Nelson Mandela. El presidente de Sudáfrica, en su afán por unir a un pueblo al borde de la guerra civil, utiliza el mundial de rugby que se ha de jugar en su país. Arriesgada empresa si se tiene en cuenta que este deporte era un símbolo de la opresión blanca en el apartheid.

Si por algo se ha significado Eastwood a lo largo de estos últimos años en los que se ha dedicado a dirigir sus films es por ser uno de esos clásicos que te garantizan un nivel altísimo. Invictus no es una excepción. Sin dejar de ser la típica película de deportes, tiene algo que la hace diferente.

Por un lado destacaría que el diseño de producción es impecable. Cada plano, cada frase del guión, cada detalle en el arte tiene una justificación. No sobra nada, no falta nada. Todo en su justa medida.

Las películas de deportes suelen recordarme en mayor o menor medida al cine de masas de los años 20 y 30, cuando el cine soviético (por definición sin protagonistas individuales) y el nazi (sobre todo en los siempre recurridos documentales de Leni Riefenstahl).

Aquellos dos cines, que se separaban en muchas cosas, se unían en el protagonismo que asume la masa como colectivo capaz de cambiar cosas. Eso sí, se separaba en que uno exaltaba únicamente la masa como elemento revolucionario y el otro la utilizaba para exaltar a un líder.

El cine de deportes tiende, por definición, ha estar más cerca del facismo por aquello de que unos héroes en el terreno de juego hacen vibrar a la masa. En este caso, lo que sucede es más llamativo porque la película se sitúa con total equidistancia a estos dos modelos cinematográficos.

Es cierto que el equipo (liderado por el capitán interpretado por Matt Damon y el único negro que viste la camiseta verde y oro) y Nelson Mandela (interpretado por el gran Morgan Freeman), son los protagonistas del film y los que enaltece el film.

Pero también lo es que lo realmente relevante del film es como un pueblo, al que sólo le faltaba el fusil para enfrentarse definitivamente, acaba reconciliándose. Ningún valor hubiera tenido los riesgos que (al menos en el film) asume Mandela y el triunfo de la selección nacional de rugby, si no se hubiera conseguido que negros y blancos se dieran de la mano en la búsqueda de un objetivo común; la victoria en el mundial.

Ese es, sin duda, el elemento diferencial de la película. A todo ello le acompaña unas interpretaciones de alto nivel. Matt Damon está más que correcto en su representación de François Piennar. Aunque personalmente es un actor que me ha costado mucho que me gustara, he de reconocer que cada vez lo hae mejor.

Pero por encima de todos destaca el gran Morgan Freeman. Espectacular el timbre que ha conseguido imitando el del propio Mandela. Por ello, recomiendo mucho verla en versión original. Para los que no estéis acostumbrados, pensad que no hablan demasiado rápido y muchas escenas, al ser de deportes, son de “acción” y se habla poco.

La decisión de convertir en película el libro The human factor de John Carlin entrañaba, al menos, 3 riesgos;

Invictus, con personajes tan conocidos en la vida real exigía un casting muy minucioso para dar con los actores de nivel adecuados. Como ya he justificado, creo que Clint Eastwood dio en el clavo. Quizás tampoco lo tenía difícil teniendo en cuenta las veces que había trabajado ya con Freeman.

Otro riesgo era que un personaje como Mandela es profundamente anticinematográfico. Por lo menos la imagen que tenemos de él es la de una gran persona, dada a los demás, dispuesta a todo por reconciliar a dos familias enfrentadas, que lo convierte en alguien muy plano y poco dado al conflicto.

La solución la encuentra en dar protagonismo a la gente de la calle, al pueblo sudafricano. Pero ello entrañaba una dificultad; ¿cómo puedes hablar de tanta gente a la vez y, simultáneamente, dar un poco de profundidad a la “masa”?

Eastwood lo resuelve con gran destreza. Los agentes de su seguridad personal está compuesto por blancos y negros que irán evolucionando conforme la historia avance. Y para subrayar el hecho de que el cambio no se produce sólo entre las personas próximas al mítico político, añade dos elementos más; una masa que al principio la abuchea y que al final corea su nombre y un simpático niño que rechaza la camiseta antes del mundial y acaba abrazado al equipo en los últimos minutos de la final.

Por último, lo histórico suele ser insulso. Eso suele llevar a que los hechos históricos reales se ficcionizan para hacerlos más “agradables”. En cambio, en Invictus, da la sensación que ha querido respetarse las situaciones históricas que se dieron sin apoyarse en cosas que no pasaron.

Por ejemplo, hubiera sido mucho más fácil para escribir el guión que el presidente y el capitán se hubieran visto más veces de las que sale en el film. Hubiera dado más tiempo a construir una relación que, en realidad, se sustenta en la distancia.

Sin embargo, Eastwood ha sido capaz de aprovechar elementos que debieron darse en la realidad para dar relieve a una amistad que va más allá. La visita a la prisión y la posterior reflexión que Damon hace con su novia en la habitación del hotel.

Parece que el director americano refuerza su interés por los conflictos raciales en Invictus después de triunfar con Gran Torino y, de otra manera, en films como Banderas de nuestros padres y Cartas de Iwo Jima. Personalmente creo que esta vez ha reflejado mejor en conflicto que en Gran Torino, en un discurso mucho menos maniqueo.

En lo que nunca falla Clint es en explicar bien aquello que se propone hacer llegar al espectador. Y no cabe ninguna duda de que Invictus no es una excepción. Si no la has visto, no te la pierdas. En mi opinión, una de sus películas más interesantes.

drama / peliculas

Los abrazos rotos

Valoración: 6/10

Argumento. Harry, un guionista de cine ciego recupera de la memoria la relación que estableció con una bella actriz.

Breve crítica. La película me ha gustado bastante.  Creo que tiene alguno de los momentos más bellos de las últimas películas del director manchego. Una visión sobre los malos tratos muy afin a su mirada.

Género. Drama.

Director. Pedro Almodóvar.

Guión. Pedro Almodóvar.

Actores/Actrices. Penélope Cruz, Lluís Homar, Blanca Portillo, José Luis Gómez, Rubén Ochandiano, Tamar Novas, Ángela Molina, Chus Lampreave, Kiti Manver, Lola Dueñas, Mariola Fuentes, Carmen Machi, Kira Miró, Rossy de Palma, Alejo Sauras, Dani Martín, Carlos Leal, Asier Etxeandía.

Título original. Los abrazos rotos.

Año de estreno. 2009.

País. España.

guion y cine

Broadway showcase

Valentí Sanjuan, uno de los fundadores de cine.cat, redactor del programa de cine de Àlex Gorina La finestra indiscreta y conductor del Vist i no vist de Catalunya radio, lleva un tiempo diciéndonos por twitter que ha coescrito un documental y que ahora mismo lo están presentando en Sundance. Acabo de ver el trailer y estoy encantado con lo que nos han dejado ver.

Ya hice un post en el que hablé, entre otras cosas, de cómo el documental estaba cogiendo una fuerza enorme en la producción de nuestro país y, sobre todo, en Barcelona. Algún día me gustaría hacer un post especial sobre algunos que me han gustado mucho.

Mientras tanto, os presento el trailer del que hablaba Valentí, Broadway showcase. Lo dirige Albert Uria, que ha realizado algunos anuncios muy conocidos (como los de IKEA) además de 6 cortometrajes. Entre ellos, codirigió Smoke city que ganó diversos premios y fue nominado a los Goya.

El guión es de los dos y retrata la historia de unos aspirantes a entrar en el circuito neoyorquino de Broadway. Para ello, se presentan a su primera audición profesional; el showcase, donde se juegan buena parte de sus oportunidades.

Tiene una pinta increíble. En estos pocos segundos he sentido muy reflejado el estado de ansiedad de los aspirantes a actores profesionales cuando he estado en el lado de la mesa que seleccionaba. Y eso que yo no iba a darles nada parecido a una oportunidad de Broadway.

Showcase trailer from NY Showcase on Vimeo.

guion y cine

Las risas enlatadas como convención

No siempre es fácil explicar a qué nos referimos con las convenciones de género. En realidad, es una cosa muy simple. Es una fórmula de la industria para que, antes de que vayamos al cine, ya sepamos de qué tipo de película se trata; acción, aventuras, comedia romántica… Nos avanza si se ajusta a nuestros gustos. Pero, ¿cómo podemos anticipar si nos gusta o no?

Cuando vamos a ver una película de acción esperamos muchos tiros, alguna persecución, situaciones en las que el protagonista está a punto de morir, alguna personaje próximo al protagonista que lo traiciona… ¿Qué pasa si pagas la entrada para ver una película de acción y no pasa nada de esto? Probablemente saldrás de allí con la sensación de que te han estafado. A estas cosas que “esperamos” que aparezcan en el film en función del género es lo que llamamos convención de género.

Uno de los más recurridos (en televisión) es el de las risas enlatadas. Casi todas las sitcoms las tienen. Friends, Cómo conocí a vuestra madre o Los informáticos (IT Crow) no serían las mismas si les elimináramos las risas.
Con todo ello, aquí vienen dos experimentos geniales de desubicar las risas rompiendo la convención. ¿Qué pasará si a una serie como The Big Bang Theory le eliminas las risas o a una película de terror como El resplandor se las incluyes?

La convención es tan fuerte y condiciona tanto que, por si sola, cambia casi por completo el tono de lo que se está viendo. Hay, eso sí, que decir una cosa; este vídeo tiene una pequeña “trampa”. Las comedias nos hacen gracia porque es tan dramático lo que vemos que resulta patético. Y el terror se basa en sustos pero acaba llevándonos a una situación absolutamente traumática. En cierto modo, casi se tocan. Si seleccionamos bien la escena (como en este caso), con otro contexto, acabamos en el género opuesto.

Por cierto, os recuerdo que ya colgué un experimento parecido a este, donde El resplandor se convertía en una comedia romántica.

P.D.: Creo que vi los enlaces de alguien que los colgó en facebook y siento no recordar quién fue.

P.D.P.D.: Por cierto, merece mucho la pena leer este post del guionista hastiado, donde explica la historia de las risas enlatadas. ¿Sabes cómo aparecieron? Fue en los años 30 en un programa de radio. Él lo cuenta.

personal

Desinformación atómica

No tengo ni idea del nivel de follón que hay fuera de Catalunya con lo del centro de residuos radiactivos pero aquí tenemos un circo de los que impresionan. Es un debate que junta dos aspectos que he tocado en el blog; ciencia (este mes de agosto pasado) y comunicación, y me he decidido a tocarlo.

Lo primero que tenemos que aceptar entre todos es que la mayoría no tenemos ni la más remota idea de lo que es la radiactividad. No sabemos qué riesgos reales entraña ni con qué criterios se decide colocar en un sitio o un otro una instalación de estas características.

Si aceptamos esta premisa, lo primero (y con urgencia) que deberemos hacer es escuchar a las personas que saben del tema. Y todo el que hable debe acreditar que sabe lo que dice. No es suficiente significarse como pro o anti nuclear. No, no va de eso. Va de ir en serio y explicar las cosas como son.

Yo todos y cada uno de los expertos a los que he tenido acceso, ya sea por radio, televisión, prensa y medios científicos, dicen de forma unánime que el riesgo es casi inexistente. Digo casi porque el riesgo cero no existe en ningún ámbito.

Ayer incluso explicaban en la radio que en Holanda tienen un centro de estas características (que utiliza una tecnología de cristalización de residuos, cosa que no he oído que se fuera a hacer aquí, aunque lo desconozco) lo utilizan como centro cultural e, incluso, es visitado por colegios.

También escucho que dicen que los centros de desarrollo nuclear tienden a concentrarse. Es decir, que no tiene sentido montar este centro en un lugar que no haya aportado su “cuota de solidaridad nuclear”, sino que por puro sentido común, cuanto menos recorran los residuos, mejor para todos.

A esto hay que añadir que los residuos hasta ahora suben a Francia. Lo más seguro es mover los residuos en tren. Y se me ocurren pocos caminos férreos por los que puedan pasar esos residuos que no sea Tarragona.

Se utiliza como argumento a favor que eso sería un polo de atracción de población. Los contrarios aseguran que eso espanta a la gente. No tengo ni idea de si es una cosa u otra, aunque el dato de que Ascó ha ido perdiendo 18 habitantes cada año no demuestra nada. Al menos en solitario. Nadie sabe si hubiera perdido aún más población de no montar la central. Quizás si ese dato se pudiera comparar con otros…

Yo soy pro nuclear. Como digo, me faltan muchos elementos de juicio de valor. Aún así, creo que después de todo el discurso, que comparto, que quiere combatir las emisiones de CO2, lo más lógico hoy (con lo poco que sé) es la energía de fisión.

Acepto que no pueda compartirse este punto de vista. Lo que me parece intolerable es que aquí alla tantísima gente vendiendo que esto es peligrosísimo. Y me parece intolerable por lo que he dicho; los expertos, los respetados por la comunidad científica, dicen lo contrario.

Si estos tienen razón es una irresponsabilidad enorme asegurar lo contrario. Porque la coloquen donde la coloquen, habrá gente alrededor de ese centro de residuos. Gente que se preocupa por su salud, por la de sus hijos. Personas a las que estamos condicionando, que van a sufrir sin motivo.

Greenpeace (a los que he escuchado varias veces estos días) tienen todo el derecho del mundo y argumentos muy sólidos en contra de la energía nuclear; la vida de los residuos es uno de ellos. Pero jugar con los miedos de la gente es una irresponsabilidad cuando se sustenta sólo sobre una cuestión ideológica. La desinformación nunca es una buena opción.

personal

Somos hologramas

Un holograma es una placa fotográfica que tiene la imagen grabada en 3 dimensiones. Si eso llama la atención, espera a esto; si divides una placa en 2 partes, cada una de ellas será capaz de reproducir la imagen entera. Y por cada división que hagas sucederá lo mismo. Esto es así porque cada punto de la placa guarda información de toda la imagen.

Hace unos meses, con un amigo nos planteábamos si, en realidad, a nosotros nos pasaba un fenómeno parecido a este. Acabábamos de terminar de ver Esto es ritmo. Allí, un profesor de danza, en base a una posición corporal, les decía a unos niños qué probabilidades tenían de triunfar en la vida. Es decir, algo tan puntual como extender bien los brazos, o la posición del mentón podían ser muy relevantes.

Paralelamente todos nos hemos encontrado con situaciones parecidas. De hecho, cada vez que conocemos a alguien decidimos de forma inconsciente si va a caernos bien o no en cuestión de un par de minutos. Y todo lo que, en realidad, podemos leer tiene su base en factores físicos; posición del cuerpo, facciones de la cara, estructura corporal… Y solemos equivocarnos poco…

Está claro que nosotros tenemos nuestra forma de ser y esa información se transmite a cada uno de los puntos de nuestro cuerpo y de nuestra forma de actuar frente a las cosas. Lo que yo me preguntaba era si no era posible que alguno de esos elementos pudiera ser contradictorio con nuestra verdadera forma de ser.

Mi conclusión es que no o, al menos, muy raramente. La gente que baila, como en el documental que antes citaba, transmite su actitud en la vida. Estoy seguro que alguien experimentado puede analizarlo y extraer conclusiones casi definitivas.

Y, como en el caso de los hologramas, si vamos dividiendo la tarea analizada en partes más pequeñas, la información sigue ahí en su totalidad. En el caso del baile, un sólo paso o una simple postura.

De esa manera, una persona que sepa leer el cuerpo hasta ese punto, puede deducir nuestra forma de trabajar, estudiar, escribir, o de divertirnos. Y no sólo eso, sino que el que nos ve trabajar, estudiar, escribir o divertirnos, puede deducir todo lo demás. O casi.

Esto tiene algo de desalentador porque todos tenemos aspectos que no nos gustan y que tratamos de evitar. Intentamos no hacerlos pero, sobre todo, de transmitir. Que la gente nos los vean.

Pero visto lo visto, parece inevitable que la gente que nos rodea perciba contiuamente cada uno de nuestros defectos y, eso sí, también de cada una de nuestras virtudes.

Hay una segunda pregunta, que casi me interesa más. Imaginemos que una persona poco segura tiende a no mantener la espalda recta. Si la endereza, ¿mejorará su seguridad?

No sé qué diría a este respecto un psicólogo. Yo intuyo que sí. Si los cambios pueden ir desde dentro hasta fuera, ¿por qué no podrían ir de fuera a dentro?

Igual que en las fotografías holográficas, somos un todo que se contiene en cada una de las cosas que hacemos o decimos. Mirarlo así me genera tanta fascinación como vértigo. Somos a la vez tan simples y tan complejos como un holograma.