Alberto Lacasa

Audiovisual, política y más allá

Date archives octubre 2009

guion y cine

El valor de la versión original

Hoy se ha presentado la nueva ley del cine en Catalunya. Habría muchos aspectos a discutir sobre la ley pero hay un tema que destaca por su carácter noticiable; a partir de ahora, todas las películas con más de 15 copias deberán tener la mitad de sus copias en catalán.

Así que unos defenderán que esto es un ataque a la libertad de elección de las empresas y las personas. Pero lo que de verdad sucederá es que, con cinismo, no reconocerán que defienden eso porque sus “derechos” están ya cubiertos. Los otros defenderán los derechos inalienables del catalanoparlante sin reconocer que forzar las cosas suele ser una mala opción.

Mientras, un pequeño gurpúsculo de irreductibles (y que yo creo que va al alza) defendemos las bondades de la versión original. Y los motivos son muchos;

Educativos; Como la mayoría de films que llegan de fuera son en inglés, acostumbras el oído a la fonética inglesa y aprendes vocabulario. Si algún día soy padre, quizás optaré por contarle de viva voz o dejarle que lea la Cenicienta o la Ventafocs. Pero, si ha de contárselo Disney, creo que preferiré que vea Cinderella.

Culturales; Un idioma aporta una forma de ver el mundo y de entender las cosas. Lo dicen todos los lingüistas y, los que tenemos la suerte de tener dos idiomas maternos, deberíamos saberlo mejor que nadie. Ver cine en versión original, ya sea chino, francés, alemán o ruso, no te permite profundizar tanto como para captar la esencia de esa visión cultural. Pero su fonética sí que transmite cosas. Tener los poros abiertos para ser capaz de leerlas es enriquecedor.

El cine en castellano/catalán como elemento diferenciador; Yo sostengo la tesis de que la permanente crisis del cine español es porque no tenemos escuela. Aunque aquí no me voy a poner a explicarlo con detalle, en esencia se resume en que, para la gente, la única diferencia entre el cine español y el americano es que es más cutre. Aspiramos a contar las cosas como ellos lo hacen sin sus presupuestos. Marcar diferencias con el idioma podría ayudarnos a encontrar nuestro espacio.

Integridad de la obra; Una película es algo que lleva mucho trabajo. Los guionistas pasan horas pensando si tal frase transmite mejor o peor los matices que buscan para cierta secuencia. Y ese matiz acaba afectando a cómo el actor modula su voz. Cuando llega alguien detrás que reescribe ese guión, por muy concienzudo y brillante que sea en su trabajo, acabará por deformar necesariamente el trabajo que antes se hizo.

El sonido enlatado; Yo lo llamo así. Cuando veo una película doblada tengo la sensación de que la grabación se produce en una habitación aseptica, con un eco absolutamente irreal. Desconozco hasta qué punto las películas que nos llegan utilizan el sonido directo tomado del rodaje, pero a los que no veis las películas en VO, os recomiendo que hagáis una prueba. Coged un DVD, escuchad 1 minuto en VO y luego volved a verlo doblado. Fijáos cómo cambia el sonido. Suena como a lata. ¡A mi me saca de la historia!

Mutilación del trabajo del actor; Para mí es el elemento más importante. Fijáos en un detalle. El cine suele trabajar a distancias muy cortas del actor. No es como el teatro donde estos disponen de sus manos, brazos, piernas… En cine solemos tener sólo la cara. La cara y la modulación de la voz. ¡Pero con el doblaje machacamos la voz! Por lo que estamos destruyendo el 50% del trabajo de los actores. Sé que mucha gente se queja de que, con los subtítulos, se pierden las imágenes. Pero esto es parcialmente verdad. No niego que gastas un tiempo en leer. Ahora bien, cuando has visto muchas, aprendes a leer por encima los subtítulos para perder menos tiempo. Y, además, todo lo que pierdes de imagen lo ganas en la voz. Ver una película subtitulada te permite ver imágenes. Una versión doblada no te permite escuchar nada del audio.

Como en todo, es cierto que requiere un cierto esfuerzo inicial. Pero os aseguro que, con el tiempo, lo agradeceréis. Y vuestro bolsillo también se ahorrará algunas clases de idiomas.

P.D.: Como nadie va a hablar de esto porque a nadie le va a interesar, sabed que la nueva ley del cine en Catalunya también hace una apuesta por el cine en VO subtitulado. ¡Gran noticia que espero se traduzca en realidades! Claro que la consellería de educación hace un tiempo propuso poner las películas de TV3 en versión original con el dual en catalán y se armó la de San Quintín. Pero, si lo hacen bien, a medio plazo, la sociedad lo agradecerá.

personal

Modificar las leyes ad hoc

felix-millet

Volviendo de la oficina he escuchado que la Generalitat de Catalunya modificará el decreto que le permite otorgar las creus de Sant Jordi para que, también, pueda derogarlas. Y todo ello para poder retirársela al ahora denostado Fèlix Millet por el escándalo del Palau de la Música.

Para los que no estéis del todo situados, la creu de Sant Jordi es, en teoría, la mayor distinción que otorga la Generalitat a personalidades de gran honorabilidad de la sociedad catalana. Nació con el espíritu de poner de relieve a gente que pudiera servir de modelo para el resto de la sociedad. En pleno inicio del pujolismo, se consideró que era bueno subir a los altares a mucha gente. Y ello ha llevado, a la larga, a una cierta banalización de la distinción.

Pero ahora resulta que hemos distinguido a un tipo, por lo visto con una gran capacidad seductora, que ha aprovechado el apellido de su familia para llenarse el bolsillo. El govern le ha pedido que lo devuelva pero, como no parece dispuesto a ello, pretenden modificar el decreto lo más rápido posible para crear el mecanismo de revocación de la distinción.

Como concepto, a mi me parece bien que a Millet se le retire. Pero eso de modificar una ley… No soy ningún experto y pido perdón de antemano si cometo alguna incorrección en conceptos jurídicos. Pero me parece evidente que es una modificación ad hoc. De hecho, así lo ha expresado el conseller Baltasar después de anunciar sus intenciones; “estamos pensando en el caso Millet”.

La pregunta es; ¿es democrático modificar una ley para perjudicar a una persona? Aquí no se trata de si este tipejo merece alguna consideración por nuestra parte. Los jueces harán su trabajo y él ha confesado, así que no dudo que recibirá la pena que se merece. Pero el hecho de que Millet me revuelva el estómago no justifica cambiar la ley.

Es cierto que algunas veces nos damos cuenta que alguna ley no la hemos articulado todo lo bien que deberíamos y, después de una desgracia, hemos procedido a hacer cambios. Pero hay una diferencia sustancial; eso no ha afectado a los implicados en el caso en cuestión.

Recuerdo que hace años que salieron unos nazis en informe semanal haciendo apología de la xenofobia. El escándalo fue tal que se modificó la ley para que fuera un delito. Pero aquellos chicos salieron libres porque ellos no habían cometido ningún delito. Y es lo justo.

Si hay una diferencia importante entre la democracia y los sistemas totalitarios es, precisamente, que la ley no puede utilizarse ni a favor de uno ni en contra de nadie. ¿No os parece que este es un caso evidente? ¿Dónde está nuestra talla democrática si permitimos este juego? ¿Dónde están los límites?

No es el único caso que hemos vivido en democracia y en algunos casos hablamos de leyes muy importantes. Y antes de que nos convenzan de que merece la pena modificar una ley porque perjudica objetivamente a nuestros enemigos como sociedad (violentos, ladrones, aprovechados…) preguntémonos si no estamos a cambio cediendo parte de nuestra pequeña parcela de democracia.

guion y cine

El cine bastardo

Parece ser que en Madrid, La casa encendida, ha programado un festival para cortometrajes que han dedicido, por el motivo que sea, hacer uso de tecnologías de baja calidad. Por lo visto, veo en el blog de yerblues que el cortometraje Microfísica participa en el concurso.

Como concepto me parece más que interesante. Yo soy de los que está convencido que las nuevas tecnologías entendidas como las herramientas para registrar historias audiovisuales y los portales de vídeos generados por los usuarios, han (y están) modificando la forma de expresar dichas historias. Estamos rehaciendo el discurso.

Sobre este mismo eje, también encontramos movil film fest, en el que podemos encontrar algunas creaciones de mucho talento y que tienden a atraer a gente que no tiene por qué dedicarse a esto, lo que enriquece el caldo en el que se cuece la innovación de la narrativa audiovisual.

Los que viváis en Madrid o alrededores, ya nos informaréis 😉

musical / peliculas / romántica

Hello Dolly

hello-dolly

Valoración: 8/10

Argumento. Una casamentera ayuda a un rico de pueblo para que se case con una mujer Neoyorquina.

Breve crítica. Me encanta. Los números son un pelo grandilocuentes, a veces rozando el exceso. Pero eso siendo puñetero porque la película en general es fantástica. El cameo de Louis Armstrong es de lo más emocionante. Creo que Kelly hace un gran trabajo de dirección.

Género. musical romántico.

Director. Gene Kelly.

Guión. Ernest Lehman.

Actores/Actrices. Barbra Streisand, Michael Crawford, Marianne McAndrew, Danny Lockin, E.J. Peaker, Louis Armstrong, Tommy Tune, Joyce Ames, Judy Knaiz, David Hurst, Fritz Feld, Fritz Feld, J. Pat O’Malley.

Título original. Hello Dolly.

Año de estreno. 1969.

País. USA.

guion y cine

Historia de los musicales (5): Llega el pop

Grease

La historia de los musicales empieza a la vez que nace el cine sonoro y toma el modelo del teatro de la época. Y, después de varias décadas de un éxito enorme, el público se fue apartando del género. Por lo menos, tal como lo habían entendido hasta entonces. Pero estos cambios no se producen de forma repentina.

El público que disfrutaba con los bailes de Astaire y Kelly, se fue haciendo mayor. Pero una nueva generación estaba mucho más interesada en otro tipo de musicales que ya anunciaba su nacimiento a principios de los 50, en pleno apogeo del clásico musical (recordemos que de aquella época son algunas de las mejores obras de la historia).

Se trataba de coger a estrellas de la música y ponerlas delante de la cámara. No era tan importante la capacidad interpretación del protagonista o protagonistas como la popularidad de estos. La factura tendía a ser más bien tosca y de escasa calidad pero de un éxito abrumador. En definitiva, es la semilla de lo que hoy muchas veces nos vemos obligados a sufrir on artistillas de medio pelo.

Hay 2 representantes fundamentales de esta incursión del pop en el musical. El primero de ellos fue el gran Elvis Presley que, aprovechando el tirón de James Dean y su Rebelde sin causa, protagonizó algunos films en los que hacía justo ese papel, eso sí, cantando como los ángeles.

Empezó en los 50’s con algunas de las más conoidas; Love me tender (1956) o El rock de la cárcel (1957) son dos ejemplos. Pero la época fuerte fue la década de los 60’s, donde Elvis participó en 27 películas.

El testigo lo tomaron el primer grupo capaz de mover masas con una fuerza inaudita y, aunque me encantan, siento decir que para mi gusto uno de los más sobrevalorados de toda la historia de la música; The Beatles. Más allá de gustos personales, el hecho cierto es que la banda que reconocía ni siquiera se escuchaba en los conciertos cuando tocaba de los gritos de las fans (no he podido evitarlo ;P). Participaron en algunas de las películas más conocidas de la historia del pop. Entre ellas, Help! (1965) o, la archiconocida, Qué noche la de aquel día (1964).
Yo no las había visto y me ha costado mucho acabarlas. Pero he de reconocer que el principio de Qué noche la de aquel día es fantástico.

Más allá de su calidad intrínseca, el hecho cierto es que su influencia ha sido fundamental para explicar cómo otras bandas de la época siguieron sus pasos y, sobre todo, la fuerte influencia que ejercieron sobre el resto de films a partir de los años 70’s.

No hay duda de que películas, como por ejemplo, Hair (1979) de Milos Forman, asumen los aires populares (y a ratos populista) de las películas basadas en grandes estrellas de la música. Yo reconozco tener auténtica adoración por este film y, sobre todo, por ese final contestatario y emocionante.
Me quedo con las ganas de ponerlo, pero a cambio pongo el arranque, que también es fantástico.

Creo que es innegable la influencia que ejercieron también sobre films que son estandartes de la cultura pop moderna; Fiebre del sábado noche (1977), de John Badham, y Grease (1978), de Randal Kleiser. Y también sobre una maravillosa rareza; The rocky horror picture show (1975) de Jim Sharman.

Es difícil explicar la experiencia que supone ver en directo esta película. Es una revisión del mito de Frankenstein pero desde una visión travestida. Una joven pareja enamorada a punto de casarse, acaba rodeada de un montón de iconos gays de una gran extravagancia. Si la veis en una sala de cine, veréis que el público llega disfrazado, con bolsas de confeti, pistolas de agua, diarios… Y, si con eso no tenéis suficiente para sorprenderos, veréis que el público, literalmente, participa del film; habla, grita, baila. Es una experiencia inexplicable que, si queréis, podéis ver por lo menos en Barcelona y, me consta, en Madrid. Os dejo con una brevísima secuencia.

En esta línea, incluiría un film que forma parte del imaginario colectivo de toda mi generación; Laberinto (1986) de Jim Henson, con David Bowie y una jovencísima Jennifer Conelly. Raptan a un niño por culpa de su hermana, que se verá obligada a cruzar un laberinto para dar con él.

Y, por último, otra gran obra maestra de los musicales de vanguardia con todo un disco de Pink Floyd; The wall (1982) de Alan Parker. Es un film casi incomprensible, que retrata de forma muy subjetiva, la historia de un tipo que no es capaz de escapar de los tentáculos de su madre.

Pero si en algo calaron de verdad aquellos primeros films de grandes bandas es su voluntad de transportar la música más allá de los Long Play. Las bandas dejarían de estar interesadas en hacer narrativa y, en cambio, convencieron a grandes directores de cine para que convirtieran algunos de sus conciertos en películas documentales.

Que nadie se equivoque. No se trata de esos conciertos grabados insípidos que hacen las bandas de hoy. Estoy hablando de documentales historia viva de la música, donde entramos en la realidad de los más grandes de la música rock. Donde profundizamos en una vida muchas veces atractiva y oscura que los encandila a la vez que los destruye.
Seguramente la más importante de todas es Woodstock (1970), de Michael Wadleigh, sobre el famoso concierto en contra de la guerra de Vietnam. Cerca de medio millón de personas disfrutaron en directo de este concierto, en el que participaron músicos y grupos como Santana, Janis Joplin, The Who o Joe Cocker. En ese momento, eran músicos que creían en aquello de “Haz el amor y no la guerra”. Eran los idealistas del movimiento modernista.
Si hay un tema conocido de aquel concierto es la versión que Jimmy Hendrix hizo del himno nacional americano tratando de retratar todo el desgarro, dolor y desprecio que la guerra de Vietman estaba provocando entre la juventud de la época.

Cerca del final de los 70’s el sueño estaba casi muerto. Algunos de los grandes de la música habían muerto arrastrados por las drogas (Hendrix, Bob Marley…) y eso provocó la disolución de bandas tan grandes como The Band, ahora injustamente casi olvidada. Martin Scorsese dirigió una auténtica obra maestra llamada; El último vals (1978). Es una mezcla entre la grabación del último gran concierto de la banda (en el que participaron gente como Neil Young o Bob Dylan entre muchos otros) y documental explicando los por qués de ese final.
La grabación estaba perfectamente planificada pero el azar quiso que, mientras actuaba Muddy Waters sólo funcionara una cámara. Y, para mi, es también el más vibrante de todo el metraje.

Cuando el sueño estaba ya definitivamente roto, las bandas se dedicaron a transgredir todas las reglas escritas y no escritas. Y prueba de ello es el concierto retratado por Jonathan Demme de los Talking heads Stop Making Sense (1984).

En realidad la cultura popular y los musicales ya no han dejado de darse la mano, como demuestra por ejemplo la interesante Moulin Rouge (2001) de Baz Luhrmann. Pero las fronteras se harán cada vez más pequeñas, dando lugar a un nuevo estilo y ocupando, casi absolutamente en nuestros días, al musical en sentido clásico.

Empresa y vídeo online

Cobrando por los contenidos

tarjeta-credito

Es un debate que ya hemos discutido algunas veces en el blog y lo hemos hecho infinidad de veces cuando nos hemos encontrado gente del sector del webTV. La pregunta clave es si la gente está dispuesta a pagar por el entretenimiento audiovisual o no.

Para mi en este debate se juntan diversos aspectos. La primera pregunta que me parece clave es; ¿Cuánto está la gente dispuesta a pagar por una hora de ocio? O lo que es lo mismo; ¿Qué valor tiene, en horas de su esfuerzo/trabajo, una hora de ocio? Teniendo en cuenta que esto depende mucho de la edad, voy a centrarme en la franja más joven con capacidad de compra, que es la gente que acostumbra a ver más contenidos audiovisuales por internet.

Está claro que la gente no está dispuesta a pagar lo mismo por todas las horas de ocio. Una hora de lectura podríamos establecerla sobre los 2 euros (teniendo en cuenta que una novedad cuesta algo más de 20 euros y un libro suele tener unas 300 páginas), una hora de cine unos 4 euros (aunque solemos añadir otros 2 en palomitas y bebida), y una hora de discoteca unos 5 euros (eso sin tomar ningún cubata, por lo que acaba siendo mucho más).

A priori, lo que parece probar esto es que la gente está dispuesta a pagar por cosas que le hacen disfrutar y no sólo por necesidades básicas y, además, lo hacen en una horquilla de precios de entre 2 y 5 euros. Esto, que puede parecer una obviedad, no es baladí. Si la gente está dispuesta a pagar por cosas que sólo les ofrecen algo tan intangible como placer, ¿Por qué no parecen dispuestos a pagar por contenidos en internet?

Creo que era la semana pasada, Albert Garcia Pujadas, CEO de Nikodemo, se quejaba en su blog porque, tras decidir cobrar por las descargas de algunos de sus vídeos, algunos usuarios les habían acusado de “venderse” y de caer en los “errores” de la industria clásica. ¿Por qué sus usuarios, que llevan años disfrutando de las aventuras de Cálico, no están dispuestos a soltar ni un euro para seguir gozando de las aventuras de su antihéroe? Y conste que son sólo las descargas. Pueden seguir viéndose en streaming. ¡Parece insólito!

Jesús Encinar, CEO de idealista, ha explicado con una claridad meridiana por qué los contenidos cada vez “valen menos”. En el fondo, este concepto en economía se llama valor marginal, y lo que dice es que conforme acumulamos unidades de un cierto bien, el valor de comprar una nueva unidad es menor. Imagina que estás en el desierto y no te queda agua. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una botella de agua? Todo lo que tienes. ¿Y por la segunda? Puede que te interesara para garantizar tu supervivencia en lo que te quede de ruta. ¿Y por la tercera? Casi te la tendrían que regalar.

El volumen de contenidos en la red es tan enorme que la percepción del valor de disfrutar de un nuevo contenido es prácticamente cero. Por eso los medios tradicionales que cobraron en un principio (y que ahora pretenden volver a cobrar) fracasaron.

Pero eso es un problema porque, aunque el coste de la producción de vídeo por internet es muy inferior al de la televisión convencional, lo cierto es que siguen siendo muy elevados. ¿Cómo vamos a pagar todo eso si nadie está dispuesto a pagar por ello?

Sólo existen dos modelos, que pueden llegar a combinarse (como, de hecho, está haciendo Nikodemo); publicidad y pago por contenidos. El problema es que los productores tememos, por un lado, que los usuarios no quieran pagar por nuestras producciones y, por el otro, que la publicidad les parezca demasiado intrusiva. Y nosotros, como dice Albert, bien hemos de comer cada día.

¿Podemos evitar la percepción de los usuarios de que nuestro contenido no es igual al resto de contenidos? Dicho con otras palabras; ¿Pueden considerar nuestros usuarios que nuestros contenidos tienen la suficiente exclusividad como para pagar por ellos?

En el caso de Cálico, yo creo que sí. A priori me parece previsible el cabreo de los usuarios porque, entre todos, les hemos vendido que esto iba de otra cosa (no digo la gente de Nikodemo sino internet en general). Pero también creo que la gente seguirá queriendo ver sus contenidos porque son buenos. Y cuando se den cuenta que ellos podrán seguir disfrutando de mucho contenido gratis, se acabará el debate y algunos euros caerán vía descargas. Estoy convencido. ¿Por qué no iban a caer si la gente está dispuesta a pagar por unos politonos extravagantes?

Pero, mientras tanto, y por si nos sirve de consuelo, no nos llamemos a engaño. En realidad, los usuarios ya pagan por nuestros contenidos; su conexión a internet. ¿Para qué pagar a Telefónica una conexión si no hubiera contenidos que disfrutar? Voy más allá. ¿Podría ser que, en paralelo a como baje el precio de la conexión aumente la inversión directa en los contenidos que interesan a la gente?

Creo que doy el sentir general del sector del webTV si digo que aún no está del todo claro cuál va a ser el modelo de negocio definitivo del sector. Pero lo que está claro es que no podemos seguir viviendo del aire. En mi opinión, no veo claro el cobrar por todos los contenidos, pero sí por una parte. Las publicidades, pagos por descargas y similares se van a multiplicar. Tenemos una referencia; lo que la gente ya hoy paga por los contenidos audiovisuales hoy. Y los usuarios lo entenderán. Estoy seguro.

musical / peliculas / romántica

En alas de la danza

en-alas-de-la-danza

Valoración: 7,5/10

Argumento. Un joven bailarín llega tarde a su boda y su suegro le exige conseguir 20 mil dólares si quiere casarse con su hija.

Breve crítica. Muy entretenida. Me encanta el personaje secundario íntimo amigo del personaje de Astaire. Como siempre los bailes son magníficos. En este caso, me encanta la secuencia final y he descubierto de fondo (no lo recordaba de cuando la vi hace años) que se escucha el tema i’ve got que luego popularizó Gene Kelly en Un americano en París.

Género. musical romántico.

Director. George Stevens.

Guión. Howard Lindsay, Allan Scott.

Actores/Actrices. Fred Astaire, Ginger Rogers, Betty Furness, Victor Moore, Helen Broderick, Eric Blore, Georges Metaxa.

Título original. Swing time.

Año de estreno. 1936.

País. USA.

musical / peliculas

Melodías de Broadway 1955

Melodias de Broadway 1955

Valoración: 9/10

Argumento. Un visionario del teatro convierte un musical en una obra clásica convirtiendo en un desastre la obra que un buen puñado de artistas habían ideado.

Breve crítica. Brillante. Espectacular Minelli como siempre y, claro, Fred Astaire y Cyd Charisse. Cuenta con el famosísimo número That’s entertainment, que dio título al díptico con los great hits de musicales que me acercó al género. Bonito homenaje al teatro clásico y, sobre todo, maravillosa combinación de géneros; musical + cine negro. Toda una obra maestra. Por cierto, quién sería el cretino que traduciría así el título. Y encima no es del 55!!

Género. musical.

Director. Vincente Minnelli.

Guión. Betty Comden, Adolph Green.

Actores/Actrices. Fred Astaire, Cyd Charisse, Oscar Levant, Nanette Fabray, Jack Buchanan, James Mitchell, Robert Gist.

Título original. The band wagon.

Año de estreno. 1953.

País. USA.

musical / peliculas / romántica

Gigi

MinelliGigi

Valoración: 6/10

Argumento. Una joven de familia venida a menos, se enamora de un apuesto viudo rico y mucho mayor que ella.

Breve crítica. No deja de ser la historia de Cenicienta. Está bastante bien contada. Para mi, no tiene la maestría de otras películas de Minelli, pero tiene tanto números como momentos de humor fantásticos. Me encanta la caricatura que hace de la misoginia. Y espectaculares las secuencias donde todo se paraliza.

Género. musical romántico.

Director. Vincente Minnelli, Charles Walters.

Guión. Alan Jay Lerner.

Actores/Actrices. Leslie Caron, Maurice Chevalier, Louis Jourdan, Hermione Gingold, Eva Gabor, Jacques Bergerac, Isabel Jeans, John Abbott.

Título original. Gigi.

Año de estreno. 1958.

País. USA.